Para que no se bloqueasen durante la la batalla, los perros fueron entrenados para familiarizarse con los ruidos y olores fuertes como la pólvora. Sus compañeros paracaidistas llevarían un pedazo de carne en sus bolsillos con el fin de que se lanzaran en paracaídas tras ellos. Por ello se les daba poca comida y agua antes del salto.
En 1941, el Ministerio de Defensa británico había realizado diversos llamamientos a los dueños de perros para que cedieran sus canes para el esfuerzo de guerra. Entre estos animales estaba Brian, un perro de 2 años que asistió a la Escuela de Entrenamiento de Perros de Guerra en Hertfordshire. El Día D, Brian fue lanzado en paracaídas bajo el fuego antiaéreo en la Francia ocupada. Unos meses antes del fin de la guerra, fue lanzado en paracaídas en el oeste de Alemania.
Brian con Betty Fetch, su propietaria original.
Brian sobrevivió a la guerra y recibió la Medalla Dickin, que honra a los animales por su "notable gallardía o devoción al deber mientras servía en cualquier rama de las Fuerzas Armadas o en la unidades de la defensa civil." Además de los perros han ganado la distinción Dickin, palomas, caballos y un gato, por proteger los alimentos de un buque al deshacerse de las ratas.
Cuando murió en 1955, el ex perro paracaidista fue enterrado con honores en un cementerio para animales al noreste de Londres. Hoy en día, existe una réplica fiel de este héroe de cuatro patas en el Museo del Regimiento de Paracaidistas y Fuerzas Aerotransportadas de Duxford. Brian se ve vestido con su paracaídas y al lado, su medalla Dickin.
Otro de los héroes de los paradogs es Rob, que realizó 20 saltos y tomó parte en el desembarco del norte de África. Hay incluso un libro para niños sobre él: Rob el Paradog.
Rob posa con la Medalla Dickin por su valentía animal en febrero de 1945.
Fuente:
Thebrigade
Daily Telegraph
Spiegel
War History