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Los pescadores - Chigozie Obioma

Publicado el 02 octubre 2016 por Rusta @RustaDevoradora

Los pescadores - Chigozie ObiomaEdición:Siruela, 2016 (trad. y postfacio de Dora Sales Salvador)Páginas:296ISBN:9788416465927Precio:19,95 € (e-book: 9,99 €)
Las nominaciones del Man Booker Prize, que premia a la mejor novela escrita en inglés del año en curso, son un excelente escaparate de la literatura emergente en las antiguas colonias, en particular de la India y África. Este es el caso de Los pescadores (2015), la primera novela del nigeriano Chigozie Obioma (Akure, 1986), que resultó finalista en la pasada edición y ha cosechado éxito en forma de traducciones a más de veinte lenguas y un mayor interés mediático. El autor, compatriota de Chimamanda Ngozi Adichie, ha vivido en Chipre, Turquía y, en la actualidad, en Estados Unidos, donde imparte clases de literatura y escritura creativa en la Universidad de Nebraska-Lincoln. Los pescadores narra la irrupción de lo mítico en la vida de unos hermanos nigerianos criados según los valores occidentales. El relato se desarrolla en un momento concreto de la historia del país —los años noventa, con el gobierno militar plagado de corrupción y la población profundamente desencantada— y puede leerse como una alegoría de la realidad social de Nigeria, un país donde los conflictos étnicos y políticos no han cesado desde su independencia.Los pescadores - Chigozie ObiomaNos habla Ben, el cuarto de seis hermanos igbo naturales de Akure, al suroeste del país, que llevaron una existencia ordenada hasta 1996: familia de buen nivel socioeconómico, alumnos de un colegio occidental —el súmmum de la educación para su padre— y fieles de la iglesia cristiana; todo preparado para convertirse en jóvenes de provecho que el día de mañana se marcharán en busca de oportunidades. Sin embargo, en 1996, el traslado del padre a la oficina de otra ciudad resquebraja la disciplina de los muchachos. Sin su progenitor, la figura del orden en casa, los cuatro hermanos mayores adoptan una afición inadmisible: se hacen pescadores. Es inadmisible porque se trata de una actividad impropia de unos chicos educados, pero también por el eco de las viejas leyendas autóctonas que relacionan el río con el peligro. El río encarna lo mítico, lo irracional, lo salvaje; un espacio simbólico que unos hijos de la razón no deberían rondar. Solo que, en el fondo, la pretendida occidentalización nunca fue tan firme como aparentaba, y el caos impera en el país como entre los hermanos.Cruzar esta frontera tiene consecuencias nefastas: cerca del río, se topan con Abulu, el loco, un indigente que les advierte que el mayor morirá a manos de uno de sus hermanos. Después de escuchar la profecía, comienza la debacle: el hermano mayor, de quince años, sufre una metamorfosis (sic): el miedo lo convierte en un joven rebelde, violento y vengativo, que rompe la relación fraternal tanto de forma práctica como simbólica (esto último al destruir objetos de gran valor para ellos). Con este planteamiento, Chigozie Obioma construye una novela de múltiples capas que se lee como una parábola del malestar en Nigeria (el enfrentamiento entre hermanos como la rivalidad entre etnias que comparten un territorio, el loco como el extranjero blanco que siembra el mal y luego los deja abandonados a su suerte) y, al mismo tiempo, como el coming-of-age de una hermandad masculina en la que los roles de su particular jerarquía se van modificando a partir del cambio en el mayor. La elección del cuarto hermano como narrador no es baladí: es el menor de los pescadores, observador atento que aprende a través de la imitación y, a la vez, sirve de nexo con los más pequeños.Los pescadoreses un texto de una enorme sofisticación literaria. La estructura, redonda y perfectamente engarzada, está llena de pequeñas historias dentro de la principal —cada capítulo comienza con una frase enunciativa con el verbo «ser», que describe a uno o varios personajes que luego desarrollará: «Éramos pescadores»—, anécdotas de los hermanos integradas en episodios importantes para la población (desde la esperanza del candidato a la presidencia M. K. O., frustrada en 1993, a acontecimientos lúdicos con una gran resonancia social, como la medalla de oro del equipo de fútbol en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996). En conjunto, conforman un retrato de la década de los noventa, en la que Chigozie Obioma creció. La realidad multilingüe del país también se representa: aunque el inglés es el idioma oficial, en la práctica funciona como lengua formal. En el ámbito doméstico, se expresan en igbo o yoruba. Al especificar la lengua hablada en cada situación, el autor insinúa con sutileza los matices de cada contexto, el grado de intimidad o de solemnidad que lo envuelve. Además, se reproducen algunas expresiones en las lenguas autóctonas, que, para el lector occidental, potencian la sensación de desconocimiento de la cultura nigeriana, de sus proverbios e inflexiones. La tensión entre lo occidental y lo autóctono late en todo momento.

Los pescadores - Chigozie Obioma

Chigozie Obioma

El estilo, rico y descriptivo, está lleno de metáforas sobre la naturaleza que asocian a los personajes con animales (no siempre salvajes), un recurso que acrecienta la inmersión de los hermanos en ese «universo» irracional. A pesar de la influencia de la cultura autóctona, el contenido mítico bebe asimismo del relato bíblico y la mitología griega, sobre todo en el tema de la muerte y la redención. Los pescadores no es, desde luego, una novela amable, aunque, como las tragedias griegas, respira liberación gracias a su purificación final. Esta liberación reside en la confianza en el futuro, un futuro protagonizado por los niños que no se han enfangado en el río, una generación limpia que podrá dejar atrás el pasado. Esa historia, no obstante, todavía tiene que escribirse. De momento, muchos saludan a Chigozie Obioma como el heredero de Chinua Achebe (Todo se desmorona), al que cita explícitamente en el libro. En un panorama literario en el que hay tantas obras escritas en lengua inglesa de género entre realista y posmoderno, una propuesta mítica como esta de Chigozie Obioma se recibe como un feliz soplo de aire fresco al que habrá que seguir prestando atención.

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