ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.Me gustaría empezar este post con una entradilla que no tiene mucho que ver con la música, incluyendo unas pequeñas notas sobre la redacción del artículo. Empecé a escribirlo con tiempo, a mediados de agosto; si uno se alarga mucho redactando acaba remoloneando y saliéndose de los plazos. Pues bien, el pasado 26 de Agosto estaba practicando, ya por la noche, un pequeño ritual que llevo a cabo a menudo y que consiste en hacer una revista de prensa por todos los diarios on line que se me vienen a la cabeza. Me sirve para tener una panorámica global y, por qué no decirlo, para descojonarme vivo (por no llorar) con el “objetivo” tratamiento de las noticias del día por parte de nuestro preclaro periodismo patrio. Y lo que me encuentro esa noche es, en prácticamente todas las partes, la noticia de la muerte del batería de Los Piratas en trágicas circunstancias. No sé si saben los detalles básicos: al parecer a raíz de un brote propio de una enfermedad mental que sufría desde hace años Javier Fernández comenzó a comportarse de forma violenta, motivo por el cual la Guardia Civil se personó en el lugar de los hechos. Una vez a salvo la mujer y el hijo de Javier, la cosa terminó con un disparo que acabó con la vida del batería de Los Piratas (al parecer seguía fuera de sí e hirió a un agente) He resumido mucho el suceso y tampoco me extenderé más. No quiero convertir este blog en una crónica de sucesos y además, en el momento de escribir estas líneas, sigue abierta una investigación con visos de no acabar pronto, pues familia y Guardia Civil dan versiones contrapuestas. El caso es que cuando me enteré de la tragedia ya tenía parte del artículo escrito y no supe muy bien si terminarlo o no, me quedé literalmente aterrorizado y quizá iba a tener demasiadas asociaciones truculentas. De todos modos, dejando aparte la tragedia personal, me daba rabia que Los Piratas tras años de no hablarse de ellos de repente salieran a la palestra por algo tan siniestro. Seguir adelante con el artículo, para mí, es una forma de deslindar lo luctuoso de lo musical. Creo que el disco merece una revisión ahora tanto como hace un mes, sé que será difícil no asociar Los Piratas a la reciente tragedia… Pero no está mal que lo intentemos. Sirva además como homenaje a lo que de bueno tuvieron Los Piratas y Javier Fernández. Descanse Javier en paz. Ahora, hablemos del disco.
Los Piratas pasan por ser uno de mis grupos nacionales favoritos. Una de las virtudes que más aprecio de ellos es la capacidad de mejorar y aprender, viendo su discografía nos damos cuenta de que van de menos a más. Comienzan, cosa poco común, con un disco homónimo en directo (1992), continuaron con “Quiero Hacerte Gritar” (1993) que no deja de ser un disco de pop-rock juvenil sin muchas pretensiones, para finalmente llegar a “Poligamia” (1995) que es el inmediato antecedente de nuestro disco de hoy. Parémonos un momento en “Poligamia”. Aparte de tener su, probablemente, mayor éxito (“Promesas que no valen nada”) este disco supuso un avance notorio en recursos de producción, estructura de las canciones y profundidad en las letras. De todos modos seguía manteniendo puntos de irregularidad en forma de canciones que recordaban a sus dos primeros discos. Aún así ya suponía una mejora y una evolución patente.
Y llegamos a 1997 y a “Manual Para Los Fieles”. Lo primero que hay comentar sobre él es que la tendencia continúa y volvemos a encontrarnos ante una nueva mejora respecto a la anterior referencia. Se usan nuevos recursos: folk gallego, alguna base electrónica, tonos de guitarra más variados y sobre todo una mayor consistencia. Las canciones se tornan más maduras, alejándose del toque juvenil de sus más tiernos inicios, existe una mejora líricamente hablando y las canciones menores o más fácilmente desechables se van diluyendo. Un síntoma del disco es su tono más reflexivo; respecto a “Poligamia” quizá bajen los decibelios pero aumenta la melancolía. Los Piratas parecen sentirse cómodos en los medios tiempos con algún aliento épico y en las baladas que poco a poco se van viniendo arriba. En “Manual Para Los Fieles” tenemos un buen surtido de estas canciones: “Fecha caducada”, “M”, “Mi Coco”, “Te echaré de menos”… De todos modos cabe decir que están tocadas con el suficiente músculo y energía como para no parecer ñoñas, hecho que se debe al buen hacer de la formación en lo instrumental.
Éste es el último disco con la participación de la formación más o menos original de banda, esto es: Iván Ferreiro (vocalista), Fon Román (guitarrista), Paco Serén (teclista y guitarrista) Pablo Álvarez (bajista), Javier Fernandez (batería, más conocido como Hal 9000) y Raúl Quintillán (teclista, que en 1998 abandonaría la formación; en este disco de todos modos más bien se limitó a colaborar un poco). Particularmente me gustan las guitarras de este disco, que en su parte más afilada pueden coquetear con el rock clásico, el hard rock o la distorsión del rock alternativo de los 90; tampoco son desdeñables su brillo en los temas más relajados acompañando a la canción y subrayando su fuerza cuando debe. Es una formación, además, valiente que poco a poco se irán abriendo cada vez más a la electrónica, de tal modo que su último disco de estudio “Relax” (2003) será un disco tremendamente sintético, bordeando a ratos el ambient.
“Manual Para Los Fieles” no contiene los dos mayores éxitos de su carrera, “Promesas que no valen nada” y “Años 80”, pero tiene un buen puñado de canciones muy queridas por los fans de la banda (“M”, “Matadero clandestino”, etc.). De todos modos, en cuanto éxito se refiere, el grupo siempre navegó entre dos aguas. Podían tener canciones en “Los 40 Principales” y gustar también al sector indie. Ello no se traduce en que tuvieran hits por doquier sino que jugaban en una “línea intermedia”. Por decirlo más gráficamente, no eran ni mucho menos tan minoritarios como Penelope Trip (p.ej) pero tampoco vendían un millón de copias como Jarabe De Palo (ninguna mala fe en la comparación con esos grupos, por cierto). De hecho, a veces pienso, que al tener un pie un varios ámbitos, Los Piratas suponen un antecedente de muchos grupos indies actuales. Pensemos en Love Of Lesbian, Lori Meyers, Vetusta Morla, Second o Supersubmarina. Grupos que han flirteado con el éxito, recordemos que Love Of Lesbian fue número uno en listas con su último disco, pero que ninguno de ellos son abiertamente mainstream. No hablo tanto de una comparación estilística (que por cierto también se podría analizar) sino de un concepto de grupo como de algo transversal, capaz de llegar a distintos públicos.
Volviendo al ítem de hoy podemos decir que es un disco lo suficientemente largo (15 cortes) como para establecer varias secciones o tendencias dentro del tracklist. Eso sí, antes de nada debemos puntualizar que dos de esos cortes son dos segmentos instrumentales de apenas unos segundos. En la primera parte yo diría que se acumula la parte que hemos dado en llamar más reflexiva, llegaría hasta la séptima canción e incluye p.ej: “Fecha caducada”, “M”, “Mi coco” y “Te echaré de menos”. Bien es cierto que se van intercalando canciones de distinto pelaje como “La canción de la tierra” y “Matadero clandestino” que hacen de contrapeso y rompen una hipotética linealidad. Desde ahí hasta el final del disco se van intercalando medios tiempos con brío como “T.R” y “Tan fácil”, píldoras rock como “Comarcal al infierno”, y temas bastantes particulares como “Mr Wah Wah”, “El viaje sideral del Pequeño Saltamontes” y “Canción para Pris”. Quizá la primera parte sea más sólida compositivamente, pero la segunda tiene otras virtudes como una energía más constante y una mayor experimentación. La inclusión de los ya mencionados interludios instrumentales no la acabo de entender demasiado, podría ser para que el disco alcance una mayor cuota de folk pero de ser así los temas son demasiados breves como para dejar impronta. Por no tener, no tienen ni nombre.
Antes de pasar a comentar las canciones, decir que este disco tiene una importante significación musical para los miembros del grupo, el propio Iván Ferreiro dice sobre él que por primera vez vieron lo que se puede hacer con independencia dentro de un estudio. Escuchando a “Manual Para Los Fieles” creo que se nota.
ANÁLISIS DEL DISCO.1. “”: La primera canción del disco no lleva título y es un pequeño corte instrumental de hechuras folk. Catorce segundos que se supone que tiene que servir de intro o algo así. A mí no me sirve mucho, pero catorce segundos tampoco dan para muchas quejas.
2. “Fecha caducada”: Sin duda el verdadero inicio del disco es éste y uno magnífico además. La canción empieza lenta, nocturna, guiada por unos sencillos pero eficaces acordes de guitarra para dar paso a un apasionado estribillo donde se desatan tanto banda como vocalista. Una bella canción de melancólica letra a ratos: “no me importaría morirme ahora porque no me queda nada. Solo me quedas tú, tú y esta cama oxidada”. Los últimos compases vuelven a una especie de calma contemplativa, anunciándonos que “los demonios de la noche ya se van”. Añadir los ligeros toques electrónicos y la zanfona (instrumento folclórico gallego) de uno de los invitados del disco, Anxo Pintos, y tendremos un muy buen tema. Ya se darán cuenta de que hay algunas cuantas colaboraciones a lo largo del disco.
3. “Mi coco”: El inicio de la canción es el de una balada de manual, suave, sedosa, agradable, de una factura exquisita. Gana fuerza en el estribillo, recurso frecuente en Los Piratas, añadiendo un ligero componente rock. La melodía es excelente, e Iván Ferreiro demuestra cierta versatilidad vocal pasando de la sutileza a la energía o, en otras canciones, a la rabia. Tomen como ejemplo la fórmula de, su ya de por sí buena canción de “Poligamia”, “Mi tercer pie” perfeccionada y tendrán una idea del aura que tiene este inicio de disco. Además tenemos una interesante reflexión en la letra: “la pena dura tanto como quieras tú seguir llorando”. Otro buen tema al zurrón.
4. “La canción de la tierra”: Añadimos un poco de músculo, a base de guitarras distorsionadas (particularmente en el estribillo) y un ritmo mucho más saltarín. A veces es un poco atropellada pero cumple su función, que es añadir un poco de energía al conjunto. La canción desde el título ya deja entrever que se trata de un alegato ecologista líricamente, con bosque y montes, etc. Bienintencionada, sin duda, pero nada del otro jueves. Cuenta con la colaboración del músico vasco Kepa Junquera, que toca la trikitixa (acordeón vasco). Por cierto que el “cucucuchú” del estribillo me recuerda a “I’m the Walrus” de los Beatles.
5. “M”: Uno de los clásicos del grupo, y con motivos para serlo. Es además la balada por antonomasia del disco, sostenida por un sencillo pero efectivo riff de guitarra ligeramente distorsionada que compensa que pueda trasladarse el asunto hacia lo excesivamente edulcorado. Los violines de Anxo Pintos cumplen también un buen papel. Sumando todos los ingredientes tenemos una canción de profunda melancolía, donde el objeto de añoranza es la tal “M”. No obstante también tiene un punto de reproche: “M nunca dudó que me quería a pesar de todo, pero el día que me dejó no le importo dejarme solo”. Formó parte de la banda sonora de “Mensaka”, película que en 1998 llegó a ganar un Goya al mejor guión adaptado.
6. “Matadero clandestino (my big station)”: Es tiempo para el rock y el brío. La canción nos recibe con una salva de guitarras distorsionadas, bordeando el hard rock; todo ello da paso a unas animadas estrofas cercanas al rock clásico. Aunque el momento crucial de la canción es el huracanado estribillo que va subiendo de tono continuamente, épico y con empaque. Saludable matiz a este inicio de disco tirando a la melancolía, con unos resultados mucho mejores que en “La canción de la tierra” y además cuenta con la colaboración, más bien imperceptible, de Miqui Puig. Nuevamente podemos hablar de una canción importante del grupo. En su momento formó parte de la banda sonora original (en su versión española) de la nefasta película de Joel Schumacher “Batman & Robin”, cuyo mayor atractivo es ver a Uma Thurman en sus buenos tiempos embutida en unas apretadísimas mallas verdes.
7. “Te echaré de menos”: Como hemos dicho en nuestra introducción, mi impresión personal es que habría una primera parte del disco hasta la séptima canción con unas características más o menos definidas. En esta primera parte predominan las canciones meditativas, melancólicas y con tendencia a irse progresivamente subiendo de tono. Esta canción, que cierra “ciclo”, cumple sobradamente con estas características, estrofas relajadas y de tono bajo que ceden el protagonismo a un estribillo más intenso y emotivo, subrayado curiosamente por los coros de Sole Giménez.
8. “Canción para Pris”: Peculiar canción ésta. Comienza con un extraño y teatral falsete de Iván Ferreiro, que cede paso a una poderosa ráfaga guitarrera en el estribillo; aguijonazos rock pululan por la canción. Un tema con brío y con un enfoque muy personal y trágico a ratos. Por cierto, la canción está dedicada al personaje de “Blade Runner” interpretado por Daryl Hannah. No es el único guiño a esta película que hacen Los Piratas, recordemos los últimos compases de “Promesas que no valen nada”, e Iván Ferreiro en su carrera en solitario también hace guiños a varias películas o novelas de ciencia ficción: “Farenheit 451”, “Solaris”, etc.9. “”: Pequeño intervalo instrumental “folkie” de 42 segundos y sin título. ¿Algo digno de destacar? No.
10. “T.R”: Canción mixta entre el rock y el medio tiempo, animada y vivaz. Tiene quizá el aire más positivo del disco. Se agradecen de vez en cuando estos ramalazos luminosos. No es de lo más destacado del álbum, pero algún detalle de guitarra es interesante y además es tarareable. Agradable.
11. “Tan fácil”: Musicalmente es similar a la anterior canción, formando una especie de díptico de medios tiempos. Si acaso tenemos un poco más de filo, debido quizá a que la letra en este caso es bastante más pesimista; podemos escuchar una serie de reflexiones sobre las soledad y la capacidad de reponerse de los golpes y las caídas: “me he cargado tantos pactos, que sólo si me caigo justifico buenos ratos”.
12. “Comarcal al infierno”: Apuesta decidida por el rock y junto con “Matadero clandestino” la canción más energética del disco. El espíritu casi hard rockero se palpa desde el inicio y es el momento donde más filigranas guitarreras de Paco Serén y Fon Román podemos encontrar. Más allá de su capacidad eléctrica, no es el momento más lúcido del disco y es precisamente la pericia instrumental una de las cosas que se podrían rescatar. La letra, de paso, aprovecha para reivindicar el vicio y la vida disipada. El título, suponemos, será un guiño a AC/DC y su “Highway to hell”.
13. “Mr. Wah Wah”: Creo que podría ser el momento más estrafalario del disco. La voz bascula entre los narrativo y lo teatral, contando diversos aspectos de un tal “Mr. Wah Wah”: “Mr Wah Wah ya no sabe si estás muerto, Mr Wah Wah continúa su paseo”. Es decir la letra es más bien extraña y por si faltara algo, la guitarra está en consonancia con el título. En efecto, el grupo hace uso y abuso del efecto wah wah de la guitarra… El conjunto es, por lo tanto… Desconcertante. No obstante valoro el espíritu aventurero de la canción y como Los Piratas son capaces de ser valiente y alejarse de vez en cuando del formato de melodía más tradicional. A su modo me gusta, sí señor. Por cierto, tiene un antecedente claro en el disco “Poligamia”, en concreto en la canción “Suso Martínez Romero”; es también una canción narrativa, centrada en un peculiar personaje… Y de paso era uno de los momentos maduros del disco anterior.
14. “El viaje sideral del Pequeño Saltamontes”: Desde el título ya intuimos que la canción tampoco va a ser del todo normal. Y en efecto continúa con la vena exploratoria, en cierto modo “experimental”, del tema anterior. Empieza con una leve psicodelia, conseguida a base de una marcada línea de bajo y una voz ensoñadora. En cuanto a la letra, vamos a decirlo claramente, tenemos un auténtico alegato fumeta. Vean si no la indisimulada mención al hachís: “No me quemaré la mano, yo reduciré la piedra con fuego”. Poco a poco y de forma progresiva vamos subiendo de intensidad hasta llegar a un poderoso estribillo. Pero hay más elementos. Por ejemplo, un leve rapeo de Antón Reixa (líder de Os Resentidos) y como segunda parte de la canción se van escuchando fragmentos de temas anteriores, como si fuera un sumario o balance del disco. Por lo tanto, original estructura para una canción en general bastante completa. Parte de los hallazgos ya estaban en la parte madura de “Poligamia” y en concreto en la canción “Viviendo en el modo D”. De hecho está canción se la suele subtitular como “Viviendo en el modo D (2ª Parte)”. Lo cual nos debe llevar a pensar que ya en el disco anterior había semillas que, perfeccionadas, germinan en “Manual Para Los Fieles”.
15. “Tristura”: Breve epílogo que consiste en musicar un poema de Rosalía de Castro en gallego. La canción está completamente escorada hacia el fok gallego, incluye voces femeninas y es una composición de Paco Serén y Fon Román. Reflexiva y hermosa, no es que sea un final muy rutilante pero infunde variedad al disco. Además solamente dura 2:32 minutos.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.Mi conclusión general sobre el disco es que supone un avance tremendamente significativo para el grupo y la confirmación de la capacidad de aprendizaje de los vigueses. Tiene un matiz más valiente y personal, cosa observable incluso en los diminutos intervalos instrumentales que si bien no son sustanciosos, dan pistas de que Los Piratas querían hacer algo más “propio”. Prácticamente todos los clásicos más recordados están en los que hemos dado en llamar la primera parte del disco, lo cual no debe llevarnos a entender que la segunda parte es vacua o funcionarial. Todo lo contrario, a ratos contiene varias de las ideas más osadas.
Y partir de este disco… Continúa la ascensión: un recopilatorio “Fin De La Primera Parte” (1998) con dos excelentes canciones nuevas, “Vacio” y “Hoy por ayer”, una furibunda versión de “My way” que allá por 1999 formó parte de una campaña publicitaria de Airtel, un extraordinario nuevo álbum “Ultrasónica” (2000) donde la experimentación y la inmersión electrónica es muy significativa en canciones como “Teching”, aparte de contener su clásico “Años 80” y finalmente como último álbum de estudio “Relax” (2003), donde la electrónica está más patente que nunca a base de ambient, atmosferas y ocasionalmente contundentes bases. Y después… Despedida y desbandada, y para “conmemorarlo” la banda decide lanzar un directo “Fin De La 2ª Parte” (2004) que además incluía dispares e interesantes artistas invitados: Bunbury, Eva Amaral y “El Drogas” (cantante de Barricada). También cabe añadir que Los Piratas tienen abundante material adicional en forma de caras b, temas inéditos y tomas alternativas. Baste ver el disco “Sesiones Perdidas” (2001), formado a base de canciones grabadas en la sesión de “Ultrasónica”, que no llegaron a entrar, y cuya extensión no es nada desdeñable (se trata de un disco doble de rarezas y remezclas). Sobre este particular “Relax” no se queda ni mucho menos atrás y por ejemplo el single “Respuestas” trae consigo… ¡15 canciones inéditas! Todo ello significa que la banda en sus últimos compases estaba en un gran momento productivo y por eso me resulta extraño que justo en un momento de semejante ebullición decidieran separarse. Y dado que cada vez se aventuraban en nuevos terrenos siento cierta curiosidad de como hubieran futuros lanzamientos. No sé si sus carreras en solitario serían extrapolables a lo que hubiera venido después, ni habrá forma de saberlo.
En fin, me gustaría recalcar la idea de ascensión creativa que tuvo el grupo y dentro de esa ascensión “Manual Para Los Fieles” fue una bisagra importante. Hay un hecho, quizá demasiado anecdótico pero revelador, que se remonta al año 1993 cuando Los Piratas telonearon a Radiohead en Sevilla. Iván Ferreiro ha reconocido que fue un hecho fundamental para su banda pues a partir de entonces el grupo de Oxford acabó siendo un referente para Los Piratas. Como las comparaciones tienen fama de ser odiosas, mejor matizar que no estoy comparando al trasluz los estilos de ambas bandas, ni equiparando magnitudes artísticas. Simplemente hablo de que Thom Yorke y compañía ejercieron cierto influjo sobre Los Piratas a la hora de ser un grupo poroso y de mente abierta.
Y para acabar me remito a la idea del primer párrafo, traten de separar lo musical de lo truculento. El disco merece ser escuchado.
Texto: Mariano González.