“Si a la vida le quitamos la magia, queda la vida”. Esta frase me la dijo un amigo, cierto día que estábamos hablando de lo real y lo irreal, de lo metafórico y lo empírico. La lógica aplastante de mi amigo y sus argumentos, me dejaron sin palabras. Él sostenía que la magia no existe, por tanto la vida, sin magia, sigue siendo la vida. Decía que todo el misticismo que solemos llamar magia, como las casualidades, los fenómenos naturales o el amor, no son producto de la magia ni responden a ningún elemento paranormal o metafísico, sino que forman parte intrínseca de la vida misma.
Yo creo que estoy de acuerdo con él. En caso contrario mi tumor sería producto de algún tipo de magia negra y no creo que sea así. Simplemente creo que es fruto de la propia mala suerte que a veces nos toca. Nada más. Claro que eso no nos lo enseñan en la escuela ni en ningún sitio. Debería haber una asignatura que tratase sobre la suerte, “cómo lidiar con la suerte”. La buena y la mala, claro. Según leí en algún lugar, resulta que la gran mayoría de los suertudos que ganan mucho dinero en la lotería, se arruinan en un plazo de tres años por culpa de tres cosas fundamentalmente: malas inversiones, préstamos a familiares y amigos y despilfarro personal. A ellos nadie les enseño a gestionar la buena suerte y de golpe se ven de nuevo donde estaban pero con el ánimo roto por lo que pudo haber sido y no fue. Debe ser espantoso estar allí arriba, con millones en el bolsillo, gozando de hoteles caros, comida lujosa, vuelos en primera clase, coches carísimos… y de golpe tener que volver a trabajar y hacer una vida normal otra vez.
Es curioso. Toda la vida me han dicho que tengo buena suerte, básicamente en cosas pequeñas, cotidianas, casi sin importancia. Es cierto que me han sucedido cosas buenas, pero también es verdad que yo las he sabido buscar y siempre he pensado que no era cierto eso de que yo tuviese buena suerte. El tiempo, lamentablemente, me ha dado la razón. Qué le vamos a hacer. Como siempre digo, no me queda más remedio que ponerme una sonrisa lo menos forzada posible y llenarme de valentía y coraje para hacer frente a todo esto.
Pensando en la magia y en cómo afecta a la vida, hoy subo la foto de los pistilos, la misma que publiqué hace un par de días, pero sin hacerle ningún tratamiento al color. También os presento a la flor en cuestión, la culpable de que hayamos gozado de imágenes tan chulas. Supongo que ver estas dos imágenes supone quitarle un poco de magia a las cinco del otro día, pero si pensamos que la magia no existe más que como parte de la vida, entonces no habremos perdido nada, todo sigue igual y podemos saborear aquellas cinco siempre que queramos.
Que la suerte os acompañe, la luz os ilumine y la magia os llene la vida de trucos buenos.