El presidente Donald Trump tiene poderes sobrenaturales que hacen efecto rápidamente en el sector demócrata de los Estados Unidos. Si el presidente dice que le encantan los gatos, los representantes del partido demócrata dirán que odian a los gatos y si el presidente dice que odia las víboras venenosas automáticamente los demócratas dirán que las aman.
Es lo que pasó muy recién con el asunto de las Maras Salvatruchas. Trump dice que son animales por su basto historial de asesinatos horrendos y su consigna de violar, robar, controlar y salen los detractores de Trump a decir que a los pobrecitos de las Maras hay que darles otra oportunidad. Si Trump los odia no pueden ser malos.
Los integrantes de las Maras no son animales, no son monstruos; son seres humanos que se comportan como animales y monstruos y en el hecho de que son humanos es donde recae toda la responsabilidad moral. Llamar a las Maras animales no es más que una expresión alegórica a su comportamiento poco humano y extremadamente salvaje; no es un insulto, es una descripción ligera de una conducta serial. Ahora, los de la izquierda sienten en sus entrañas la necesidad de defender todo lo que a Trump no le cae bien y ahora atacan al presidente.
Ana Navarro, una de las periodistas anti-Trump más amada de la CNN dijo:
Hay una línea muy delgada cuando se empieza a deshumanizar a las personas, es lo que hicieron los nazis, lo que hicieron los esclavistas, no es lo que hacemos en Estados Unidos.
Luego continuó con el discurso en Twitter.
Cualquiera que use la palabra animal para referirse a otro ser humano es un asco de persona.
Con este tipo de declaraciones uno se pregunta si violar, decapitar, robar, traficar y sacar corazones a gente viva es algo muy humano, algo digno de honores y alabanzas, y hablando de asco de personas; Ana Navarro es la misma que en Octubre de 2016 puso en su muro de Twitter que Trump y su familia eran animales.
¿Donald Trump debería abandonar la contienda electoral? Sí, pero también la raza humana. Él es un animal. Con perdón de los animales.
Trump los tiene mal, los tiene enfermos. Primero esta señora es nuestra maestra de moral al decirnos en 2016 que Trump es un animal y ahora es nuestra maestra de moral al decirnos que decirle animal a otro ser humano es aberrante.
Al final, el súper-poder de Trump solo hace que crezca el sector republicano. Cada vez que los de la izquierda caen en estos jueguitos, es como si se resbalasen en la cáscara de banana. Van y vienen desorientados, sin nada que decir más que incongruencias.