La obra de Platón que mejor sobrevivió durante la Edad Media fue el Timeo, que quizá sea su diálogo más influyente y una de las obras de atribución más discutida. Se trata de una cosmología donde el creador del mundo, el demiurgo, construye el universo según un esquema matemático basado en los cinco poliedros regulares.
El atractivo de los poliedros y la influencia platónica durante el Renacimiento encuentra su mejor expresión en el Mysterium Cosmographicum (1596) de Johannes Kepler: se intenta justificar la posición de los planetas a través de poliedros inscritos encajados.
Los poliedros encontraron campo abonado en Inglaterra donde incluso llegaron a formar parte de los mausoleos de personas notables.
El delicioso y abigarrado Museo de Historia de la Ciencia en Oxford conserva un modelo ¿escultórico? de poliedros que procede de la Biblioteca Bodleiana por cesión. La obra fue presentada por Sir Clement Edmonds, Fellows de All Souls, en 1620. El propio museo duda de que se trate de ¿un monumento a la matemática? Los cinco sólidos platónicos están construidos en su versión vacía tanto en mármol como metal. La dominante parte superior es un dodecaedro de marmol que alberga en su interior un dodecaedro estrellado metálico. La inclinación y su proximidad a una esfera hacen pensar que se trata de un modelo cosmográfico.
Por si fuera poco misticismo matemático, enfrente de los poliedros se encuentra una Tabla Sagrada del matemático y mago John Dee, escrita en el peculiar lenguaje angélico. El neoplatonismo renacentista revalorizó la matemática frente al aristotelismo pero también asoció a ella unos poderes herméticos de los que la ciencia moderna tuvo que irse desprendiendo.