Estamos en vísperas de que España padezca una de las peores tragedias que puede sufrir una nación: una rebelión que reclama la ruptura y la independencia. Los principales culpables de esa tragedia son los políticos españoles, miembros de una de las castas mas ineptas, antidemocráticas y corruptas del mundo occidental. El Independentismo catalán es la obra demoníaca de unos políticos que han destruido en España todo lo que han tocado: los valores, la unidad, la igualdad, la economía, la convivencia, la prosperidad, el prestigio, la esperanza y el orgullo de ser españoles. Aunque la Justicia no sea capaz de castigarlos, les ha llegado la hora de pagar por esas suciedades, canalladas y delitos. Si no lo hacen los jueces por iniciativa propia, lo harán un día, aunque ya sea tarde, por presión de un pueblo indignado y asqueado. Los descendientes de los que gobernaron España en la etapa de la "falsa democracia" tendrán que convivir con el reproche y el desprecio de un pueblo que sentirá rabia cuando conozca toda la verdad. ---
Algunos ilusos creen que la tragedia de la independencia catalana puede evitarse con la fuerza de la ley o con la de las armas, enviando allí al Ejército y la policía, pero se equivocan. Ocurra lo que ocurra, haya o no haya independencia, el mal está hecho y España, por culpa de una deleznable jauría de políticos desalmados y operando tanto en Cataluña como en el resto del país, habrá consumado una fractura que traerá cola: enfrentamientos, ruina y dolor.
Los políticos han destrozado España y deben pagarlo. Aunque la Justicia no funcione ni tenga libertad y grandeza suficientes para castigar a los maltratadores de España, el pueblo debe exigir que la justicia se aplique y los que han destruido el país lo paguen como merecen.
Si los independentistas obtienen mayoría, aunque no consigan la independencia porque la ley lo impide y la política internacional también, la fractura de España se habrá consumado y, por culpa de la clase política, tendremos que deambular a lo largo del siglo XXI con el terrible lastre de una región que quiere abandonar la nación.
Lo mas indignante e indeseable de todo este asunto es que la rebelión independentista o, como otros sostienen, el golpe de Estado camuflado, es una fechoría de la clase política española, que comenzó con aquel perdón de Felipe González al corrupto taimado de Jordi Pujol, al que habían sorprendido metiendo las manos en la Banca Catalana.
Pero después llegaron los demás, tanto de derecha como de izquierda, consumando la fechoría y permitiendo el adoctrinamiento, el odio antiespañol y el robo corrupto a cambio de obtener los votos que ellos necesitaban para gobernar. Lo hizo el PSOE y los hizo el PP, ambos llenándose de suciedad y corrompiendo la democracia hasta límites intolerables, con Aznar y Zapatero como artífices del desastre.
El independentismo no existía apenas cuando murió el denigrado Franco. Eran cuatro gatos escondidos, pero el monstruo fue alimentado por una clase política infernal "made in Spain" que nunca fue democrática ni decente y que hoy, cuatro décadas después, exhibe su impudicia corrupta y sus fechorías reiteradas sin rubor y sin pedir perdón.
Pero, al morir Franco, tampoco existían el endeudamiento brutal de hoy (España era, junto con Luxemburgo, el país menos endeudado de toda Europa), ni el despilfarro, ni partidos políticos impunes, ni los impuestos abusivos, ni las desigualdades galopantes, ni tantos miles de millones escondidos en paraísos fiscales, ni corrupción institucional masiva, ni abusos de poder extendidos por toda la geografía, ni el derrumbe de los valores, ni el miedo al futuro, ni el odio a la casta política... ni muchas cosas mas, todas vergonzantes.
Y lo peor es la impunidad y el descaro. La impunidad de los culpables del desastre, a los que el pueblo, cobarde y cómplice, no les exige nada, y el descaro con el que tipos como González, Aznar y Zapatero, protagonistas estelares de la gran tragedia española, van por ahi dando conferencias, sentandose como teóricos sabios en el Consejo de Estado, cobrando decenas de miles de euros y sin arrepentirse ni pedir perdón, cuando deberían estar de rodillas, llorando y pidiendo al pueblo perdón y clemencia por los estragos causados.
España debería llamar al 016 para denunciar a sus políticos maltratadores, pero nos tememos que eso es solo un sueño hermoso que nunca veremos.