Muchos se extrañan de que el grueso de los políticos se estén deslizando hacia la tiranía y que ayuden a la construcción del nuevo mundo tiránico que promueven los poderes en las sombra, partidarios de un Nuevo Orden Mundial (NOM) sin democracia, con escasas libertades y derechos y un gobierno tan fuerte que resulte inamovible. Y sin embargo esa apuesta de los políticos por la tiranía es perfectamente lógica porque a ellos la democracia no les conviene porque los votos en libertad pueden expulsarlos del poder y las leyes democráticas les impiden saquear y aprovecharse de todos los beneficios y ventajas derivados del poder. En España, Pedro Sánchez, un entusiasta seguidor del poder sombrío y del NOM, se niega a permitir que los jueces elijan a los jueces, como es preceptivo en democracia y le exige la Unión Europea. Como buen sátrapa y aspirante a tirano, quiere seguir controlando los altos tribunales y disfrutando de toda la impunidad posible. Su intención de rebajar las penas por sedición, sólo para beneficiar a sus aliados golpistas catalanes, es síntoma claro de inmoralidad y demuestra que Sánchez es cualquier cosa menos un demócrata. También demuestra que es un peligro para España porque su gran obsesión es mantenerse en el poder y que, para lograrlo, está dispuesto a llegar demasiado lejos. La democracia a quien conviene es al pueblo porque le defiende de los miserables, le otorga protagonismo y le permite controlar a los poderosos para que no sojuzguen y aplasten a los ciudadanos. ---
Los que mandan siempre han querido mandar más y poder hacerlo sin controles ni obstáculos. Esa ambición del poder absoluto la han compartido emperadores, reyes, clesiásticos, militares, virreyes, diputados, senadores, alcaldes y todo el que haya poseído algún poder.
Los reyes tuvieron un poder absoluto porque decían que habían sido elegidos por el mismo Dios. Después, cuando los burgueses derribaron aquella patraña, sustituyeron a los monarcas por administradores del Estado igualmente poderosos, que en lugar de haber sido elegidos por el mismo Dios lo eran por la "voluntad popular", que fue elevada hasta el rango de dios de la política.
En las democracias modernas, la obsesión por el poder es la misma que existía en tiempos de los faraones o los emperadores persas. Pero como el sistema democrático había sido diseñado para frenar y controlar ese poder de los gobernantes, se dedicaron a debilitar y prostituir la democracia, realizando trucos, cambios y reformas que eran presentadas al pueblo como avances progresistas, pero que en realidad sólo eran avances hacia la ansiada tiranía.
Y sin otro fin que dominar y poseer un poder sin límites, hicieron lo posible por desculturizar al pueblo, maleducarlo, adormecerlo y hasta envilecerlo. Utilizaron la mentira y el miedo para acumular más poder e inventaron todo tipo de excusas para fortalecer su dominio: subieron los impuestos para disponer de mas dinero, que empleaban en comprar votos y fortalecer el clientelismo. Aprobaron leyes que les blindaban, compraron periodistas y jueces
Si los políticos son un peligro por su incontrolable afán de poder, los socialistas lo son todavía más porque son enemigos de la libertad, de la prosperidad y de la inteligencia, conscientes de que la gente que ama la libertad, la que tiene dinero y la que sabe pensar y reflexionar jamás votan socialismo, lo que les impulsa a llenar las naciones de esclavos, pobres y analfabetos, un chusma que sí está dispuesta a votarles.
Los políticos, enemigos de la democracia, son los que la han prostituido y despojado de sus mecanismos de defensa. Todos han participado en el asesinato de la democracia, pero las izquierdas lo han hecho con un entusiasmo especial, hasta con sadismo, eliminando la información libre, la separación de poderes, la independencia de la Justicia, el protagonismo del pueblo, el poder de la sociedad civil, la igualdad ante la ley, el castigo de los corruptos y sobre todo los controles que el sistema democrático establece para limitar el poder de los gobiernos.
Francisco Rubiales