Lo ocurrido hace días con el alcalde de Mollet del Vallés, acosado y perseguido por su pueblo porque su primera medida, tras tomar posesión del cargo, fue subierse el sueldo, revela que los españoles hemos aprendido a ser más libres, exigentes y demócratas, que la impunidad de los gobernantes, la peor lacra de la mal llamada "democracia española" empieza a terminarse y que ya no estamos dispuestos a tolerar a ineptos y sinvergüenzas al frente de las instituciones púbñlicas.
El acoso al alcalde catalán no es, ni mucho menos, el único signo de que las cosas están cambiando en España. Ni siquiera es el mas importante. La mayor victoria de la democracia frente al abuso del poder y la opresión antidemocrática de la casta dirigente es la renuncia de Zapatero a presentarse a las elecciones de 2012, una decisión que adoptó en contra de su voluntad, obligado por la presión popular. que le rechaza masivamente y que ya no está dispuesta a tolerar abusos, ineptitudes, mentiras y otras actuaciones antidemocráticas del "zapaterismo" socialista.
La derrota socialista en las recientes elecciones autonómicas y municipales de mayo de 20111 fue otro signo del cambio de actitud de los ciudadanos españoles, dispuestos ya a casticar a los que utilizan el poder político para beneficio propio y de su partido, relegando el bien común y la decencia. El nacimiento y popularidad del movimiento 15 M, los abucheos a los políticos en las calles y plazas y otros muchos gestos populares demuestran que los españoles se han vuelto rebeldes y están dejando de aobardarse frente a los canallas.
La plabra "chorizo" empieza a ser utilizada sin miedo para calificar a la clase política. Es cierto que ese uso induiscriminado puede ser injusto porque no todos los políticos abusan o son ldrones y sinvergüenzas, pero es una calificativo justo y merecido porque los polçiticos que están limpios son culpables por guardar un silencio cobarde y cómplice ante los abusos e iniquidades de sus colegas y compañeros de partido.
En democracia, los ciudadanos de Mollet tenían razón al llamar "chorizo" a un sujeto que nada más llegar al poder piensa primero en sí mismo, olvidando los problemas de sus electores, cuando se están recortando salarios y gastos, se producen impagos a proveedores y la gente se lanza a la calle a protestar porque el desempleo y la miseria hacen estragos en la sociedad, mal gobernada por una clase dirigente que continua disfrutando de sus privilegios, despreciando el sufrimiento de millones de españoles.
Lo que está ocurriendo en España es el resultado de la llegada al poder de una clase política criada en los lodazales antidemocráticos en que se han convertido los partidos políticos, transformaos en asociaciones más o menos mafiosas, dedicadas a repartir beneficios entre los suyos. Ante el olvido descarado del bien común y del interés general, los ciudadanos reaccionan con indignación y cada día se sienten más dispuestos a exigir sus derechos y a demostrar a los políticos quien debe poseer el poder y la soberanía en democracia.
España se está convirtiendo en la mayor y más eficaz fábrica de chorizos de Europa y los informes de instituciones como Transparencia Internacional señalan a los partidos como el lugar donde funcionan esas inmensas fábricas a pleno rítmo. Esa es la mala noticia. La buena es que los ciudadanos despiertan y están dispuestos a fumigar esos nidos de trepas y de chorizos, a exigir a la sometida Justicia española que actúe conta los delincuentes que gobiernan y, en caso de que esa Justicia no se mueva, a manifestarse en las calles y a utilizar cualquier otro camino para exigir la eficacia, la limpieza y la decencia que la casta política ha erradicado de su comportamiento.
El "ejemplo" de gobernantes como Zapatero, que demuestran cada día su baja estofa y que no dudan en hundir cada día un poco más al país que gobiernan, destruyendo principios sagrados como la unidad y la igualdad de la nación al hacer a los nacionalistas concesiones intolerables, sin otro motivo que el deseo de permanecer en el poder, demuestran lo bajo que ha caído la política en España y el ínfimo nivel etico y político de los gobernantes españoles.
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