Ayer mi compañero de profesión Luisma Aparicio, me etiquetó en una foto sobre una noticia publicada en un periódico, en ella, se habla sobre los políticos y la educación, haciendo referencia a la propuesta de realización de un MIR por parte de los maestros.
Su autora Rosa María Rodríguez (filósofa y escritora) hace una reflexión que todo aquel preocupado por la educación está obligado a leer. La autora señala, con acierto, que no todos los problemas de la educación están relacionados con la formación docente, podría considerarse uno de ellos, pero hay más, muchos más. Problemas de ratios (yo tengo clases con 30 alumnos/as), escasez de recursos e instalaciones, falta de compromiso por parte del alumnado y de las familias, etc.
Señala como cada vez nos lo ponen más difícil, ahora quieren que tengamos que realizar un MIR con dos años de prácticas (¿remunerado?) o como estamos de prácticas, ya si eso, dudas que me vienen a la cabeza. Cito textualmente a la autora: "Y todo ello para obtener una plaza en un sistema educativo escasamente atractivo, cuyo trabajo sufre una creciente devaluación social, con un sueldo no excesivo y sin posibilidad de promoción profesional".
Y, posteriormente, realiza una comparación con los políticos, donde señala, con gran maestría, instituir de la misma manera a los políticos. Exponiendo que "todo político debería de tener una titulación adecuada al cargo que aspira (no me vale, cualquiera puede ser político. No, gente preparada para ello), titulación de inglés y de lengua propia, y habrá de presentarse a unas oposiciones, para acceder a un periodo de practicas en la Administración. Y después requerirá una evaluación positiva que le dará la posibilidad de volver a presentarse al área que aspira gestionar, si las aprueba, podrá presentarse en listas para su democrática elección".
Siempre es más fácil echar la "mierda" a los demás que ser capaz de "mirarnos el ombligo". Lo que hace falta es voluntad de cambiar, escuchar a los docentes que día a día lo dan todo en sus clases y que conocen la realidad de las aulas, liberarlos de tanta burocracia y, fundamentalmente, darle la importancia que se merece a la profesión docente.
Aquí os dejo la carta de Rosa María Rodríguez (filósofa y escritora).