Javier Redondo, que los jueves escribe libre de marca, nos recordaba el otro día en su columna que "el previsible resultado de la estrategia de distensión y dícese «diálogo» practicada por Sánchez con el separatismo -consistente en sostener la legislatura- es que a la mesa de negociación se sume la CUP. Todo un logro tales políticas de inclusión ensayadas desde Moncloa. De Torra a la CUP. Ni rastro de Illa. En campaña, un politologuito de Sánchez apareció en pleno trance en la tele de Iglesias para proclamar entusiásticamente que «en términos comparativos, Illa es incluso más potente que los candidatos de otros partidos» [el incluso lo usó de modo incorrecto y enfático, queriendo decir: «Incluso más potente que sí mismo, el propio Illa»]. Poseído, concluyó -para deterioro y desprestigio de la ciencia política, convertida en prestidigitación al cobro-: «Yo nunca había visto esto. Es algo excepcional».
El mismo politologuito, por cierto, que celebraba el ascenso de la Esquerra en las últimas elecciones autonómicas como un "partido moderado".
Así está la profesión.