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Los prejuicios hacia el autor

Publicado el 25 junio 2012 por Rusta @RustaDevoradora
Los prejuicios hacia el autorLa carta de presentación de cualquier novela se compone de un título, una cubierta, una sinopsis y, por supuesto, un autor. Aunque lo que importe sea el contenido, ese primer vistazo condiciona la impresión que el lector se lleva del libro y, por consiguiente, sus deseos de leerlo. En esta reflexión me centraré en uno de esos elementos: el nombre del autor.
Cuando se trata de un escritor de renombre, el número de ventas aumenta porque tiene un público fiel. Si es alguien desconocido, generalmente no provoca ninguna reacción, tan solo indiferencia. Pero esas no son las únicas posibilidades: el autor puede ser alguien conocido por motivos no literarios, lo que tal vez le perjudique en esa primera impresión. Veámoslo.
Por ejemplo, el autor puede ser un personaje popular (actor, presentador, deportista...) que en un determinado momento de su vida ha decidido publicar un libro. Algunos lo han hecho de forma puntual (Ana Milán, Raquel Sánchez Silva...), mientras que otros ya llevan varios títulos a sus espaldas y parecen tener la intención de seguir (Nuria Roca, Risto Mejide...). A pesar de que no todos los escritores han cursado estudios de letras, con los rostros conocidos se tienen más prejuicios que hacia alguien de cualquier otra profesión que un buen día decide ponerse a escribir.
Por un lado, esos prejuicios tienen su fundamento: la popularidad les facilita el camino a la publicación, incluso aunque su manuscrito sea muy malo, de modo que no transmiten mucha confianza. Además, la mala fama que acompaña a algunos no ayuda (al menos a los lectores que buscamos calidad; el morbo es otra cosa), aunque también es justo reconocer que si conociéramos en persona a los demás escritores seguro que en ocasiones nos sentiríamos defraudados. De todos modos, nadie les puede quitar el derecho a escribir: tal vez alguno ya tenía pensado hacerlo antes de ser famoso, así que la popularidad no va a cambiar los atributos de su obra.
No obstante, los prejuicios no solo se tienen hacia personajes populares que deciden ponerse a escribir. A veces son los escritores consagrados los que transmiten esa sensación, sobre todo cuando son fuente de polémicas, como Lucía Etxebarria: siempre que he reseñado un libro de esta autora he recibido comentarios que dicen abiertamente que no tienen ningún interés en leer nada suyo porque les cae mal. Una lástima, pero algo inevitable en alguien que despierta amor y odio.
También hay casos de prejuicios por razones ideológicas. Por ejemplo, he leído comentarios muy feos sobre Gemma Lienas por su feminismo declarado, y mensajes que invitaban a boicotear la obra de Isabel-Clara Simó por sus ideas políticas. Solo puedo tachar estas actitudes de ignorancia: entiendo que se puedan tener prejuicios hacia alguien que ha protagonizado escándalos en un programa del corazón (porque es algo impropio del mundo literario), pero ¿tener una mala opinión de un autor por ser una persona implicada en los asuntos sociales, alguien que defiende sus convicciones? Tanto si se comparte su postura como si no, al menos se demuestra que ese autor tiene cultura y cosas que decir, lo que seguramente se note también en su obra literaria.
En cualquier caso, me parece fundamental saber separar autor y novela. Ni todos los libros de Gemma Lienas hacen una defensa apasionada del feminismo, ni todos los famosillos que escriben lo hacen para pasar el rato (no puedo aportaros ningún ejemplo comprobado por mí misma, pero por lo visto Boris Izaguirre no lo hace nada mal). ¿Cómo combatir los prejuicios? Leyendo, leyendo lo que han escrito esos autores y las opiniones de quienes los han leído. En otras palabras: salir de nuestra ignorancia.

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