La criminología sostiene un debate epistemológico en tránsito en el que se incluye la posibilidad de tratar el tema de la relación entre los medios masivos y el tratamiento de los temas relacionados con la violencia, el delito, conductas desviadas, o como se las llame. Así lo entiende, entre otros, Eugenio Zaffaroni en su trabajo "Criminología Mediática". Esto es así dado que en la actualidad los medios de comunicación masivos juegan un rol fundamental en cuanto a la construcción social que pretenden difundir. Es importante mencionar el papel que juegan los medios de comunicación, ya que éstos suelen reemplazar fácticamente los organismos del sistema penal, con resultados no deseados generando en amplios sectores de la sociedad pedidos de políticas criminales autoritarias y de abandono del sistema de derechos y garantías, términos considerados como insultos. Esto es claramente visible si nos detenemos a observar la elección de la terminología al momento de comunicar un suceso, y sobretodo, si nos percatamos de todo el nivel de prejuicios y pre-conceptos que existen en lo que llamamos "el sentido común", la construcción de sentido, y en definitiva y con nuestro propio pensamiento y sistemas de creencia en juego, cómo les damos de comer a aquello que se denomina "empresarios morales". Vamos con la nota...
Por Vicky Castiglia
Russo fue detenido en el estacionamiento del Hospital Garrahan seis meses después de realizarse un allanamiento en su domicilio en la zona conocida como barrio River, en Núñez, donde se secuestraron las memorias de las computadoras, entre otros elementos informáticos. Actualmente se encuentra detenido en el penal de Ezeiza acusado de tenencia y distribución de pornografía infantil.Por Vicky Castiglia
A la criminología mediática se le puede definir a grandes rasgos en relación con los discursos sobre crimen y seguridad que emergen de los distintos soportes de prensa y que operan en el entramado social a través de distintas herramientas (vinculadas al miedo, al punitivismo y a la violencia), con el objetivo de imponer una lógica determinada de disciplinamiento social. En general, esos discursos son abordados desde el eje seguridad / inseguridad mediante la construcción de un enemigo basado en una lógica de clase, donde el pobre siempre es el malo, el asesino, el violento.
La irrupción de un caso como Russo pone en jaque a la criminología mediática tradicional en los medios de comunicación hegemónicos, porque se corre del lugar tradicional del que opera. Se está frente a un caso en el que el principal protagonista forma parte de aquellos lugares reservados para “la gente de bien”. No sólo su condición de sujeto de clase media alta irrumpe en el esquema. Se trata de un médico de una institución de renombre. Por eso la apelación al morbo mediático cobra más relevancia que su condición social. De ahí la publicación de la cantidad de fotografías que le fueron encontradas, los detalles sobre su consultorio, sus vínculos sociales, el seguimiento de sus redes sociales, su relación con la pornografía, etc.
La facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP cuenta con una Maestría en Criminología Mediática, dirigida por del jurista Eugenio Zaffaroni, quien explica que ésta “crea la realidad de un mundo de personas decentes frente a una masa de criminales identificada a través de estereotipos, que configuran un ellos separado del resto de la sociedad, por ser un conjunto de diferentes y malos. (…). Este ellos se construye por semejanzas, para lo cual la televisión es el medio ideal, pues juega con imágenes, mostrando a algunos de los pocos estereotipados que delinquen y de inmediato a los que no delinquieron o que sólo incurren en infracciones menores, pero son parecidos. No necesita verbalizar para comunicar que en cualquier momento los parecidos harán lo mismo que el criminal. Para formar este ellos se seleccionan cuidadosamente los delitos más cargados de perversidad o violencia gratuita. Como para concluir que ellos deben ser criminalizados o eliminados, el chivo expiatorio debe infundir mucho miedo y ser creíble que sea el único causante de todas nuestras zozobras”.
El problema que se cristaliza en este tipo de abordaje mediático, como el de Russo, con un énfasis en la morbosidad, es la pérdida del foco de la necesidad de proteger a las víctimas, en este caso menores de edad. La urgencia por informar y por alimentar al morbo da lugar a la publicación de fechas, datos y especificidades en las que, si bien no se dan a conocer los nombres, se los expone. “El interés mediático en ocasiones se centra en algunos delitos sexuales, porque son hechos cuyas imágenes provocan mucha indignación y también despiertan gran interés morboso, aunque no en todos los delitos sexuales, sino en los que les sirven”, señala Zaffaroni en su libro.
Casos como el del pediatra plantean el interrogante de hasta qué punto es capaz de llegar la narrativa periodística en torno a la construcción de un caso basado en el morbo, fundamentalmente cuando se incluye a niñas y niños.
Al respecto, en una publicación sobre criminología mediática de la Revista del Colegio de Magistrados y Funcionarios del Departamento Judicial de San Isidro, la auxiliar letrada de la Sala II de la Cámara Penal de San Isidro, Sandra Elizabeth Calgagno, refiere: “la inmediatez y aceleración de la difusión de mensajes y contenidos a través de los medios masivos de comunicación, no pueden hacer descender la voluntad jurídica de preservar los derechos humanos fundamentales, ni presupone asumir una actitud pasiva ante el hegemonismo que la información genera. De ahí la necesidad de aumentar la capacidad de resistencia y del sentido crítico cuando se laceran principios, garantías y derechos a efectos de que prevalezcan sobre todo, las sociedades digitales de la dignidad, de la solidaridad y de la justicia. El espacio real de la comunicación a través de los medios en lo relativo a los hechos penales, se ha enmarcado en tratados internacionales, en las constituciones y en leyes positivas y procedimentales, y en menor medida, por la deontología periodística, cuestión que indica una mirada atenta del sistema de justicia penal y a los medios de comunicación de cara al exceso y sobredimensión que en ocasiones se pone de manifiesto por quienes tienen el deber de orientar, ilustrar y concientizar con la información de la sociedad”.
Para Calgagno, si bien “existe la necesidad de que los fenómenos y acontecimientos delictivos de relevancia se hagan públicos y se garantice la publicidad de los actos judiciales (en cuyo caso juegan un papel importante los medios masivos de comunicación), existen ciertas circunstancias que hacen que la información tenga que darse de un modo atenuado de manera que no melle los derechos fundamentales de las personas y los propios objetivos que se deben perseguir con la divulgación de una noticia en la sociedad”. El tratamiento de una noticia que refiere a menores de edad debe pensarse en ese sentido.
El rol de los medios de comunicación, el andamiaje sobre el que opera la criminología mediática, muestra distintas aristas. Cuando no es aplicable a la construcción de “un otro” en términos de Zaffaroni, es decir, en función de su clase social, la apelación al morbo pareciera ser la salida. El por qué de este tipo de tratamiento mediático se da cuando “el enemigo” no proviene de una clase social precaria, si no que emerge de un “nosotros”, aquellos que deberían representar a los buenos, los blancos, los impolutos. Allí, la lógica de la criminología mediática se anula. Este mecanismo resulta doblemente peligroso cuando se trata de un caso como el de Russo, porque el morbo se construye en relación con menores de edad.