El 28 de noviembre se recuerda el comienzo de la descalcez masculina en el lugarejo de Duruelo (Ávila). Así se lee en el Acta de la fundación:
«En el año del Señor de 1568, en 28 días del mes de noviembre, se fundó en el lugar de Duruelo este monasterio de Nuestra Señora del Monte Carmelo. En el cual dicho monasterio se comenzó a vivir y guardar la primera Regla con su rigor, según que nos la dejaron nuestros primeros padres, con el favor y guía del Espíritu Santo, siendo provincial de esta provincia el muy reverendo padre fray Alonso González. Comenzaron a vivir el rigor de Regla con la divina gracia, los hermanos fray Antonio de Jesús y fray Juan de la Cruz y fray Josef de Cristo.
Dionos la casa y sitio el ilustre señor don Rafael Mexía Velásquez, señor del dicho pueblo. Dio el consentimiento para fundar la sobredicha casa y monasterio el ilustrísimo señor don Álvaro de Mendoza, obispo de Ávila» (MHCT, I, 74-75).
Veamos algún dato de cada uno de ellos.
Antonio de Jesús. Su nombre original era Antonio de Heredia. Nacido en Requena (Valencia, hacia 1510), en esa misma ciudad tomó el hábito de carmelita a los diez años. Estudió artes y teología en Salamanca (1552-1557). Con 22 años, fue ordenado sacerdote y desempeñó numerosos cargos antes de los 58 con que se sumó a la aventura teresiana. En ese momento, era prior de Medina del Campo, y renunció a su priorato para irse a Duruelo.
Juan de la Cruz. Su nombre era Juan de Yepes (Fontiveros, 1542), y como carmelita toma el de Juan de Santo Matía. Se encuentra con Teresa de Jesús en Medina del Campo, recién ordenado sacerdote, y con deseos de abandonar el Carmen y pasarse a la Cartuja, para llevar una vida más radical. La santa lo convence y él se presta a iniciar la primera fundación de frailes teresianos.
José de Cristo era diácono, también de la comunidad carmelita de Medina del Campo. No tenemos más información de él.
El Acta nombra solo a estos tres: fray Antonio de Jesús, fray Juan de la Cruz y fray José de Cristo. Pero sabemos que en la comunidad había inicialmente algún otro miembro.
Teresa de Jesús menciona en su libro de las Fundaciones a un cuarto fraile “del paño”, es decir, calzado, cuando describe cómo vivían en esa primitiva comunidad: “Decían sus horas con otro padre de los del paño, que se fue con ellos a estar, aunque no mudó hábito, porque era muy enfermo” (F 14,7). Su nombre era Lucas de Celis, y procedía de la comunidad de Medina del Campo. Estuvo una temporada con ellos, al comienzo, probando su estilo de vida, pero no perseveró.
Hay otro personaje del que apenas sabemos nada. Lo nombra fray Jerónimo de la Cruz en su declaración para el proceso de beatificación del santo. Señala cómo le contó fray Juan de la Cruz que “el día que llegaron, u otro, trabajaron el Santo y otro hombre que venía a tomar el hábito de fraile lego de peón de albañil, y trabajaron hasta casi la noche en ayunas y con grande contentamiento; y a esta hora envió el hombre a pedir algo por amor de Dios, y trajo unos pedazos de pan que comieron con alegría” (BMC, 23, p. 55).
Teresa de Jesús no lo nombra. Tampoco sabemos el tiempo que pudo permanecer en Duruelo, ni si estuvo el día de la fundación o ya se había marchado.
Este grupo inicial comenzó la andadura en ese lugar perdido de Duruelo. La santa lo describe así: «un lugarcillo de hartos pocos vecinos, que me parece no serían veinte» (F 13, 2), aunque fue una estancia breve. La comunidad, que había quedado establecida con fray Antonio como prior, se trasladó a mediados de 1570 a la cercana aldea de Mancera, como cuenta la propia Teresa en su libro de las Fundaciones (14, 9).