Este es un resumen de mis primeros días acá, todavía me falta mucho por contar, pero este post ya está bien largo. Un abrazo y sigo escribiendo.
Miami, Miami, Miami, ¿cómo empezar? Estoy en la capital de Latinoamérica, sé que hay personas que no les gusta que le digan así, pero no se puede negar que así sea. En esta parte del mapa lo que encontramos es una mezcla de nacionalidades tan grande, que ya dudo de cuántos son verdaderamente estadounidenses.
Hablar spanglish es muy particular, y si no tienes cuidado te atrapa y no te terminas entendiendo ni tú mismo. A mí particularmente no me gusta esa mezcla de idiomas, pero poco a poco tienes que hacerla porque a muchos de los hispanoparlantes se les ha olvidado una cantidad de palabras increíble.
La comida es súper variada y hay todo tipo de restaurantes, desde los más feitos hasta los más lujosos. Es por eso que no te puedes quejar de que no encuentras Harina PAN, malta, y toda esas cosas que los venezolanos añoramos porque en muchos supermercados los encuentras. Todo el mundo se mueve con carros, el transporte público no es nada bueno y esperar un autobús es pasar más de media hora en la parada. Pero bueno, no les voy a contar mucho de Miami porque muchos ya saben como es y me gusta contar cosas que me atrapen, y esta no me ha atrapado (todavía, dicen).
Les voy a contar un poco de mis primeros días aquí. Llegué a casa de los tíos de Luisfer, en Doral, una zona llena de venezolanos, de hecho el 80% de la población es de allá. Es una ciudad muy tranquila, sin mucho atractivo más que varios sitios para ir a comer , muchos campos de golf y muy lindas casas. Como Luisfer estaba de vacaciones por esas fechas (las pidió porque yo llegaba), recorrimos bastante, conocí el famoso boulevard de Lincoln Road, con sus personajes estrafalarios, sus restaurancitos al aire libre y sus espectaculares mercados de segundo mano que hacen los fines de semana, son medio caros, pero vale la pena acercarse un rato a ver lo que botan las personas de sus grandes casas. Paseamos por Ocean Drive, la calle pegada a la playa, llena de edificios de los años 50' muy bien conservados que tanto atraen a los turistas.
Miami Beach, que es la isla donde están estos lugares que describo, es pequeña, pero a mi parecer todo se centra allí, tiene sitios interesantes para comer, para caminar, está la playa (un big plus... el spanglish al ataque), la zona es más humana, hay mejor transporte y, hacia el norte de la misma se respira más tranquilidad, sigue habiendo movimiento pero es más residencial y un lindo lugar para vivir.
Volviendo a tierra firme, no muy lejos de allí, llegamos a la zona de los grandes edificios modernos, el Downtown, con su sistema de metrorail interno, donde los trenes sólo tienen dos vagones y siempre están vacíos, la gente camina bastante y ya no se respira tanto ambiente playero, sino que hay un aire ejecutivo. En esta zona, conocí un café divino llamado Bali Cafe (seguimos pegados con Indonesia), donde comimos un rico plato llamado Rijsttafel, que es un mixto de varios platos típicos de allá. El sitio es bien agradable y es atendido por sus dueños, unos indonesios muy simpáticos. Ah! También venden sushi, jejeje, supongo venderá más.
Para cerrar, yendo hacia el sur del Downtown, se llega a Brickell, una zona un poco más nueva, también inundada de edificios altísimos. Esta zona también está llena de restaurantes y cafecitos bien agradables, y es la zona de los consulados. Nuestro consulado se encuentra allí, cerrado, pero allí está.
Besos.