En los años del cine mudo no muchos directores españoles se pueden destacar por su aspecto creativo o por lo aportado al arte del cinematógrafo, pues realizaban un cine costumbrista y regionalista. Hay que añadir que las producciones de aquellos años apenas son distribuidas fuera de nuestro país y tienen poca repercusión internacional. Estos directores son considerados más como técnicos o artesanos del celuloide.
A pesar de ello, forman parte importante de la historia de nuestro cine y merecen ser recordados.
Podemos destacar a José Buchs (1896-1973), famoso por adaptar numerosas zarzuelas como La verbena de la Paloma (1921) y obras populares como El rey que rabió (1927). También sobresale Florián Rey (1894-1962),que comenzó siendo un actor y llevaría a cabo la película más madura del cine español mudo: La aldea maldita (1929), la cual volverá a rodar varias veces cuando el sonido llegue al cine. Benito Perojo (1894-1974), formado en Francia, pero afincado en España, fue el responsable de películas de éxito en su día como Malvaloca (1926) o El negro que tenía el alma blanca (1926). Por último, destacar al madrileño Fernando Delgado (1891-1950), autor de varias obras taquilleras como Las de Méndez (1927) o ¡Viva Madrid que es mi pueblo! (1928), ambas de un claro carácter costumbrista.
Éstos son los directores más destacados de nuestros inicios cinematográficos. Poco o nada se ha oído hablar de ellos, pero fueron de los primeros en andar los pasos que nos llevarían a nuestra actual situación en el panorama del séptimo artey son historia del cine.