Revista Opinión

Los primeros escritos, los primeros libros, las primeras bibliotecas

Publicado el 21 mayo 2019 por Carlosgu82

Como el nacimiento de la agricultura provoca el nacimiento de la escritura

Hace unos 9000 años, o tal vez un poco más, los seres humanos comenzaron a trabajar la tierra. En las llanuras fértiles que rodeaban los ríos, empezaron a cultivar sus alimentos, dejando atrás los tiempos nómadas en los que se vagaba buscando el alimento que proporcionaba la naturaleza. La agricultura supuso el asentamiento de las poblaciones. Pero también el mayor y mejor intercambio comercial entre pueblos. Los excedentes agrícolas servían para intercambiar bienes. Esto también provocó el nacimiento de las carreteras que conectaban los pueblos y ciudades con otros pueblos y ciudades o con los puertos por donde llegaban las mercancías que venían de aún más lejos. Toda esta actividad agrícola y comercial hizo que las personas tuvieran que manejar más y más información compleja, una información vital para que la actividad económica funcionara correctamente. Ese es el momento en el que el ser humano inventa la escritura.

La escritura nació con el objetivo de registrar el intercambio comercial entre personas o pueblos. Puede que las primeras personas que empezaron a escribir lo hicieran simplemente para recordar algún tipo de información. Lo único cierto es que el primer pueblo del que se tienen pruebas de su escritura es el sumerio. Asentados en los valles del Tigris y el Éufrates, en la actual Irak, aquella civilización antigua logró perfeccionar la escritura, y lo hizo gracias al método y al material en el cual registraba dicha escritura. Y todo ello influenciado por el propio entorno en el que desarrollaban sus vidas. Un ejemplo más de como el ser humano se ha visto influenciado por su entorno y de como se ha aprovechado de él.

Los primeros «lápices» y los primeros «libros»

El pueblo sumerio tenía dos elementos en abundancia a su alrededor: tenía las cañas que crecían en las marismas de los ríos y tenía la arcilla húmeda de esas propias marismas. Tenía el «lápiz» con el que escribir, y tenía la «hoja» en donde escribir. Las cañas, con su tronco leñoso flexible, se podía partir con facilidad, y de ahí se podía obtener un utensilio a modo de cincel con el que hacer hendiduras en la arcilla húmeda. Una vez que esa arcilla húmeda se secaba, bien al sol o incluso en hornos preparados para ello, se obtenía el primer medio con el que poder registrar la palabra escrita de una manera permanente. Probablemente antes que los sumerios ya alguien había inventado la escritura, pero seguramente lo hacía en un medio mucho más endeble que el de la arcilla. Tal vez antes ya se había escrito en la piel de los animales o en las hojas de las plantas, pero ese material no era duradero, y por tanto no hay ninguna prueba de ello. Y seguro que antes ya se escribía por ejemplo, en la piedra de las cuevas, pero la necesidad de transportar esa información, era mucho más importante, y eso sucedió cuando los seres humanos se asentaron en pueblos y ciudades, como los de Mesopotamia.

La primera escritura y el origen de las lenguas

Estamos por tanto ante las primeras evidencias de escritura. Los sumerios inventaron la escritura cuneiforme, que consistía en hacer hendiduras en la arcilla húmeda. Esa escritura no eran palabras que formaban frases. Eran pictogramas que representaban objetos como cultivos, animales o bienes manufacturados. Una vez que estaba de manera permanente en la arcilla ya seca, la persona o personas que leyeran aquella información, sabrían como interpretarla. Sin embargo, todo evoluciona de alguna manera. Seguramente los sumerios se fueron dando cuenta que podría ser mejor escribir ideas en lugar de pictogramas que representan objetos. De ahí surgió una nueva manera de escribir o de transmitir información escrita gracias a los ideogramas. Estos ideogramas eran también representaciones de algo abstracto, pero esta vez no se representaban objetos como por ejemplo el trigo, sino que se representaban ideas acerca de ese objeto. Puede que alguien representará una idea en la que quería transmitir que alguien le debía a otra persona un animal en base a un acuerdo comercial.

La perfección y mejor organización de la agricultura y el comercio trajo consigo el desarrollo económico de las ciudades, que se fueron haciendo más grandes y por tanto más complejas. A mayor concentración de gente mayores posibilidades de intercambio de ideas. La escritura se fue extendiendo ya que era muy necesaria para que todo funcionase de la manera más eficiente posible. He aquí el cambio más importante en la historia de las primeras civilizaciones asentadas, el paso de la escritura en ideogramas a la escritura en fonogramas. Los fonogramas ya no representaban ideas sino que representaban sílabas, las mismas sílabas fonéticas con las que, en este caso los sumerios, intercambiaban información hablada entre sí. El paso del lenguaje hablado al lenguaje escrito. En definitiva, el nacimiento de las primeras lenguas, que evolucionarían a través de los milenios hasta nuestros idiomas actuales.

La necesidad de conservar la información y el nacimiento de las bibliotecas

Ya teníamos entonces los primeros ejemplos de escritura y los primeros ejemplos de «libros». El comercio y la agricultura, el desarrollo de las ciudades, los intercambios culturales y económicos entre pueblos, desembocaron en la aparición de grandes cantidades de información con las que trabajar. A mayor cantidad de información, mayores necesidades de organización. Las ciudades y pueblos necesitaban que el comercio funcionara, y para ello necesitaban tener «a mano» la información con la que se hacían los intercambio comerciales. No sólo se necesitaba registrar una venta o intercambio entre dos personas. Se necesitaba saber cuándo se había realizado ese intercambio, las cantidades intercambiadas, lo que uno poseía o lo que otro debía, etc. Y es aquí cuando nació la siguiente necesidad, la de almacenar la información registrada en las tablillas de arcilla. Es aquí cuando surgen las primeras bibliotecas de la humanidad.

Las bibliotecas de Mesopotamia no eran como las actuales, eran almacenes en donde se apilaban las tablillas con los registros comerciales. Las tablillas, los libros de aquella época, se guardaban en cestas de madera o de caña, y también en agujeros hechos en las paredes a modo de estanterías. Seguramente también se crearían las primeras estanterías hechas de madera. Pero todo eso no era lo que verdaderamente hacía que esos almacenes sirvieran como bibliotecas. Fue la siguiente necesidad que surgió, la de mantener una colección conservada y organizada para que fuera útil. Una biblioteca no sirve de nada si no hay una organización de la información que en ella se guarda.

Para organizar el caos que debía ser un almacén lleno de cientos o tal vez miles de tablillas, los sumerios se las ingeniaron para crear etiquetas, hechas también de arcilla, en las que se anotaba el contenido de un grupo de tablillas. La imagen sería la siguiente: una cesta de madera con decenas de tablillas apiladas unas encima de las otras, con una etiqueta en la que se especificaba a modo de lista, el contenido de esas tablillas.

Rumbo al libro

El siguiente paso era el de crear tablillas de arcilla más complejas, con más información y mejor organizada. En lugar de una sola tablilla, se necesitaba más de una para registrar algún tipo de relación comercial o administrativa. La única forma de que aquello fuera organizado, era titulando esos «libros», pero como eso no era lo que se venía haciendo, se optó por nombrar a las tablillas con las primeras palabras de aquellos textos complejos. A estas primeras palabras se les denomina Incipit, y con él se podría hacer un seguimiento de los textos registrados en varias tablillas. El Incipit servía para denominar una tablilla, pero también servía para saber qué tablilla seguía en orden a la anterior. Y esto se hizo gracias a que al final de cada texto registrado en cada tablilla, se colocaba el Íncipit de la siguiente tablilla. En lugar de numerar las «hojas», se escribía las primeras palabras de la siguiente hoja, un sistema que a nuestros ojos actuales es muy complicado, pero que seguro que a las civilizaciones mesopotámicas les funcionaba a la perfección.

La importancia de la escritura en el desarrollo de la humanidad

El nacimiento de la escritura, de los primeros medios en los que escribir, de los primeros libros, de las primeras bibliotecas, marcó el desarrollo cultural de la humanidad. Sin todos estos «simples» inventos la humanidad no se habría desarrollado como lo ha hecho. Surgió una necesidad y se resolvió de una manera concreta. La palabra escrita para registrar la actividad económica, desarrolló otros usos como el administrativo, porque en aquellas civilizaciones los gobiernos eran los encargados de registrar todo (los impuestos, ya se sabe), pero también surgieron otros usos tan necesarios y trascendentes como los relacionados con la religión (la de entonces), y sobre todo, los relacionados con el arte y el pensamiento: con la escritura nace la literatura, porque los relatos ya no serán solo orales. En definitiva, se desarrolla la cultura escrita como parte indispensable del ser humano.

  • Este texto surge gracias a la lectura del libro de Fred Lerner, «La historia de las bibliotecas».

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