Revista Comunicación

Los primeros espadas socialistas se van a los barrios

Publicado el 13 mayo 2011 por Jackdaniels

El candidato socialista a la alcaldía de Sevilla, Juan Espadas, estrenó en la tarde del miércoles en la Plaza Padre Pedro de Parque Alcosa la flamante estrategia de campaña diseñada ex profeso para los comicios municipales: trasladar a los pesos pesados del partido a los barrios de la ciudad para movilizar a sus bases.

Esa vez le tocó a la ministra de Defensa, Carmen Chacón, batirse el cobre ante un auditorio cercano y casi sin parafernalias que, aunque aceptable, no abarrotó el recinto como en ocasiones anteriores. A Zapatero, si nada lo impide, le llegará el turno el lunes en otro bastión socialista: Pino Montano.

El objetivo de tanta cercanía y austeridad no es otro que movilizar a los indecisos en los barrios que tradicionalmente han sido los grandes caladeros de votos del PSOE, los más castigados por la crisis, por el desgaste producido por los recortes adoptados desde el gobierno de Zapatero y también por cierta dosis de olvido por parte de la administración saliente.

A pesar de ello, y de que a estas alturas el porcentaje de gente que no sabe a quién votar en esos barrios sigue siendo muy elevado, los socialistas se muestran optimistas y con ganas de dar batalla. El primero el candidato, que se aferra como un garfio a los resultados del último barómetro del CIS que apuntan a que la mayoría absoluta de Zoido no están tan clara. Hay partido, insiste Espada, quien, haciendo caso al consejo de un veterano líder socialista durante una jornada en la feria, ha radicalizado de manera más que evidente su discurso y situado en el centro de la diana a “la derecha infumable”, según él, “que sufre esta ciudad”. Ni tan siquiera se le oyó pronunciar el nombre de su adversario.

Espadas habló de remontada, de dar un vuelco espectacular a las encuestas para lograr la alcaldía, ante una militancia a la que le cuesta recuperar el ánimo, pero que parece que comienza a creer en que se puede ganar. El candidato lo percibe y por eso sale a por todas en cada intervención. Sin embargo, sólo con la militancia no se ganan elecciones y el tiempo juega en su contra.

No todo fue concordia durante el acto. Hubo momentos en los que la tensión se podía palpar en el aire tibio de la tarde por las protestas continuas del colectivo de eventuales de Tussam, que se desplazaron hasta allí para recordarle que ya llevaban 45 días acampados en Plaza Nueva y su cada vez más empeorada situación continúa sin solucionarse. Espadas les lanzó el compromiso desde el atril de solucionarlo el día 23 de mayo. Incluso se encendió. Pero, a tenor de la respuesta de quienes protestaban, no tuvo el efecto deseado.

De las intervenciones de sus acompañantes, Griñán y Chacón, destacar el repaso a la etapa de Felipe González como presidente de gobierno ya los más de doscientos millones de euros invertidos por Zapatero en la ciudad a través del Plan E que hizo la ministra de defensa y el guiño sucesorio de Griñán, cuando afirmó que “oyendo a Chacón, uno ve que la sucesión está asegurada”.

A pesar de ello, el tono de estos primero días es que Zoido sigue marcando la agenda, asistiendo o no a los debates, pidiendo que gobierne la lista más votada o cuestionando la viabilidad de la Torre Pelli. Aquello que el candidato popular menciona es de inmediato respondido por sus adversarios más inmediatos, PSOE e IU. Pero Zoido rara vez responde a las propuestas que lanzan sus oponentes. Demasiado simple.

Espadas tiene una asignatura pendiente todavía, una herida sin suturar por donde su rival sabe que hurga y hace daño. Explicar a los ciudadanos que un pacto de gobierno entre dos fuerzas progresistas no sólo es legítimo, sino que incluso puede significar un avance cuantitativo para la ciudad es algo que ya debería estar hecho desde la legislatura anterior.

A pesar de que es bastante más difícil hacerlo cuando se ha de renunciar a una parte más bien calamitosa de la gestión llevada a cabo, algún aspecto positivo ha debido de tener, y en algo habrá influido el socio de gobierno, cuando se presume de una transformación de la ciudad como la que se ha producido. Sobre todo, porque puede que no se logre el sillón de alcalde sin el empujón del “primo menor”.



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