Revista Cultura y Ocio
Es muy sugerente la opinión de Pere de Palol al considerar cómo en Toledo, a semejanza de Roma y Bizancio, también se intentó «crear una liturgia cortesana y urbana imperial».
Al igual que en esas ciudades, que servirían de referencia y modelo para la monarquía visigoda, en Toledo también se señala la existencia de tres edificios basilicales, vinculados a las jerarquías eclesiástica y política: la catedral, una basílica martirial y una iglesia áulica, junto a la residencia real. Esos edificios serían, respectivamente, la iglesia de Santa María, la basílica de Santa Leocadia y la iglesia pretoriense de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo47 .
La iglesia o basílica de Santa María muy posiblemente correspondiese al lugar de culto que, desde los primeros tiempos de la implantación del cristianismo en Toledo, habría sido la sede del obispo de la ciudad48. Sería, por tanto, la iglesia más importante, aquella que, como hemos señalado, pudo haber pasado al rito arriano para luego volver de nuevo al católico bajo Recaredo.
Dadas sus especiales connotaciones eclesiásticas, es muy posible que hubiese sido objeto de intervenciones arquitectónicas a medida que se producía el gradual encumbramiento de los obispos toledanos, para adecuarla a ser la digna sede de la cátedra del metropolitano primado de la Iglesia hispana.
En sus inmediaciones se tuvo que levantar la residencia del obispo –también acorde a su condición– y posiblemente un baptisterio exento, bajo la advocación de San Juan Bautista como era la tradición en los primeros tiempos del cristianismo49 . La originaria ubicación de esta iglesia presenta varios problemas, pues ni las referencias escritas ni las arqueológicas permiten aseverar el lugar exacto en el que se levantó50. Los textos de la época la localizan en el interior de la ciudad y tradicionalmente se viene considerando que se levantaría en el espacio ocupado por la actual catedral. En el interior de ésta, a iniciativa de Guido C. von Konradsheim, hace unos años se realizaron unas prospecciones geofísicas por el método de la resistividad51 . Observando el resultado de las mismas se vislumbran una serie de líneas, un tanto imprecisas, que podrían corresponder a muros pero que en absoluto nos permiten garantizar que estemos antes los supuestos restos de la basílica de santa María. La confirmación nos tendría que venir posibilitada por vía arqueológica, excavando en el interior de la catedral, para comprobar la existencia de los restos de ese supuesto edificio y su adscripción funcional y cronológica.
No deja de ser también sorprendente que en la actual catedral no se haya conservado, reaprovechado en su fábrica, ningún elemento decorativo de época visigoda, como es frecuente en otros edificios religiosos toledanos contemporáneos a la misma. Recientes intervenciones arqueológicas que se han llevado a cabo en su claustro tampoco han proporcionado ningún material seguro correspondiente a aquella época52 .
No es descartable que en la posterior construcción de la mezquita aljama sobre aquel solar, sí se pudiese haber empleó material visigodo como spolia visible –como ocurrió en otros edificios–, con una intencionalidad ideológica. A la luz de los escasos testimonios escritos y materiales con que contamos y de las consecuentes incógnitas que plantea la localización de la basílica de Santa María, consideramos que caben dos interpretaciones aunque ninguna se pueda demostrar fehacientemente: 1. que nunca estuvo en el emplazamiento de la actual catedral, y 2. que lo estuvo durante un tiempo. 1. Como ya hemos indicado anteriormente, en la parte este de la ciudad, en una zona marginal de caída hacia el río, es donde ubicamos la localización de la primera iglesia episcopal de Toledo, que muy posiblemente ya estaría bajo la advocación de Santa María.
Dadas las características estratégicas de esta zona en la topografía toledana53, se tendió a considerar que en ella habría estado ubicado el pretorio de época romana, del que no existe ninguna referencia ni escrita ni arqueológica. Posteriormente, en el siglo X, bajo dominio islámico, se convirtió en la alcazaba de la ciudad, conocida como el al-Hizam (Alficén). Cuando Alfonso VI entró en Toledo en el año 1085, en aquel recinto se localizaba una iglesia dedicada a Santa María que, todavía con carácter episcopal, habían seguido utilizando los mozárabes toledanos durante la etapa de dominio islámico. Esta circunstancia, por tanto, podría llevar a considerar que desde comienzos del siglo IV y hasta fines del siglo XI, es decir, durante 8 siglos, la iglesia se habría mantenido en aquel emplazamiento. Así lo corroboran investigadores como Francisco J. Hernández54 y Céline Martin55 . 2.
Si la primera catedral no se fundó en el solar que ocupa la actual, es posible que, desde su primitivo emplazamiento, tras la conversión de los visigodos al catolicismo hubiese cambiado su ubicación, buscando una posición más central y visible en el entramado urbano de la ciudad, acorde con el creciente prestigio que iban asumiendo los obispos toledanos.
La dignidad metropolitana requería de un edificio en consonancia y el lugar elegido pudo haber sido el emplazamiento del antiguo foro que se viene localizando precisamente en la plaza del Ayuntamiento. Es decir, que se habría asistido a la traslación de la anterior sede y a la construcción de un nuevo edificio, tal vez el que han detectado las prospecciones geofísicas. Y en ese lugar pudo haber estado hasta el año 871, durante el gobierno del emir Muhammad I, pues una noticia transmitida por Ibn Hayyan, nos informa que en esa fecha el alminar de la mezquita aljama se derrumbó por lo que los toledanos le solicitaron autorización para volverlo a levantar y añadir a la mezquita la sala de oración de una iglesia contigua de la que no se señala ningún dato para su posible identificación, lo que no deja de ser sorprendente si se trataba nada menos que de la iglesia episcopal.
Al indicar que estaba contigua a la mezquita aljama, tanto podría interpretarse como que eran dos edificios diferentes, próximos, o que se trataba del mismo edificio compartido su interior por musulmanes y cristianos, como está constatado que ocurrió en otros lugares, aunque tenemos nuestras reservas al respecto pues en aquella fecha ya hacía siglo y medio de la llegada de los musulmanes a la ciudad y después de tanto tiempo es difícil creer que hubiesen seguido compartiendo una iglesia como mezquita aljama. En Córdoba hacía ya un siglo que se había empezado a levantar la que habría de ser su gran mezquita aljama, derribando la iglesia episcopal de San Vicente57 . Si esta misma situación se dio en Toledo, y la iglesia episcopal fue la que se derribó ello supuso que sus obispos -entonces mozárabes-, tuvieron que abandonarla.
http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2016/06/1.-Discurso-de-apertura-del-Curso-2012-2013.-Las-iglesias-de-Toledo-en-la-Edad-Media.-Evidencias-arqueol%C3%B3gicas-por-Ricardo-Izquierdo-Benito.pdf
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