Revista Cine

Los primeros tomos de Powers

Publicado el 14 enero 2012 por Juancarbar

Paréceme que es un buen momento para ofrecer mi opinión sobre el primer volumen de Powers ya que Panini, por fin, ha decidido acometer la reedición de sus primeros tomos, una valoración extensible a los ya publicados pues son de estilo y calidad similares, a ese hipotético lector que se ha esperado a que la editorial italiana empezase por el principio para ver si la pilla o no.

Los primeros tomos de Powers

Powers es una serie protagonizada por una pareja de polis que van desfaciendo crímenes. Su peculiaridad es que se encargan de crímenes relacionados con powers, esto es, superhumanos, ya sea como víctimas, sospechosos o testigos. Pero como la pareja de polis es humana Powers no es un Top 10. A pesar de eso no es una serie policíaca porque no cuenta una investigación policial. Eso es el ruido de fondo pues los casos a los que se enfrentan los protas se resuelven por sí mismos. Son siempre los malos los que se desenmascaran. No hay trabajo de investigación. No hay intriga. Lo más que hace Bendis es utilizar los recursos de Agatha Christie para despistar o engañar al lector. Lo que cuenta Powers es lo corrupto que son los superhumanos (de ahí que no hable de superhéroes aunque alguno hay). Por eso, a pesar de su aire policiaco, lo que hace que esta cole sea diferente y novedosa, no deja de ser una serie superheroica posmoderna.

A través de esta fresca premisa Bendis trata de hacer su Watchmen y su Caballero Oscuro (en este último caso sobre todo formalmente). Con humildad, porque en ningún momento trata de emular estas obras, reflexiona y analiza, en este caso más que el género, la fantasía superheroica. Lo hace planteando de forma verosímil como influirían los superhéroes en los procedimientos policiales ¿Cómo sería la ciencia forense si cada superhombre es de su padre y de su madre? ¿Cómo se abordaría un asesinato en el que sus sospechosos pudiesen ser invisibles o teletransportarse? ¿En qué tipo de crímenes se vería envuelto un superhombre, alguien, en muchos casos, superpoderoso, superpopular y superrico? ¿Pueden hacer algo los humanos y sus leyes contra gente superpoderosa? Todo centrado en una ciudad que es una alegoría de EE.UU. y de un modo adulto pues no lo cuenta de forma fantasiosa, cuentista e idealista. Por eso las respuestas de Bendis hacen que el mundo de Powers sea distópico o, quizás, realista pues el poder siempre corrompe y el altruismo no existe. Los superhombres no son superhéroes porque son frívolos, egoístas y soberbios como la mayoría de las celebridades de la realidad. La mayoría ejerce de tal por dinero o popularidad. Los superhombres se desmadran porque no hay quien los controle (who watch the watchmen?) y no pueden sentirse uno más. La gente está indefensa ante gente que escapa con cierta facilidad al control de las leyes tanto humanas como científicas. Una visión, por tanto, nada amable motivada, creo, porque a Bendis no le gustan los superhéroes por mucho que diga lo contrario. Si te gustan te marcas un All Star: Superman no guerras civiles y reinados oscuros. No enfocas tu historia sobre el lado menos agraciado de los superhéroes. No pones sistemáticamente a los superhéroes como villanos encubiertos. En suma, no te dedicas a derribar el mito arrojando mierda sobre él. Bendis no cree en la bondad y el altruismo del superhéroe, por eso, aunque en Powers hay personajes así, la mayoría que van de tal son gente desnortada que hace el bien porque es la mejor manera de ser adorado. Por eso el mundo superheroico de Powers es crepuscular, ya ha pasado la Edad de Oro y la de Plata, incluso la Heroica. Es una Edad de Hierro donde no hay ninguna piedad, ninguna justicia, ni buenas acciones. Ni equidad, ni pudor. Sino que se respeta al hombre violento e inicuo como escribió Hesíodo.

Los primeros tomos de Powers

El Bendis del principio de Powers hace un trabajo fresco y entretenido con unos diálogos muy tarantinianos e historias interesantes y curiosas fundamentadas en un gran conocimiento de los procedimientos policiales. No hace un mal trabajo pero no puede escapar de su torpeza. Ha nacido para ser dialoguista, pues es ingenioso, pero como argumentista y narrador es muy flojo. Así, sus historias, por norma, no tienen un desarrollo fluido y coherente, avanzan a empellones y suelen terminar bruscamente. Por otro lado, sus argumentos suelen ser simples, muchas veces rayando la estupidez. Esto evidentemente juega en contra de Powers pues hace que no alcance todo su potencial. Tampoco ayuda que los personajes estén poco desarrollados y bastante estereotipados. De todas formas esto último es lógico ya que Bendis trata de mostrar el mundo superheroico como algo sucio y corrupto más que de contar aventuras. Lo importante son las vistas, no los guías, Walker y Pilgrim, Caminante y Peregrino, apellidos que no creo que sean fortuitos, quienes simplemente guían al lector por los círculos del infierno que forman el mundo de Powers.

Oeming no ayuda a Bendis porque es un dibujante torpe y porque acepta su narrativa. De esta forma el apartado gráfico es muy flojo. Oeming, que es un Timm torpe, hace un trabajo simple, tosco y burdo. Funciona pero es feo y no transmite. Su intento de emular el tenebrismo del cine negro clásico no es positivo porque es fallido, pues ni tiene sentido y ni da ambiente y belleza. Tampoco ayuda los numerosos atajos que toma para dibujar el cómic con poco esfuerzo, dedicación y tiempo. Pero lo peor es la narrativa. Es lamentable. Horrible. Terrible. Mala mala. Hace casi ilegible el cómic. Nunca sabes cómo hay que leer la página porque no hay indicaciones y cada una es de su padre y su madre. Tanto los globos como las viñetas suelen estar mal distribuidos. Es un auténtico caos. Da la impresión, más de que Bendis y Oeming no sepan hacer su trabajo, de que intentan trabajar lo menos posible y de llenar el número como sea ya que no suele haber razón estética o narrativa tras las composiciones de página. Te encuentras con páginas con muchas viñetas sin globos y splash page saturadas de globos. Encima los planos casi siempre están mal escogidos y los recursos narrativos de la tv utilizados resultan contraproducentes pese a los muy evocativos que resultan. Por ejemplo, incluir 2 páginas en negro no tiene mucha gracia y mucha razón de ser en un cómic. Una serie de tv no las sueles pagar y además, unos segundos en negro es algo nimio en el cómputo total, pero cuando pagas por tu grapa y te encuentras con que el 10% de lo que has comprado está en negro, el recurso televisivo ya no te parece guay y sí algo hecho con mala idea. El problema es que Bendis y Oeming no tienen suficiente como talento como para emular la narrativa del Caballero Oscuro. Cosa que se agrava porque se creen que lo están haciendo bien. Por eso la narrativa de Powers, además de caótica e irregular, es incapaz de transmitir. En fin, todo esto provoca una dificultad en leer el cómic que no favorece, lógicamente, a la valoración final del lector. Pero con todo, la media de Powers es superior a la media de Bendis en Marvel.

Los primeros tomos de Powers

Por todo esto es un cómic agridulce. Te ríes con él, tiene buenas ideas, es entretenido, te descubre nuevas cosas del género y es agradable leer un cómic de superhéroes que no este prisionero del infantilismo, es decir, que tenga tacos (muchos), sexo, desnudos (como los dibuja Oeming dan igual), violencia y gore, además de un tratamiento singular. Pero está mal hecho. Su lectura, a pesar de la soltura con la que escribe Bendis, se hace difícil y renqueante y el dibujo nunca está a la altura de las exigencias narrativas y dramáticas del guión, aunque su crudeza naíf hace que resulten muy impactantes los momentos gore. Todo lo cual hace, y explica, que Powers, a pesar de sus numerosas bondades, sea un cómic del montón, pues que ponga en la portada Bendis y sea singular no son argumentos suficientes para elevar esta serie de la mediocridad bienintencionada.

El primer tomo “¿Quién mató a Retro Girl (este nombre nos indica que es un superhéroe de la Edad de Oro, de otra época)?” a mi juicio es el mejor. Al principio no parece gran cosa y además, bastante típico, pero tiene un giro sorprendente y un final poético y emotivo que deja muy buen sabor de boca. El siguiente, “Muertes insignificantes”, es el más flojo de todos. La historias no pasan de anecdóticas e incluye un par de números experimentales que le quitan cierta gracia por exceso. Un número está maquetado como el Hola y la mitad del otro es todo texto (¿qué les decía de dibujar rápido y llenar las páginas como sea?). El tercer tomo es “Juego de rol”. No está mal. Su idea de que en una ciudad con superhéroes esté prohibido disfrazarse de tal pero unos jóvenes lo desafíen jugando al rol en vivo, es original y atrayente. Pero de nuevo el nulo planteamiento policíaco y lo incomprensible de su resolución le resta enteros a un buen argumento. “Supergrupo” es lo siguiente. Con este mejora la serie. La premisa no es nada original y la trama policial es de chiste pero tiene drama e intensidad.

Los primeros tomos de Powers

Quedan por salir dos, “Anarquía” y “Vendidos”. El primero es uno de los mejores realizados y el más interesante de todos (además de que es el germen de Invasión Secreta). Va de la rebelión de unos humanos contra los superhombres. Lo malo es que esta original e interesante premisa no está muy desarrollada y, de nuevo, el transcurrir de la historia es zafio. El segundo y último del primer volumen es el más antisuperheroico de todos, ya lo revela el título, porque incluye unas muy poco positivas versiones de la JLA y de la trinidad de DC. Este tomo no es tan bueno como los anteriores porque, aunque es alucinante y la trama pega un acelerón tremendo y sorprendente, no deja de ser muy tópico y es seguramente el peor contado de todos. Lo mejor es el final y lo interesante que deja las cosas.


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