Revista Cultura y Ocio
He estado siguiendo con interés la última Cumbre de la Unión Europea reunida el jueves pasado para alcanzar un acuerdo sobre el presupuesto comunitario en el periodo 2014-2020.
Lo que a mi juicio se pone, una vez más, de manifiesto en esa Cumbre son varias cosas: la desunión de la tan cacareada Unión, la aplastante burocracia de las instituciones europeas, y sobre todo, y muy especialmente, la necesidad de afrontar un ejercicio de austeridad en relación a la "casta política de la Unión". Con los "eurocrátas".
En este sentido me ha parecido interesante este artículo léido en el diario Libre Mercado: "Eurócratas o los privilegios de la clase política europea".
Les propongo un extracto del artículo que pueden leer integramente en el enlace:
"En medio de una crisis que exige un serio ejercicio de austeridad pública a numerosos países del euro, la política de recortes comunitarios ha llegado a Bruselas, el corazón de la administración europea...
De hecho, este debate ha tocado de lleno a los denominados eurocrátas, el cuerpo de altos cargos que trabaja en las instituciones comunitarias, que no han dudado en convocar jornadas de protesta para rechazar recortes en sus condiciones laborales.
El semanario alemán Welt am Sonntag publicaba esta semana que casi 4.000 eurócratas ganan un sueldo mensual superior al de la canciller germana, Angela Merkel: algo más de 21.000 euros al mes, frente a los casi 16.300 de la canciller...
Con el reglamento en la mano, se puede observar esa amplia oscilación de sueldos base desde los 2.600 hasta los 18.300 euros mensuales. Para fijarlo, se tiene en cuenta, además, un 16% de esa cantidad como complemento de "expatriación" que, lógicamente, no se aplicaría a los belgas... A ello se suman las "dietas familiares", es decir, complementos de residencia, por hijo dependiente y de escolarización, un gasto este último que asciende a 12.000 euros al año.
La cuestión de los impuestos también ha sido objeto de controversia en el pasado... Inge Grässle, eurodiputada alemana y miembro de la comisión de control presupuestario de la institución, dijo esta semana, en uno de sus desmentidos a la prensa, que el funcionario mejor pagado de la UE apenas sufre una retención fiscal del 25% de su salario.
Los 27 peces gordos que se sientan en las alturas del complicado entramado burocrático que es la Comisión Europea, es decir, los comisarios, gozan aún de mejores condiciones. José Manuel Durao Barroso, su presidente, recibe 25.351 euros al mes, más una dieta de residencia equivalente al 15% de esa cantidad, más complementos como el de gestión de una casa y escolarización para sus hijos.
Por su parte, los siete vicepresidentes, entre los que se encuentra el español Joaquín Almunia (responsable de la cartera de competencia) perciben un salario base de 22.963 euros al mes, más los consabidos extras.
Otra historia es la de los miembros del Parlamento, los únicos democráticamente elegidos, que en el pasado ya han protagonizado sonados escándalos, no por sus altos sueldos (tienen un sueldo base de 6.200 euros netos al mes, más dietas), sino por las malas prácticas y el mal gusto de algunos.
En abril de 2011, por ejemplo, el bochorno llegó a todas las portadas cuando sus señorías votaron en contra de una enmienda que recomendaba viajar en clase turista en los vuelos de duración inferior a 4 horas. Entonces, todos menos cuatro se negaron a ahorrarle a las arcas comunitarias los cerca de 1.500 euros que cuesta un billete de primera clase a Bruselas, y los 1.900 que se paga por una ida y vuelta de Madrid a Estrasburgo.
Meses más tarde, llegaría el verdadero escándalo, cuando un tabloide publicó fotos de eurodiputados que cobraban su dieta sin ir a trabajar, o que aceptaban dinero a cambio de presentar enmiendas, una práctica esta última que acabó en la dimisión de tres diputados de la Cámara.
Anécdotas y corrupción aparte, al sueldo base de los eurodiputados hay que sumar toda una serie de complementos. En primer lugar, reciben 304 euros "por cada día de asistencia a reuniones oficiales de órganos del Parlamento en los que el diputado ejerce sus funciones", para la comida y alojamiento.
Los más viajeros pueden solicitar otros 4.243 euros al año para viajar fuera de su Estado miembro y asistir a una conferencia o participar como ponente. No firman un contrato de exclusividad, por lo que pueden compartir su dedicación a la ciudadanía con el cuidado de otros intereses privados. Sus hijos, si es que alguno decidiera vivir en Bruselas, también tienen la escolarización pagada en la escuela europea (unos 1.000 euros por mes y por niño). A más a más, gozan de una cantidad para cursar estudios de idiomas.
Al margen de todo ello, los diputados cuentan con 22.000 euros al mes para contratar un séquito de asistentes y, aunque la contratación de familiares no está permitida, muchos admiten que "hecha la ley, hecha la trampa". Además, disponen de 4.300 euros en gastos de oficina que suelen destinar a montar una oficina en su país, gastos de teléfono o las últimas novedades tecnológicas.
Eso sí, la Unión Desunida Europea decide recortar, sin embargo, partidas sociales de gran impacto en el bienestar de los ciudadanos europeos.