Revista Política

Los problemas de la izquierda postcapitalista con las primarias abiertas

Publicado el 20 enero 2014 por Trinitro @trinitro

2499469-primaire-ps-a-vos-marques-prets-votezEl PSOE ha aprobado un reglamento de primarias abiertas. No son tan abiertas como las que iniciamos en el PSC de Barcelona, pero son obviamente un paso adelante para abrir el partido a la ciudadanía y romper con las redes clientelares internas que los propios partidos construyen (ver la ley de hierro de los partidos).

Al parecer este avance, algún sector de IU se lo ha tomado como algo a criticar. Yo no suelo meterme en cómo se eligen las listas de las organizaciones políticas que no acostumbro a votar, pero al parecer para IU desacreditar las primarias abiertas es algo esencial (¡para algo que el PSOE les adelanta!). Tendrían que preguntarle a ICV su opinión sobre primarias abiertas.

Alberto Garzón, uno de los diputados más activos de IU escribía lo siguiente:

En su tipo ideal, las primarias abiertas son en última instancia un producto de la democracia liberal de mercado, esto es, de la concepción democrática según la cual los partidos tienen que ser la oferta que escucha a la demanda. Es decir, el partido se presenta como abierto para escuchar al conjunto de la ciudadanía y para adaptarse –incluso internamente- a sus demandas. De ser así, se dice, los partidos acabarían convirtiéndose en el mejor reflejo del cuerpo ciudadano y de esa forma se maximizarían sus opciones electorales.

Este procedimiento de primarias abiertas tiene problemas operativos, que pueden ser resueltos, y problemas ideológicos, que no tienen solución.

Los problemas operativos son los derivados de la información asimétrica que reciben los votantes respecto a los candidatos, puesto que unos serán previamente mucho más conocidos que otros. Y nadie asegura que no sean más conocidos porque hayan sido patrocinados por grandes empresas privadas de comunicación o porque hayan obtenido financiación especial por parte de los grupos de interés o lobbies. A pesar de todo, estos problemas operativos pueden afrontarse mal que bien a través de mecanismos de contrapeso.

Pero el importante es el problema ideológico. Un partido concebido como simple oferta que se adapta a la demanda no es, ni mucho menos, un partido ideológico. Se tratará de un partido vacuo, líquido, vaporoso, capaz de cambiar de criterio a la misma velocidad que cambia el sentido común de la sociedad. Y el sentido común, para decirlo con Gramsci, no es otra cosa que la ideología de la clase dominante.

Al parecer Alberto argumenta que las primarias abiertas lo que llevaría es a una oferta política de los valores culturales de la mayoría de la ciudadanía, una especie de dictadura de la mayoría social, frente a la oferta de una pequeña (élite) porción de ciudadanos que son los que militan en los partidos.

Alerta que esto hace que la “ideología” dominante sea la que termine dictando quienes son los candidatos y que valores presentan.

Podría comenzar a entrar a valorar como esto entra en conflicto con la estrategia seguida por él o por IU respecto en poner en valor las asambleas de barrio y el propio movimiento 15M, como ha aplaudido los movimientos de democracia de base y el asamblearismo del 15M que a él, en parte, le ha aupado como diputado. Pero asumo que todo político tiene sus propias incoherencias.

Hay una cierta fobia a la democracia liberal de mercado, como si hubiera una mejor democracia que dejara de ser “liberal” en el sentido de garantista de las libertades ciudadanas, separación de poderes, y en el sentido “de mercado” que fuera una competencia de propuestas electorales y de candidatos frente a unos ciudadanos que deciden que propuestas se han de impulsar y cuales no.

La democracia deliberativa no dejará de ser una forma de esta democracia liberal de mercado (al final se eligen candidatos o se votan propuestas de acción colectiva).

Pero el gran problema que se argumenta es que los ciudadanos medios lo que harán es hacer candidatos medios que coincidan con sus valores medios, obviando algunas de las experiencias que se tienen de las primarias.

En las primarias no vota todo el cuerpo social que vota en unas elecciones generales. Votan los votantes de cada partido que están más motivados, las primarias de más éxito alcanzan a movilizar del orden del 20-30% de los votantes habituales de un partido.

Llevamos oyendo la cantinela, cansina de que los políticos están alejados de la ciudadanía y de que los partidos se comportan como oligarquías clientelares donde un “jefe” coloca a los adeptos en los puestos y estos a su vez refuerzan el poder de su “jefe”.

El mecanismo de unas primarias abiertas rompen (parcialmente) estos dos problemas, se cede a los propios votantes la capacidad de elegir a los candidatos antes de las propias elecciones, permitiendo que los ciudadanos no sólo puedan castigar o premiar a un partido por sus logros y sus propuestas, sino condicionar estas a priori. Por otro lado, los candidatos han de potenciar su relación con los ciudadanos antes que las redes clientelares, ya que estas son insuficientes para conseguir ser candidatos.

El argumento de Alberto Garzón es que siempre es mejor que sea una pequeña élite (los militantes de los partidos) los que decidan que oferta lanzan, a pesar de que toda la ciencia política ha demostrado que los militantes de los partidos tan sólo recogen una parte de las preferencias y sentido de sus propios votantes (más en esta sociedad donde los partidos de masas como tal ya no existen). Francamente ese argumento no puedo compartirlo, décadas de selección inversa de líderes ha demostrado lo contrario, la perpetuación de cargos intermedios que se transforman en “gatekeepers” del poder político en todas las organizaciones políticas (incluso en IU) son un claro ejemplo de que el sistema no funciona.

El purismo marxista puede parecer bien en un marco conceptual teórico del siglo XIX, donde posiblemente haya una única verdad que emana de cada partido, pero en una sociedad compleja donde incluso los partidos más clásicos tienen que expresar preferencias de unos votantes que son contradictorias entre sí, y donde los partidos han adquirido el estatus de búnker (incluída IU) imposible de romper, las primarias abiertas sólo representan una ventaja para los propios ciudadanos, y en el fondo un mecanismo que bien utilizado permite mejorar las ofertas electorales y los candidatos.

Solo cito de pasado algunos otros argumentos, para la izquierda la movilización política es importante (y es un argumento que la izquierda anticapitalista utiliza de forma abrumadora), las primarias abiertas son mecanismos que fomentan esta movilización política, por otro lado, la “sabiduría” o falta de ella de los militantes de un partido no es mejor ni peor que la de sus propios votantes, las primarias abiertas obligan a hacer una reflexión política de otro nivel que vaya más allá de la mera adscripción ideológica emocional o del voto de castigo a una organización. Asumir que todo este proceso expresará los valores de la “clase dominante” es olvidar que las experiencias de primarias han dado sorpresas en sus resultados.


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