Título: Los propios dioses (The Gods themselves)
Autor: Isaac Asimov. Doctor en química, profesor universitario, coleccionista de doctorados Honoris Causa, humanista y gran divulgador científico e histórico. Escritor prolífico, formó parte del círculo de Campell y es, sin duda, el autor de Ciencia-Ficción más reconocible para el gran público, con una imagen vinculada siempre a sus gruesas lentes y sus frondosas patillas canosas. Fue vicepresidente de la asociación de cerebritos Mensa y asesor científico para la serie Star Trek. Escribió tal cantidad de obras de divulgación y de tan diversas materias, que se dice que, en las bibliotecas, sus libros se pueden encontrar en nueve de las diez categorías del sistema de Clasificación Decimal Universal. En KindleGarten lo conocimos con su novela "Némesis".
Género y estilo: Es una novela de Ciencia-Ficción dura, por la preponderancia de los aspectos científicos en la trama y por el rigor de los mismos; y una historia de Anticipación, por proyectar sobre un posible momento futuro. Tiene un cierto carácter divulgativo. Incluye una crítica a la propia comunidad científica y un ejercicio de especulación sobre la existencia de parauniversos y de una especie inteligente extraterrestre.
Argumento: En el año 2100, los habitantes de la Tierra dependen por completo de la Bomba de Electrones, una fuente de energía gratuita, limpia e inagotable. Su descubridor, Frederick Hallam, consagrado como héroe mundial, es en realidad un científico mediocre y oportunista, experto en apropiarse de ideas ajenas. La Bomba es un mecanismo que une dos universos, con diferentes leyes físicas y químicas, y su existencia puede afectar a nuestro mundo, causando su destrucción a largo plazo. Cuando Ben Denison le advierte de los peligros de la Bomba, Hallam le hace caer en desgracia y lo aparta de la comunidad científica. Veintiséis años después, Denison se exilia en la Luna, donde continuará sus investigaciones auspiciado y apoyado por una brillante mujer llamada Selene.
"Los propios dioses" fue publicada en tres entregas consecutivas en las revistas Galaxy Magazine y Worlds of If, y posteriormente editada como novela. En el año 1973 se alzó con los Premios Hugo, Nebula y Locus. Con su publicación, Asimov quiso replicar a las grandes críticas que recibió su obra de Ciencia-Ficción: la ausencia de sexualidad, de personajes femeninos con entidad y de seres extraterrestres. El autor la consideraba su mejor novela, y la estimaba como su preferida entre su amplísima bibliografía. La anécdota cuenta que la idea para "Los propios dioses" surgió durante una conversación con su amigo Robert Silverberg.
Su título está extraído de la obra teatral "La doncella de Orleans" (Die Jungfrau von Orleans) del alemán Friedrich Schiller. La frase completa, que dará nombre a las tres partes de la novela, es: "Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano".
En efecto, está dividida en tres partes, con un total de cincuenta capítulos breves. El primer acto tiene una numeración curiosa, comenzando por el capítulo 6 y volviendo a continuación al 1. El 6 se intercalará nuevamente entre otros capítulos. Por su parte, el segundo acto titula los capítulos como 1a, 1b, 1c, 2a, 2b, 2c, 3a, 3b, 3c... y un último 7abc. Esto tiene que ver con el concepto de tríade, que veremos enseguida. El tercer acto tiene, al fin, una numeración normal y corriente.
Podríamos decir que "Los propios dioses" es el conjunto de tres relatos interrelacionados. La primera parte, "Contra la estupidez...", presenta el contexto general de la obra y al personaje central, el radioquímico Benjamin Allan Denison. En el año 2070, la Tierra ha pasado por una Gran Crisis sociopolítica y económica, y tiene carencias severas de fuentes de energía. Por accidente y sin quererlo, el radioquímico Frederick Hallam percibe cambios en un recipiente con tungsteno que había dejado sobre su mesa. Tras hacerlo analizar, se obtiene el asombroso resultado de que se ha convertido en plutonio-186, un isótopo que no existe en nuestra materia. Su descubrimiento permitirá la creación de la Bomba de Electrones, una fuente de energía gratuita, limpia e inagotable. El principio de funcionamiento de la Bomba es la existencia de un parauniverso, cuyos habitantes, más avanzados tecnológicamente que nosotros, son los verdaderos creadores de la misma, y que permite el intercambio de materia entre ambos extremos.
La Bomba proporcionará a Hallam el Premio Nobel y el encumbramiento inapelable como héroe de la raza humana. Pero Hallam es un científico incompetente y sin talento, que solo ha logrado medrar a base de atribuirse los logros de terceros y de golpes de suerte. Aquellos que intentar ponerle en evidencia, como Peter Lamont o Allan Denison, son tachados de envidiosos y excéntricos y terminan perdiendo su propia reputación. En el año 2100, Denison, con una sincera preocupación por la seguridad del planeta, ha descubierto que la Bomba produce una alteración de la materia de nuestro universo, que puede provocar la destrucción del mismo. Ayudado por un experto lingüista, descifran los mensajes que se reciben desde el parauniverso, lo que confirma sus teorías. Pero son desoídos, y la influencia de Hallam conlleva el ostracismo de Denison de la comunidad científica.
Los Seres-Duros y los Seres-Blandos, por Fadri [fuente: Devianart]
La segunda parte, "...los propios dioses...", es la más fantasiosa y especulativa de la novela. Está ambientada íntegramente en el parauniverso, cuyas leyes físicas son diferentes a las nuestras. El número de estrellas es mucho menor, y su luz es menos intensa también. Es un universo que se acerca a su desaparición. Está habitado por dos especies: los Seres-Duros y los Seres-Blandos. Los Seres-Blandos tienen una constitución amorfa y de aspecto gelatinoso, plasmático. Se dividen en tres sexos: Paternales, Racionales y Emocionales. Los dos primeros podrían equiparse en cierta manera a nuestro sexo masculino, y el tercero al femenino, aunque la equivalencia no es plena. Los tres sexos tiene rolen rígidos e inamovibles y conforman una tríade, fusionándose para gestar a sus descendientes. De una tríade nacerán siempre tres hijos: Paternal-Derecho, Racional-Izquierdo y Emocional-Mediana. Una vez sus hijos han nacido y crecido, la tríade original tiene que desaparecer. Se alimentan de energía solar, a la que llaman comida, siendo que las emocionales deben pasar largas horas tumbadas al sol, que cada vez es más escaso por su pérdida de brillo.
La tríade protagonista está formada por Odeen (racional), Dua, (emocional y personaje principal de esta parte) y Tritt (paternal). [sus nombres son una deformación de los números uno, dos y tres en ruso]. Tienen problemas para concebir a la emocional que les resta para completar su descendencia, y se los imputan a Dua, pues manifiesta una conducta diferente a la del resto de emocionales, (que se burlan de ella llamándola Em-Izquierda), teniendo inquietudes racionales y desdeñando pasar el día tumbada al sol.
Dua descubre que los Seres-Duros, depositarios de los conocimientos científico-técnicos del parauniverso, han diseñado la Bomba (en este lado, Bomba de Positrones) para obtener energía del nuestro, sabiendo que causará su destrucción tarde o temprano pero indiferentes ante ello, porque la desaparición de nuestro universo supondrá una fuente de energía ilimitada para el suyo. Por ello, intentará evitarlo enviando mensajes a nuestro mundo (los que interceptan Denison y su colaborador) y oponiéndose a los Seres-Duros.
Por último, "¿luchan en vano?" recupera a Ben Denison veintiséis años después de la primera parte, cuando ha decidido refugiarse en la Luna, tras una vida en la Tierra apartado de la ciencia, y atraído por las instalaciones de investigación del satélite. De mano de una mujer inteligente y de gran intuición, llamada Selene, Denison recupera sus investigaciones sobre la Bomba y el parauniverso, teniendo la oportunidad de colaborar con la comunidad científica selenita y de recuperar del olvido a Peter Lamont, el otro defenestrado por Hallam.
Así, "Los propios dioses" permite a Asimov tratar diferentes tesis. Al principio vemos un retrato poco complaciente del mundillo científico, con sus juegos de poder, enemistades personales y deslealtades. En concreto llama la atención cómo las ideas y tesis son aceptadas en función de la influencia de su autor, y no por su validez intrínseca. Isaac Asimov muestra una idea llamativa sobre la relación entre la ciencia y el gran público, en boca de un cargo político:
"—Es un error —dijo— suponer que el público quiere que se proteja el medio ambiente y se salven sus vidas, y que se sentirá agradecido hacia cualquier idealista que luche para conseguir estos fines. Lo que el público quiere es su comodidad individual. Lo sabemos muy bien por nuestra experiencia en la crisis ambiental del siglo XX. Hubo un día en que se descubrió que los cigarrillos aumentaban la frecuencia de cáncer de pulmón; el remedio evidente era dejar de fumar, pero el remedio deseado fue un cigarrillo que no provocase dicha enfermedad. Cuando quedó demostrado que el motor de combustión interna polucionaba peligrosamente la atmósfera, el remedio evidente era prescindir de tales motores, y el remedio deseado fue fabricar motores que no causaran la polución.
»Pues bien, jovencito, ahora no me pida que detenga la Bomba. La economía y la comodidad de todo el planeta dependen de ella. Dígame, en cambio, cómo evitar que la Bomba haga explotar el sol."
La segunda parte destaca por su originalidad y por la imaginación de Isaac Asimov a la hora de crear un mundo alienígena, algo que hace además con detalle y minuciosidad, dotando a los personajes de profundidad y mostrando cómo sería la vida de una especie con tres sexos cuyas atribuciones y conducta estén marcados de forma inflexible desde el nacimiento, y dónde cualquier pequeña desviación de la norma, como las de Dua, sean consideradas una disfunción social.
De la tercera parte, quizás la más insípida del libro, destaca sobre todo una idea que hemos visto tanto en Asimov como en otros autores: el extrañamiento de la Tierra por parte de aquellos humanos nacidos fuera de ella, que carecen de cualquier vínculo emocional con el planeta de origen de la Humanidad. Vemos como los selenitas tienen un sentimiento nacionalista de pertenencia a la Luna, y utilizan la palabra "terrícola" como insulto. Resulta interesante y curioso también la descripción, por parte del autor, de una posible sociedad lunar y de su modo de vida adaptado a la baja gravedad, incluso de sus diversiones, como un deporte de acrobacias llamado melée.
Portada original de Galaxy Magazine, con la tercera
entrega de la obra, ilustrada con la melée lunar
Literariamente, "Los propios dioses" muestra el estilo propio de su autor: economía de medios, parquedad de recursos y una técnica narrativa simple al servicio de sus tesis, sin mayores intenciones artísticas. En el conjunto, como ya comenté, la tercera parte "¿luchan en vano?" resulta, para mi gusto, la menos lograda, en comparación con las dos anteriores. Los personajes son algo planos y no poseen demasiada profundidad, siendo más representativos los Seres-Blandos Odeen, Dua y Tritt que los propios humanos.
Tal vez sea una percepción personal, pero los personajes de Asimov no solo no producen empatía (algo frecuente en la Ciencia-Ficción dura) si no que además resultan un poco fríos y hasta antipáticos. En concreto los selenitas, tanto Selene como su amante Barron Neville, producen algo de rechazo y hay un período de adaptación a sus reivindicaciones y exaltaciones constantes del "hecho diferencial" lunar.
Por lo demás, "Los propios dioses" es una excelente novela de Ciencia-Ficción dura, y no escapa a las intenciones divulgativas, con una pequeña lección de física al comienzo, y nociones básicas sobre energía nuclear, de cuyo uso con fines pacíficos era Asimov un partidario declarado.
Pese a su ritmo un poco irregular y de su desequilibrio entre las tres partes, resulta una lectura recomendable por las ideas que contiene: el ejercicio de proyección de una posible especie alienígena; el concepto de parauniversos, la mirada crítica sobre el mundillo científico y la especulación sobre una sociedad lunar y sus implicaciones.
Como vimos más arriba, Isaac Asimov tenía esta novela por su preferida. Personalmente, creo que es una muy buena novela (o no habría ganado el Hugo y el Nebula, que significa convencer a público e industria por igual) y la recomiendo sin duda a los aficionados a la Ciencia-Ficción, aunque mi humilde opinión me hace decantarme antes por la saga "Fundación" como mejor obra del Dr. Asimov. Nos leemos!