Las promesas que nos hacemos cada 1 de enero es una costumbre que se remonta a la tradición de la Antigua Roma. El Año Nuevo traía la oportunidad de reflexionar sobre lo vivido y afrontar el nuevo ciclo con buenos propósitos. Era el momento de rendir homenaje a Jano, dios de los nuevos comienzos, representado a menudo con dos caras: una contempla el pasado, la otra el futuro.
De la introspección individual y colectiva dependía la prosperidad de la nación. Por eso era el primer día del año cuando los cónsules del gobierno tomaban posesión de su cargo, jurando lealtad a César y a la República.
Nuestro deseo para este recién estrenado 2014 es que la familia de El Octavo Sabio crezca, a cambio prometemos seguir aprendiendo.
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