
Dirigida por Paul Haggis, la película nos muestra como un día cualquiera para una familia feliz, puede acabar en ser una tortura para el resto de sus vidas. Crowe, su esposa e hijo, están terminando el desayuno, cuando la policía irrumpe en su casa, para detener a la madre, que es acusada de asesinato. Finalmente, es condenada a 20 años de prisión, por un crimen que supuestamente no ha cometido, aunque todas las pruebas dicen lo contrario. Crowe, su marido, cree ciegamente en la inocencia de su mujer, y ante los fracasos de las apelaciones, y las apariciones de nuevas pruebas que puedan demostrar la inocencia de su mujer, se pone a urdir un plan para rescatar de prisión a su mujer, y poder escapar con la familia.

La primera hora de película, nos muestra con mucha meticulosidad, como este padre de familia, profesor de literatura en un instituto, es capaz de planear la escapada de su mujer. Y lo hace de una forma verosímil, pues nos muestra tanto sus éxitos en el plan, como sus fracasos, que los hay y bastantes. Estos fracasos, le ponen un punto de realismo a la película, que a pesar de tener algún fallo, acabas por creérterlo.

Una película, además que no solo contiene amor, sino que habla del amor de un hombre a su mujer y a la estabilidad de su familia, y que es capaz de agarrarse como Don Quijote (como bien dice Crowe en un pasaje de la película) a su verdad, se ponga por delante, quién se ponga.

Una película a la que quizá le sobre algo de metraje, pero que se disfruta de principio a fin, a pesar de sus fallos. Recomiendo la película.
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