La Colladona, la collada grande, es un nombre más que respetable para uno de esos puertos con los que los cicloturistas sufren muchísimo en el sofá cuando los suben los profesionales en alguna competición de alto nivel. Y es que La Colladona es el clásico puerto en el que se puede pasar un mal rato inolvidable cuando no tienes las piernas perfectamente preparadas, pero que los pros suben silbando a velocidades de vértigo. Y eso siempre escuece un poquito a nuestro orgullo, ¿verdad?
Esta vez la Colladona será la primera dificultad de una de las jornadas reinas de la Vuelta a España, que reúne hasta cuatro puertos de paso antes de la subida final a la La Farrapona, algunos con suficiente entidad como para seleccionar mucho la carrera. Tan sólo hubiera sido demandable unos cuantos kilómetros más para que entrasen en acción los auténticos fondistas del ciclismo y se pudiese ver aun más espectáculo en Asturias.
Ya llegas, ya llegas
La Colladona por esta vertiente de Laviana es, como dijimos, uno de esos puertos antipáticos para el cicloturista. No lo es por sus rampas, que apenas superan el ocho por ciento en ningún momento; ni por su carretera, perfectamente asfaltadas; ni por sus agradables vistas en la parte alta. No, pero acaba siendo duro por lo mantenido de su pendiente en los últimos kilómetros, además de ser el clásico puerto que es siempre antesala o final de salida dura, con lo que su nivel parece acrecentarse.
Los números que arroja son de algo más de 10 kilómetros a menos del cinco por ciento de media, aunque sus seis kilómetros finales llegan casi al 6,5 % de media.
Los primeros kilómetros de esta subida son de suave ascenso remontando el valle, apenas alcanzando el dos por ciento hasta la localidad de San Pedro, donde tendremos ya el primer kilómetro por encima del tres por ciento. Un repechito que se verá endurecido 1000 metros después, cuando en Tolivia la pendiente se vaya por encima del seis por ciento, números que no abandonará hasta la cima. Allí las rampas empiezan a hacerse más serias y apenas encontraremos descanso alguno hasta la cima.
Cuidado con el tiempo…
Afortunadamente el paisaje en esta parte alta nos entretendrá del sufrimiento en más de una ocasión, y la total ausencia de rampas en forma de muretes nos permitirá coger un ritmo de ascensión propio y sostenido con el que llegar arriba. Pero ojo, porque estamos ante la típica ascensión donde como nos cebemos con ritmos ajenos superiores al nuestro podemos pagarlo muy caro, ya que asfixiarse es muy sencillo.
La cima bien merece una parada para contemplar el bello panorama que nos brinda, además de para ver buena parte de lo ascendido hasta ahora. Toca abrigarse para el descenso, rápido y técnico, donde habrá que tener especial cuidado si lo afrontamos en días húmedos, ya que hay algunas curvas cerradas que nos podrían causar problemas. La pate baja de este descenso es un falso llano descendente que tus piernas agradecerán un montón.