El Alto de O Lago es el segundo puntuable de la etapa vigésima de la Vuelta a España, aquella que acaba en Ancares y que será la última oportunidad de mover la clasificación en uno u otro sentido. Y pese a estar catalogado de tercera categoría este puerto tiene entidad suficiente como para merecer una entrada y análisis propio. Sobre todo porque si al final te decides a recorrer esa zona con tu bicicleta, en plan cicloturistas, agradecerás sobremanera estar perfectamente informado de todos los repechos que te puedas encontrar a tu paso. Sobre todo si, como en este caso, los repechos tienen nada menos que nueve kilómetros de longitud…porque algo así puede arruinarte por completo el día dejándote sin fuerzas, ¿verdad?
Comenzamos la subida en la localidad lucense de Becerreá, donde la carretera comenzará a ponerse muy seria, con dos kilómetros de rampas de gran exigencia. En total la subida tiene una longitud de nueve kilómetros y una media de poco más del cuatro por ciento, aunque este último dato es engañoso, dado que hay muchos tramos de falsos llanos que hacen bajar la media.
Típìca palloza de la zona
A la salida de Becerreá afrontamos dos kilómetros a más del 5,5 % de media, que culminan con un rampón por encima del ocho por ciento justo al paso por las cercanías de la autopista A-6. Allí la pendiente decrece durante unos mil metros, pero se mantiene siempre por encima del tres por ciento, para después endurecerse durante otros dos kilómetros.
Son estos dos mil metros los más duros de la ascensión, siempre por encima del seis por ciento y con curvas donde la pendiente es algo mayor. Al final de los mismos llegamos a un altiplano de más o menos dos mil metros, donde la carretera llanea e incluso desciendo un poco. Otro rampón, que nos deja en la entrada de la localidad de Sarceada antecede a un nuevo tramo llano de casi un kilómetro, donde la carretera cada vez se va empinando más y más, hasta dejarnos en las puertas del kilómetro final, que vuelve a retomar su dureza, marchándose por encima del cinco por ciento de media y alcanzando la cima, a una altitud de 1000 metros.
Unos lugares de gran belleza
El puerto no es en sí mismo excesivamente duro, pero sí que resulta perfecto para mantener el coeficiente de dureza de la etapa al no permitir ni un solo momento de descanso en la misma.
El descenso tiene características similares, por lo que deberás mostrarte muy prudente a la hora trazar las múltiples curvas que te encontrarás. Como siempre extrema tus precauciones en el caso de que haya niebla (esta zona de valles cerrados presenta muchos días de niebla muy espesa) o mal tiempo, algo también habitual. También la presencia de animales sueltos puede darte más de un susto si pasas por allí un día que no sea el de la Vuelta a España. Pero con un poco de cuidado y mucho respeto no deberías tener problemas.