Revista Viajes

Los puertos de paso de la Vuelta: los puertos escondidos

Por Rafael @merkabici

Desde Marchas y Rutas queremos que este año conozcas el recorrido de la Vuelta a España mejor que nunca. Por eso te estamos contando cómo son los puertos de paso más importantes de esta carrera, por eso te vamos a contar también como son las llegadas en alto que tendrá la prueba española y por eso te iremos diciendo qué opciones culturales y turísticas tiene el cicloturista en cada una de las etapas de la Vuelta.

Pero, como todas las carreras ciclistas, la Vuelta también tiene sus pequeños secretos, repechos y puertos que se puntúan por debajo de su nivel real y que suponen sorpresas muy dolorosas para los ciclistas. Desde aquí vamos a intentar tener informado de ellas, para que no te quejes si vas a ver la Vuelta y te encuentras con alguna sorpresa en el recorrido…y para que estés atento en la televisión cuando se acerque ese puerto tan duro que sólo tu conoces.

El verdor de Cantabria

El verdor de Cantabria

La etapa decimocuarta es, en ese sentido paradigmática, ya que no solamente encierra dos de los grandes puertos de paso de la Vuelta (sobre todo el majestuoso San Glorio) sino que tiene, antes del primer alto puntuable del día, un puerto escondido de gran belleza y una dureza suficiente como para que se puedan ver unos bonitos escarceos de cara a la conformación de la escapada…escarceos que al final pesan en las piernas de los ciclistas y de sus coequipiers. Hablamos del Alto de la collada de Bielva.

En la etapa Bielva está situado en el kilómetro 76, justo antes de empezar el ascenso al duro collado de Hoz, con quien enlaza perfectamente. Hablamos de un puerto de casi diez kilómetros de longitud, aunque con descansillos, que para los profesionales no se hará demasiado duro, pero que para los cicloturistas está lleno de alicientes.

Un túnel arbolado nos acompaña en la ascensión

Un túnel arbolado nos acompaña en la ascensión

En plena carretera general, justo después e pasar la localidad de Treceño, debemos girar a la izquierda, y tras un par de kilómetros en ligero descenso llegamos a la localidad de la Cocina, desde donde da comienzo este puerto. Allí afrontamos un duro tramo de cuatro kilómetros sin descanso a casi el cinco por ciento de media, con un tramo central rectilíneo al siete por ciento que se hace bastante pestoso porque da la sensación de no avanzar nunca. La carretera está perfectamente asfaltada y transcurre por un bosque espeso, siempre bajo sombras y con praderas a los lados. Una vez llegamos a las cercanías de Labarces habrá un tramo de leve descenso antes de afrontar un cambio de ladera y entrar en una zona espectacular desde donde en días despejados se puede contemplar una bella panorámica del mar Cantábrico.

De allí al final quedan otros cinco kilómetros algo más cómodos que los primeros, aunque encerrando tramos de apreciable dureza, como una imponente recta junto a las últimas casas de Labarces, hasta la cima, situada en pleno cambio de valle, y desde donde hay unas espectaculares vistas a la zona interior de Cantabria y los Picos de Europa.

El descenso es rápido y revirado (seguramente sea la carretera con más curvas de Cantabria) por lo que puede tener importancia en la carrera y deberás tener cuidado cuando lo afrontes en plan cicloturista


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