Continuamos en Marchas y Rutas nuestro especial dedicado a los puertos que suben desde la zona norte del país hasta la Meseta, y lo hacemos con la segunda parte de la descripción de uno de los grandes colosos de Cantabria, el Puerto de la Sía. Ayer habíamos dejado a nuestro cicloturista imaginario saliendo del pueblo de Asón, justo donde comienzan las primeras rampas serias del puerto. Vamos hoy lo que tiene que seguir subiendo para conquistar este bonito alto.
Justo a la salida de ese pueblo hay una primera rampa de entidad seguida por doscientos metros llanos, tras los cuales la carretera se empina de forma definitiva. Nos enfrentaremos ahora a seis kilómetros muy constantes, siempre rondando el siete por ciento de pendiente media y con rampas salpicadas aquí y allá por encima del diez por ciento, hasta llegar al llamado collado del Asón, un puerto que merecería por sí mismo la condición de segunda categoría.
Esto es lo que te espera
La carretera sigue en un primer momento un trazado rectilíneo, siempre dejando la montaña a la izquierda del cicloturista, antes de abrirse en un precioso circo que nos mantendrá entretenidos durante un buen rato. Efectivamente, a la derecha podremos ver el nacimiento del río Ason, que da nombre el puerto, lanzándose en una cascada de un más de cien metros de caída, una cola de caballo espectacular por encima de montañas calizas que refleja toda su belleza en los días de primavera en los que ya ha comenzado el deshielo. Todo un espectáculo al que, sin embargo, no desmerece en nada el que se abre ante nuestros ojos en forma de puerto.
La carretera sube a partir de ese momento a base de vueltas y revueltas, en un trazado espectacular que resulta impactante tanto por su belleza como por su dureza. Y es que la salida d alguna de estas herraduras supone un esfuerzo considerable para el ciclista. Totalmente recomendable acudir a esta zona, en caso de ser posible, un día en que la nieve pinte la montaña de blanco, porque disfrutarás de un espectáculo que en pocos sitios te pueden ofrecer.
Después de una pequeña recta llegaremos al Alto del Asón, donde un pequeño pero coqueto mirador nos invitará a tomarnos un respiro con una preciosa estampa sobre las últimas curvas ascendidas y la preciosa cascada del Asón. Párate un rato para reponer fuerzas, porque lo que te espera después será realmente duro.
el panorama es precioso
Lo primero que tienes que afrontar será un sencillo y tendido descenso de casi un kilómetro, que te permitirá estirar las piernas, y que, a la vez, sirve para bajar la media de este puerto y que los que no lo conocen sufran como perros ante una dureza no bien ponderada por los números.
De allí hasta el Puerto de la Sía nos restan más de ocho kilómetros con pendientes constantes por encima del ocho por ciento y rampas sueltas del once, antes de enfrentarnos al muro final…pero todo eso te lo describimos mañana.