Los Punsetes es uno de los grupos que suscitan más amores y odios entre el respetable (que no se enfaden Manos de Topo y otros tantos que también tienen lo suyo) pero que después de ocho años de carrera siguen al pie del cañón. Eso ha sucedido a base de esfuerzo, de no tirar la toalla, no hacer mucho caso a las críticas y expandir su sonido haciéndolo más accesible en cada una de sus entregas.
Su sátira aderezada con falta de vergüenza y corrosión siguen latentes en su nuevo disco Una Montaña Es Una Montaña, sucesor de aquel LP2 que tanto hemos cantado y coreado. Para seguir con la evolución y llevar su sonido a parajes más limpios, bailables y potentes han contado en la producción con Pablo Díaz-Reixa, es decir, El Guincho para que exprimiese cada uno de los temas hasta dar con la tecla adecuada. Y lo ha conseguido.
En Una Montaña Es Una Montaña los madrileños, además de desarbolar a cualquiera con sus letras marca de la casa, derrochan punk pop a raudales aunque encontramos diversidad de estilos que abarcan el rock, post punk y la psicodelia ochentera para firmar el álbum más completo de Los Punsetes hasta la fecha. Más contundentes, más ácidos, más Punsetes.
“Tráfico de órganos de iglesia…”