Revista Salud y Bienestar
Una nueva tribu urbana frecuenta las consultas de los médicos de familia. Son jóvenes de 18 a 35 años que piden cita inquietos ante la aparición de un grano, un manchita en la piel, un mínimo discomfort abdominal ó una molestia en el hombro derecho al adoptar alguna postura inverosímil. Vienen angustiados. Han hecho el esfuerzo de paralizar sus agendas para acudir al centro de salud donde esperarán con paciencia ser atendidos y calmados. Siempre ha existido gente con cierto perfil hipocondriaco y tendencia a preocuparse de forma desproporcionada ante ciertas sensaciones corporales normales ó pequeñas molestias. En casi todas las familias siempre ha habido un pupitas que acudía a sus mayores a la mínima, incluso cada cual se habrá preocupado alguna vez más de lo habitual ante un pequeño síntoma inespecífico. Lo que nos llama la atención a los profesionales sanitarios es que las consultas por este tipo de motivo son cada día más frecuentes, sin llegar a ser una epidemia si es muy llamativo. No puedo aportar datos cuantitativos salvo la encuesta europea de salud que indica que cada vez se consulta un poco más al médico y nos percibimos un poco menos sanos.
Parte de estos pacientes, los más jóvenes, han vivido infancias en las que han tenido múltiples contactos con el sistema sanitario. En el medio urbano en el que trabajo es raro encontrar historias clínicas de niños menores de 14 años que tengan menos de 10 enfermedades reflejadas, además de las revisiones del niño sano, vacunas, etcétera. Esto podría explicar la creación de un reflejo condicionado que nos haga consultar con el sistema sanitario a la mínima. Pero hay más. El fenómeno es muy complejo. Probablemente podamos rescatar la influencia de la crisis, el aislamiento social, y la pérdida de soberanía personal de los que delegan con más facilidad los cuidados de salud al sistema sanitario. Para algo pago mis impuestos.
Lo malo de esta historia es que todos sus actores terminan perdiendo como en los dramas clásicos. El paciente pierde su tiempo y su capacidad de responsabilizarse de sus propios cuidados de salud ante molestias leves, la sociedad pierde dinero al dedicarse el tiempo de los médicos a asuntos que no deberían consumirlo y los facultativos ven como su paciencia se volatiliza en sus ya sobrecargadas consultas.
Este texto está redactado a cuatro manos por Fernando Casado Campolongo y Salvador Casado.
Publicado originalmente en el Huffington Post
Sus últimos artículos
-
¿Por qué hay que rescatar el Colegio de Médicos de Madrid? Why must the Madrid Medical College be rescued? 为什么要拯救马德里医学院?
-
¿ Y si la próxima vez me toca a mí? What if next time it’s my turn? 如果下一次轮到我该怎么办?
-
Winter is coming (el invierno se acerca)
-
Más sonrisas y menos lágrimas (en AP). More smiles and fewer tears (in Primary Care). 更多微笑,少一些眼泪(在基层医疗中)