Que de una película pueda decirse que todas y cada una de sus escenas reafirman sin énfasis la razón para haber compuesto así y no de otra manera sus imágenes, no parece gran elogio.
La audacia sólo estribaría en que es el punto límite de un hecho que debiera ser un principio válido para casi cualquier película: se trata de modular, dosificar, el convencimiento en las soluciones, las respuestas a las preguntas que continuamente nos hacemos los espectadores.
Obviamente, si no hay un desarrollo ni una "seducción", tan sólo más y más rimas y estribillos a añadir a la idea de partida, si esta no nos interesó o nos pareció temeraria, el margen es exiguo; a los pocos minutos, segundos tal vez, la película debe funcionar o ya no lo hará.
"Tri presni Leninie" es por ello, una prueba de fuego, incluso para un consumado "sublimador" como Dziga Vertov.
Su primer film sonoro - con sonido, más apropiadamente y este segundo tampoco es otra cosa que una obra musical no narrativa y en un gran porcentaje muda, interrumpida por algunas voces directas -, "Entuziasm (Simfoniya Donbassa)" sobre los mineros ucranianos, aún partía y superponía muchos de los brillantes hallazgos de "Chelovek s kino-apparatom" para, como ella, tratar de elevarse sobre su propia materia fílmica. Han resultado mayoritaria y justamente vitoreadas.
"Tri presni Leninie", que abunda y progresa en esa línea, que no es esencialmente diversa de ellas salvo en el tema, no lo ha sido. Las razones no parecen muy cinematográficas.
Otras películas, horas y horas de documentales, mil testimonios y
aportaciones contemporáneas o sucesivas (hay donde elegir y derecho a
no hacerlo, derecho solo a pensar) abordan cuanto, sin dilucidarlo, trae a primer plano.
Para la Historia quedarán las controversias acerca del personaje, las discusiones sobre las medidas, las contramedidas, las cumbres y las simas de su mandato; para otros queda, en definitiva, la tarea de desentrañar - y ya que vivió gran parte de su vida con el cine, con renovadas "pruebas" - los hechos como verdaderamente sucedieron, si tal cosa es posible.
Porque el lugar que debía o debiera ocupar V. I. Lenin preocupa muy poco a Vertov, que prefirió mostrar al líder bolchevique y a su ya prolongada ausencia - por desgracia, remontajes posteriores aplanaron algunas de sus bellezas - como lo hubiera hecho un buen amigo suyo de haber sido cineasta, Maksim Gorki.
Desde luego "Tri presni Leninie"
deja atrás la propaganda, traspasa la hagiografía y accede
directamente al culto porque no mira hacia la devoción profesada a Lenin, sino desde la que le tuvieron cuantos le idolatraron.
Estas nuevas huellas visibles sobre la memoria de aquel tiempo que trae Vertov,
que podrían ocupar su lugar en la rigurosa crónica de cuanto
aconteció en los diez años posteriores a la muerte del "padre", están dispuestas
sobre todo para impresionar conmociones anónimas - con ellos, con esta gente sencilla, los lemas se materializan o dejan de tener sentido -, de esas que no
esclarecen absolutamente nada.
Tártaros, uzbekos y otras abrumadoras minorías sin voz ni voto, de las que muchos pensarán que no se enteraron de la
misa la mitad, iletrados, con el árbol genealógico avasallado desde las
ramas que la memoria alcanzaba, gentes que nunca vieron ni las
coronaciones ni las barricadas de la Plaza Roja, que pedían un
trozo de tierra del vastísimo horizonte o lo que quiera les hiciese creerse libres.
Y Vertov, irreprochablemente, es incapaz de filmarlos "en prosa".
Ese folklore oral que debe ser traducido a imágenes, le sirve para adelantarse por ejemplo setenta y seis años a Apichatpong Weerasethakul ("Dokfa nai meuman"). Y además borró las huellas de su trabajo.
Interesante - revelador como experimento y para equilibrar y elevar aún más al resto del metraje - sería suprimir el segundo movimiento (que no canción: están sólo apuntadas estas ignotas melodías que inspiran cada una de las tres partes de las que se compone el film) de la obra, el más "indiscutible" de los tres por recoger conocidas imágenes de archivo.
Es decir, no estaría mal imaginar el film si no apareciera siquiera Lenin - bueno, ya asoma al final del primer bloque y testimonialmente lo hace en el tercero - una utopía realmente si se trataba de un encargo para conmemorar su muerte... ¿lo hizo Vertov?