(JCR)
En la mañana de hoy, domingo de Ramos, tras un par de horas de detonaciones fuertes, los rebeldes de la Seleka han completado el control sobre Bangui, tomando el palacio presidencial y la radio nacional. El presidente François Bozizé ha huido a la vecina República Democrática del Congo. Yo salí del país ayer (sábado 23) en el que probablemente fue el último vuelo comercial que despegó del aeropuerto de Bangui y escribo desde Madrid. Según algunos amigos con los que estoy en contacto en algunos barrios la gente ha salido a aclamar el paso de los rebeldes, que desfilaban por las calles disparando al aire. En otros lugares la situación es algo confusa. Doy cuenta en estas líneas de los acontecimientos que se han precipitado en cascada durante la última semana:
Domingo 17 marzo. Una delegación gubernamental y de la comunidad internacional, que incluye a los cinco ministros de la Seleka, se dirige a Sibut, a 150 kilómetros de Bangui, para negociar con los rebeldes. Al cabo de dos horas de charla los rebeldes anuncian que la delegación volverá a la capital sin sus cinco ministros, a los que han decidido “retener” para ejercer presión al gobierno. Piden que el presidente acepte sus exigencias: liberación de los presos políticos, marcha de las tropas extranjeras (sudafricanas y ugandesas) del país, validación de sus grados militares e integración de 2.000 de sus tropas en el ejército nacional. Dicen que dan un ultimátum de tres días, pasados los cuales retomarán las armas si el gobierno no accede a sus exigencias. Un detalle sospechoso: según un amigo que formó parte de la delegación, los cinco ministros de la Seleka se presentaron con sus bolsas de viaje, algo extraño para un viaje supuestamente de un día. Lo más seguro es que ya se habían puesto de acuerdo y el “secuestro” fue una puesta en escena.
Lunes 18 y martes 19. La tensión en Bangui crece y la gente empieza a tener miedo de un ataque de la Seleka. Otros piensan que el gobierno podrá controlar la situación, sobre todo con la presencia de los soldados de la fuerza de paz de países de África Central (FOMAC) y de Sudáfrica. Los menos creen todavía en una solución negociada.
Miércoles 20. Por la tarde la Seleka anuncia que el plazo de tres días se ha acabado y dicen que retomarán las armas. En realidad los rebeldes, desde que se firmó el acuerdo de alto el fuego de Libreville el 11 de enero, nunca dejaron las armas ya que siguieron ocupando otras ciudades en el interior del país como Alindao, Mobaye, Gambo , Sido y Bangassou, y cometiendo actos de violencia contra la población.
A última hora del miércoles, el presidente Bozizé firma un decreto ordenando el levantamiento de barreras (controladas por milicias populares), el fin del toque de queda y la liberación de prisioneros políticos arrestados desde primeros de marzo, detalle este último que hace sospechar a muchos que los detenidos anteriormente pueden haber sido asesinados.
Jueves 21. La Selaka no acepta las medidas tomadas por Bozizé y anuncia que exige la marcha inmediata del presidente. Ese mismo día toman la ciudad de Bossangoa, lugar natal del presidente, en el norte, y también Bouka. Ambas ciudades se encuentran en la carretera que va a Camerún, lo que hace pensar a muchos que intentarán asfixiar la capital al aislarla por todos los frentes. La tensión crece en Bangui.
Viernes 22. Por la mañana, los rebeldes entran en Damara, a 60 kilómetros de la capital, considerada como la “línea roja” que no podían cruzar según el alto el fuego. Los soldados de la FOMAC les dejan pasar y no oponen resistencia. A mediodía el pánico se apodera de los habitantes de Bangui al escuchar la noticia en la radio. La gente corre en todas direcciones y muchos intentan cruzar el río Oubangi para refugiarse en la vecina R D Congo. Por la tarde dos helicópteros de combate consiguen dispersar la columna de rebeldes que avanzaba sobre Bangui, pero sigue habiendo combates en Damara. Por la tarde y durante la noche vuelve una relativa calma.
Sábado 23. Hay rumores de que el presidente Bozizé ha vuelto de Sudáfrica, donde ha realizado un viaje relámpago para buscar ayuda militar. Según algunas fuentes, esa ayuda sería en forma de varios miles de fusiles para repartirlos entre las milicias. Los rebeldes siguen avanzando, sobre todo después de haber derribado uno de los helicópteros. Algunos cientos de miembros de milicias “pro-Bozizé” se manifiestan en Bangui. A las puertas de la misión de la ONU en Centroáfrica (BINUCA), impiden la salida de un convoy de vehículos con rumbo al aeropuerto para evacuar al personal no esencial. Más tarde, cuando finalmente salen con escolta de la FOMAC tienen que regresar porque los aviones que venían de Camerún para evacuarlos se da media vuelta poco antes de llegar al aeropuerto. Por la tarde, la Seleka consigue franquear PK12 (puesto kilométrico 12), el punto considerado como la entrada a Bangui y entran en barrios del norte. Otra columna rebelde que viene desde Bossangoa al llegar a Boali entra en la central eléctrica y corta el suministro, dejando a Bangui sin luz ni agua.
Domingo 24. Entre las 8 y las 10 de la mañana los rebeldes toman el palacio presidencial. El presidente Bozizé huye a la R D Congo. Mientras los jefes de la Seleka hacen llamamientos en la radio a “mostrar contención y no cometer actos de venganza”, el centro de la ciudad y la catedral sufren saqueos constantes. Los mismos líderes piden a los soldados de la FOMAC y a los franceses que ayuden a mantener la seguridad de Bangui. Los soldados sudafricanos, que parecen haber perdido al menos seis de sus hombres, anuncian que se retiran del país. Francia anuncia que envía 350 tropas más para reforzar a los 600 soldados que mantiene en el país, oficialmente para "garantizar la seguridad de sus residentes".
Una vez completada la toma de la capital, algunas cuestiones inquietantes surgen: en las zonas controladas por la Seleka durante los últimos tres meses los rebeldes han cometido numerosos actos de pillaje y asesinatos. ¿Mostrarán una actitud diferente en Bangui? Otra incógnita es qué ocurrió con las armas que supuestamente Bozizé trajo de Sudáfrica, si éstas llegaron a repartirse, pero en cualquier caso en los barrios periféricos puede haber casos de ajustes de cuentas y saqueos. También es una incógnita lo que puede pasar en las zonas del Sur y Oeste del país que aún no controlan, sobre todo por la agresividad que los soldados vencidos pueden descargar contra cualquier persona considerada como “culpable” de esta derrota. ¿Un ejemplo?: el sábado 23 unos 20 cooperantes italianos de la ONG COOPI fueron retenidos por soldados leales a Bozizé en Moungoumbá, un puesto del sur cercano a Congo Brazzaville. El sacerdote español que es párroco del lugar consiguió que les dejaran ir a dormir a la parroquia, pero los soldados retuvieron los pasaportes de todos ellos para impedirlos cruzar la frontera.
Pero quizás lo más inquietante es el hecho de que la Seleka es un grupo formado por cinco grupos rebeldes distintos que tienen grandes diferencia entre ellos y que no han mostrado tener unidad, más allá del hecho de estar furiosamente contra Bozizé. Entre sus filas hay también numerosos extranjeros, sobre todo bandidos chadianos y “janjaweed” sudaneses” e inquieta el hecho de que algunos de ellos han sido formados en Arabia Saudita. Una lucha de poder en el seno de la Seleka durante los próximos días o semanas es un escenario bastante probable y muy poco prometedor.
Por lo demás, nada nuevo bajo el sol, ya que, por desgracia, todos los gobiernos que han accedido al poder en la República Centroaffricana lo han hecho por medio de las armas, incluido el último presidente François Bozizé, y siempre con ayuda de combatientes extranjeros. El único que venció en las urnas, Ange Felix Patassé, cuando se vio amenazado por una rebelión en 2002 llamó a su amigo Jean Pierre Bemba (actualmente juzgado por la Corte Penals Internacional), quien envió a sus milicias congoleñas que durante cinco meses cometieron crímenes de guerra horrendos. Una intervención mucho más decisiva dela comunidad internacional podría cambiar el rumbo de las cosas, aunque por desgracia no parece algo muy probable.