Un nuevo estudio sugiere que las personas pueden ser capaces de reducir el poder de los recuerdos de atemorizantes que causan los síntomas físicos cuando se hacen presentes.
La investigación es preliminar y no proporciona una cura inmediata para condiciones tales como la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático. Sin embargo, sí ofrece algo de esperanza para nuevas formas de tratarlos en el futuro.
La clave sería interferir con la memoria en un momento determinado cuando sabemos que puede ser vulnerable o susceptible de ser cambiada.
Estos recuerdos en cuestión vinculan un miedo emocional a una respuesta física.
Este tipo de “memoria del miedo” se almacena en una parte diferente del cerebro que la memoria real del evento que lo desencadenó.
En las personas con problemas de ansiedad y trastorno de estrés postraumático, tales recuerdos pueden llevar a grandes problemas.
Los investigadores sospechan que hay momentos en que los recuerdos son susceptibles a la influencia. Por ello pusieron a prueba su teoría.
Los investigadores inculcaron recuerdos atemorizantes en los participantes del estudio resueltamente mediante la exposición de ciertas imágenes visuales. La idea era hacer desarrollar una memoria de miedo conectado a la imagen y luego ver si se podía deshacer.
Los investigadores descubrieron que podían modificar la memoria un día después al convencer a una persona que las imágenes mostraban situaciones muy seguras. Ellos descubrieron que podían hacer esto actuando con rapidez después de que las imágenes provocaran la respuesta de miedo.
Pero este es un mecanismo que, según dijeron los investigadores, debería ser utilizado con cuidado.