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2015 actualidad // Humanidades // Miguel Benavent de B. // nuevos paradigmas // Opinión // sociedad
LOS REFUGIADOS
Escrito por Miguel Benavent de B. Sin comentariosEstos días nos impactan con imágenes de miles de refugiados intentando desesperadamente entrar en Europa, a cualquier coste y de cualquier forma, andando o en balsas hinchables o simples pateras. Vemos bebés, mujeres, ancianos, niños, jóvenes, que viajan durante días -y miles de kilómetros- desde su país de origen, sin desfallecer, mal alimentados, a veces heridos y/o en situación precaria, con apenas una bolsa o mochila con lo poco que poseen. Lo demás lo dejaron atrás! Muchos de ellos eran posiblemente personas como tú y como yo, con su vivienda, sus ratos de ocio y su trabajo, sus amigos y su barrio, con su formación académica y con sus sueños que tuvieron que dejar en países como Siria, Afganistán y otros países subsaharianos, actualmente con conflictos bélicos o simplemente injusticia, miseria y/o hambre. Seguramente han tenido que llegar a Europa, a nuestras casas, para que nos demos cuenta de su existencia y de la injusta e inhumana situación que están viviendo y muchas veces hemos tolerado con nuestra indiferencia…
Y eso está revolucionando nuestro entorno y, con suerte, nuestra conciencia e irresponsabilidad como ciudadanos de este mundo, poniendo en evidencia una vez más la crónica ineficacia de los organismos públicos mundiales, europeos y de cada una de las naciones del Primer Mundo, mientras los ciudadanos se movilizan espontáneamente para acogerles, ayudarles y devolverles esa dignidad que día a día van perdiendo por el camino, hacinados en estaciones de ferrocarril o en campos de refugiados, o vejados ante alambradas y muros de afiladas púas de intolerancia e incomprensión que les vetan el paso en los países que atraviesan en su camino desesperado hacia una vida presuntamente próspera… o simplemente hacia su supervivencia. Son los refugiados, esas gentes de cualquier edad, sexo y condición que pretenden disfrutar de nuestro estado del bienestar. Un viaje largo para una estancia presuntamente larga entre nosotros y una aún más larga secuela emocional y psicológica que les marcará lamentablemente para toda su vida, si no hacemos algo para paliarla. Porque ellos deberán ser -en cuanto sea posible- los que recompongan y reconstruyan su país de origen y la vida digna en él.
Muchas preguntas por responder…
¿Simple inoperancia de los países de una Europa desgastada y afectada por la crisis? ¿Un caso de estudio para que los legisladores redefinan una vez más el concepto de refugiado o de inmigrante por motivos económicos y establecer un trato diferenciado, basado en la insolidaridad y la discriminación o en tratados internacionales que se incumplen sistemáticamente o cuando interesa? ¿El germen de incipientes movimientos xenófobos que pretenden recuperar el orden establecido, en una Europa convulsionada y sin liderazgo? ¿Falta de solidaridad, después de muchas veces haberles saqueado sus recursos en esos países, no hace demasiado colonias nuestras? ¿Efectos colaterales de la llamada “primavera árabe”? ¿Un motivo más para que la sociedad civil tome cartas en el asunto y actúe al margen de las administraciones públicas, recordándonos la necesidad de cambiar el mundo y, sobre todo, la forma de hacer política en nuestros países? ¿Intereses ocultos para lograr la inestabilidad de la Unión Europea y sus instituciones, por parte de Rusia, los Estados Unidos u otros poderes ocultos e interesados en el conflicto permanente o cíclico? ¿Una maquiavélica trama orquestada para favorecer la entrada masiva de mano de obra barata, cualificada y sin apenas derechos, para paliar las maltrechas economías del mal llamado primer mundo? ¿Un mercado altamente lucrativo para el mercado negro y los traficantes de personas? ¿Una coartada perfecta para iniciar un nuevo conflicto bélico e imponer una vez más la presunta democracia y la libertad, con sus beneficios colaterales como el comercio de armas o el reparto proporcional de territorios o el lucro en la futura reconstrucción de esos países, propiciado por ese organismo con el eufemístico nombre de Naciones Unidas? ¿Un motivo más para llenar las portadas de los diarios e informativos, de todo el mundo, distrayendo nuestra atención a lo que sucede a nuestro alrededor? ¿La consecuencia de esos desequilibrios que, de tanto en tanto, propicia, provoca y/o tolera la mal llamada “comunidad internacional”, para sostener intereses posiblemente inconfesables, pero casi siempre económicos o estratégicos? ¿Una situación que simplemente nos despierta de la sedación del presunto bienestar e indiferencia, removiendo nuestra conciencia, como seres humanos? ¿Una señal inequívoca del necesario cambio en el mundo?