Los regalos de Papá Nöel y los Reyes Magos (II): Reflexiones
Sois muchos los que estáis esperando esta entrada después de queVarias veces he tenido con mis amigos y amigas "discusiones" - entendiéndose como intercambio de opiniones, como debate, no como disputa - sobre la conveniencia o no de colmar a los niños con regalos tanto en Papá Nöel como en los Reyes Magos. Y como en todos sitios, entre mis amigos hay opiniones para todos los gustos. Ni mejores ni peores, sólo diferentes. Lo mejor de estas discusiones es lo enriquecedoras que son, cómo nos hacen comprender otros puntos de vista, percatarnos de ciertas ideas y tener en cuenta determinados elementos que por nosotros mismos, por principios o por radicalismos idearios, no somos capaces.
(Uffff, prometí no extenderme mucho, pero todo apunta a lo contrario. Siento si mi verborrea os aburre, pero por más que lo intento no me sale de otra forma. Antes de publicar repasaré e intentaré eliminar el texto vacío.)
((Y a partir de aquí es donde me quedé estancada, haciendo mil y un cambios en el texto en diferentes días))
Pero no es de esto de lo que quiero hablar aquí. Para cualquiera es obvio - y para mí más, que no sabéis el sitio que ocupan - que mis hijos han tenido muchos regalos, puede que demasiados, llegando quizá a rozar lo contraproducente en su educación. Y digo quizá porque sobre esto tengo mis dudas, imagino que a nadie se le escapa que la educación son 365 días al año, aunque todo suma y... blablabla...
Si el día de Reyes yo tenía mal sabor de boca era porque se cruzaron varios factores, empezando por la mala
También tengo la manía - desde ya en desuso - de que cualquier cosa que tres meses antes queramos comprarles, bien por gusto o bien por necesidad, la dejamos para Papá Nöel y Reyes, llámese pijama o ratón para el ordenador. Y si encima sacamos regalos que llevan guardados y empaquetados un año, algunos incluso no comprados en principio para ellos, ¿no van a juntarse con tropecientas cosas bajo el árbol? Pero ¿cuántas de estas cosas son juguetes-juguetes, es decir juguetes-trasto? En fin, que no sólo se juntan con tal cantidad de regalos que acaban aturdidos, es que encima de estos les molan uno o ninguno (y con molar me refiero más bien a que les haga mucha ilusión, a que lo deseen realmente, sobre todo en el caso de Marcela, que se entera más. Todos los regalos les gustan, faltaría, pero no es lo mismo que te guste que que lo desees y saltes de emoción al verlo).
Y luego están los libros y los puzzles, que son fijos tanto en Papá Nöel como en Reyes; de unos y de otros tienen muchísimos y me encanta que así sea, me chiflan y a ellos también, y como básicos imprescindibles que son, tienen para todos los gustos y colores repartidos por varios sitios de nuestra casa. Y casi lo mismo ocurre con los juegos didácticos (los de verdad). Así que por lo dicho, para mí estos no contabilizan a la hora de pensar y organizar el tema regalos; tienen muchos pero no me duele que tengan más. Por ejemplo, me ha gustado mucho la máxima de Marta, de Diario de algo especial, respecto a los Reyes de sus hijas en casa: un regalo por Rey, por lo que cada una recibe tres regalos en casa el día de Reyes. Casi seguro que la copiaré y nos ceñiremos a los tres regalos que cada uno de mis hijos - orientados por nosotros - pida. Pero ni me engaño ni engaño a nadie, también tendrán libros, puzzles y seguramente algún juego educativo. Sumad
Pero lo que realmente me fastidió fue no hacer determinados regalos que tenía anotados en las muchas listas que me hice con bastante antelación, incluida la definitiva.
- Bruno no tuvo su escoba y recogedor. Primero porque mi conciencia me decía que ya había demasiados regalos; segundo porque cuando la tarde del día 5 mi conciencia se durmió, no tuve tiempo material para ir a comprarlo. Finalmente esos demasiados regalos se quedaron en dos puzzles. Y esto es algo que realmente no me gustó nada; me dolió. Tendría que haber reservado para Reyes algunos de los juguetes que saqué para Papá Nöel.
- Bruno tampoco recibió su cesto de los tesoros, y eso que era mi regalo preferido. Me parecía tan fácil hacerlo que ni me molesté en hacerme una pequeña lista y acercarme a un "Todo 100", así que llegó el momento de poner los regalos bajo en árbol y fue cuando caí en la cuenta. Ahora tengo pendiente hacérselo.
- Marcela hubo dos cosas que no tuvo y que seguramente eran las más importantes, pero es lo que tiene dejar para última hora lo que se puede hacer en casa en cualquier momento - momento que nunca llega -. Por problemas de conexión a ultimísima hora no recibió un regalo azul de Unicef, y tampoco recibió una carta de los Reyes Magos dirigida a ella, o a los dos, aunque esto por problemas de inspiración y cansancio materno a las 04.00 h. de la noche de Reyes.
Así que ya veis, tuvieron un montón de regalos, con muchos juguetes y mucho de todo, pero en casa precisamente es donde menos nos preocupamos de darles el gusto con cosas molonas (y cuando digo molonas me refiero a que a ellos se lo parezca), sobre todo en Reyes. Y vale que Bruno aun no se entera y que le da igual uno que ochenta, pero Marcela sí se da cuenta, de lo suyo y de lo de su hermano.
Vamos, resumiendo, que he cambiado el chip en varias cosas y el año que viene será diferente:
a. Al menos uno de los regalos molones se queda en casa. Y si es el más molón de todos pues mejor.
b. Menos regalos pero más molones. Los regalos oportunistas y para rellenar quedan fuera.
c. En casa, los regalos más molones los traerán los Reyes. Un regalo por Rey Mago más libros, puzzles y juegos educativos.
d. Papá Nöel traerá detallitos y a lo sumo un juguete molón. Los regalos de la familia pues según cuándo nos juntemos.
Y así acabo este post, que sólo algunas sabéis lo que me ha costado escribir, lo que se me había atragantado y lo que difiere de lo que en un principio quería explicar; pero es que la inspiración aparece cuando menos puedes cazarla y se esfuma en los momentos clave.
Y total, para que luego acabe entreteniéndose con unos prismáticos hechos
en casa en cinco minutos con tubos de papel higiénico y celo estampado
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