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Los remedios del hechicero

Publicado el 12 diciembre 2011 por Jcgarrido @jcgarridodp

Los remedios del hechicero

Ahora, que podemos contemplar lacrisis con una cierta perspectiva, cabe poner en duda, con más que sobradajustificación, la efectividad, incluso la cordura, de buena parte de lasmedidas que nuestros dirigentes han adoptado y siguen adoptando para lucharcontra ella, y plantearse si no hemos puesto un arma cargada en manos de unmono borracho.Olvidemos cuanto nos han dicho sobrela crisis políticos y expertos, y analicemos los hechos desnudos. En primerlugar, cabe colegir que no nos enfrentamos a una crisis, sino a dos. La primera, que tuvo su auge amediados de 2008 y de la cual aún no nos hemos recuperado, se ocasionó cuando,tras la caída de Lehman Brothers, se destapó la existencia de activos tóxicos yse puso en cuestión la salud del conjunto del sistema financiero. La postura delos gobiernos occidentales consistió en la inyección masiva de capital a losbancos, que, por su parte, se dedicaron a recortar brutalmente y sin medida elcrédito a particulares y empresas, con la consecuencia de que muchos negociospequeños y solventes, que habían funcionado sin problemas durante décadas,tuvieron que cerrar debido a que se les cancelaba el crédito sin aviso nijustificación en un país en el que los pagos se realizan como poco a 120 días.La segunda oleada, que se inició en el2010 si bien hemos contemplado en toda su potencia en 2011, se desencadenócuando el ente que se denomina en abstracto “los mercados” comenzó a desconfiarde la solvencia de la deuda pública europea, y Merkel dictaminó que la soluciónera combatir el déficit sea como fuere.Es cierto que hasta el momentohabíamos padecido una administración manirrota, múltiples en el caso de España,si bien cabe poner en tela de juicio si estos recortes improvisados y arbitrariosson la solución, en particular cuando se constatan las consecuencias: miles deinterinos engrosando las listas del paro y una administración que se haconvertido en el peor moroso del país, causando que miles de empresas, ahora deuna envergadura mayor, se vean forzadas a cerrar o reducir drásticamente susplantillas a causa de los impagos de ayuntamientos y comunidades autónomas.Como corolario, debe cuestionarse silos responsables de dirigir la economía poseen alguna noción de cómo hacerlo,incluso la mera posibilidad de actuar sobre una entidad cuyas dimensiones ynaturaleza escapan a su compresión y habilidades, y, para qué negarlo, cada vezparece más claro que estos supuestos expertos no son sino un lamentable hatajode hechiceros que se han limitado a bailar la danza de la lluvia cada vez queveían nubarrones negros en el cielo, pero sin ninguna capacidad real para provocarla lluvia por sus propios medios cuando se tiene necesidad de ella.



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