En consonacia con un anterior artículo, titulado "Los peces son seres sintientes", me gustaría seguir exponiendo evidencias acerca de la sintiencia en los animales nohumanos que tradicionalmente han sido más ignorados o excluidos en el reconocimiento de su capacidad de sentir. En este caso hablaremos del grupo de los reptiles.
Antes de nada me gustaría comenzar este ensayo aludiendo a un famoso y extendido mito que afirma que nuestro cerebro está divido en tres partes que convergen en una solo: "el cerebro tri-uno". Esta idea dice, básicamente, que los humanos tenemos un cerebro reptiliano [instintos], un cerebro límbico [emociones] y un cerebro mamífero o neo-córtex [inteligencia] que se fusionan en un solo órgano. Por tanto, los reptiles - al tener sólo un cerebro reptiliano - se limitarían a reaccionar instintivamente y no experimentan emociones ni razonan. Este mito fue incluso difundido por Carl Sagan.
Sin embargo, según explica la bióloga Carmen Agustín Pavón, se trata de un modelo erróneo que no corresponde a la realidad:
"Existen teorías, modelos y conceptos obsoletos, invalidados por investigaciones más recientes, que no obstante continúan, persistentes, formando parte del imaginario científico popular. A toparme de vez en cuando en revistas o charlando con colegas de profesión con uno de éstos soy especialmente sensible, quizá por haberme familiarizado con él cuando era estudiante de doctorado en Neurociencia: se trata del cerebro triuno. (...) este modelo postula que nuestro cerebro está compuesto, cual rompecabezas, por un cerebro reptil, uno paleomamífero y uno neomamífero. Sin desmerecer las muchas contribuciones de Paul McLean, que acuñó dicho concepto hace más de 60 años, a la investigación en neurociencia y psiquiatría (entre las que se cuenta su esfuerzo por señalar la importancia de las emociones y la socialización para el comportamiento humano, acompañado de la introducción del término sistema límbico), su modelo es erróneo desde el punto de vista anatómico, funcional y evolutivo. Sabemos, por ejemplo, que los reptiles poseen amígdala, que hoy se considera parte fundamental del sistema límbico y que en el modelo tripartito forma parte del cerebro paleomamífero; (...)"
Esto quiere decir que es injustificado negar que los reptiles tienen una vida emocional igual que los demás animales. De todos modos, incluso aunque los reptiles (u otros animales humanos o nohumanos) carecieran de emociones, esto no significa que no sientan, es decir, que no perciban de forma consciente. Si un ser experimenta sensaciones (placer, dolor, imágenes, sonidos, olores,...) entonces tiene que ser necesariamente consciente, por definición. Una sensación no se puede producir de forma impersonal, sino que implica por lógica la existencia un sujeto. No puede existir una percepción de placer, o de dolor, o de un sonido, o de una imagen, sin que haya alguien que perciba de forma consciente.
Los humanos sentimos porque poseemos un sistema nervioso. Una de las funciones básicas del sistema nervioso es la producir sensaciones y, por tanto, la conciencia, la subjetividad. Si los demás animales tienen un sistema nervioso, que es esencialmente similar al nuestro, no hay ninguna razón que justifique negar o cuestionar esta misma capacidad en ellos. Todas las evidencias (fisiológicas, etológicas) apuntan a que todos los animales sienten - sentimos.
En su articulo«The emotional lives of reptiles: stress and welfare» ["La vida emocional de los reptiles: estrés y bienestar"] el biólogo Marc Bekoff nos cuenta, entre otras cosas, lo siguiente:
"Los reptiles son un tipo evolucionado de vertebrados, que son utilizados en diferentes tipos de investigación, algunos de los cuales pueden resultar dañinos para su propio bienestar psicológico. Algunos reptiles muestran una conducta paterna muy compleja, y también se les ha observado jugando entre ellos. Gordon Burghardt - de la Universidad de Tenessee - y algunos de sus colegas, están entre los primeros que se han dedicado al estudio de la conducta y el bienestar de los reptiles, cuyos artículos publicados, y las referencias citadas en ellos, proporcionan una amplia base de datos para todos aquellos que quieran conocer más acerca de estos fascinantes e infravalorados animales."
No subestimemos las mentes y la vida emocional de los reptiles
Acabo de recibir un nuevo artículo publicado por la Asociación Británica de Veterinaria titulado: «Assesing reptile welfare using behavioural criteria»["Confirmando la evidencia del bienestar en reptiles usando un criterio basado en la conducta"] escrito por Clifford Warwick y sus colegas, el cual ofrece algunos datos relevantes. Ellos señalan, por ejemplo:
"(...) los reptiles han sido universalmente confinados en pequeños espacio. Contrariamente a lo pensado, los reptiles muestran evidencias de una comportamiento anormal que indice estrés.
El sumario de datos que el autor aporta acerca de los signos conductuales de estrés producido por el confinamiento resulta ser una fuente muy valiosa. Por ejemplo, en respuesta al estrés los reptiles muestran hiperactividad, hipoactividad, anorexia, auto-lesiones, inflamaciones del cuerpo, silbidos, jadeos, cambios de pigmento y otros rasgos anormales de conducta y respuesta fisiológica. Estos datos también aportan una herramienta útil para establecer el bienestar de los reptiles de acuerdo al criterio conductivo.
Los autores señalan que si bien hay también factores estresantes en condiciones naturales, "las habituales condiciones de cautiverio que pretenden reproducir los elementos del mundo natural con herramientas artificiales y deficientes privan a los animales de poder expresar su conducta normal y satisfacer sus necesidades biológicas, como son la búsqueda de comida, la libertad de movimiento, la investigación de su entorno,..."
Hasta aquí algunas de las evidencias etológicas que se han recopilado.
Ahora, desde un punto de vista neurofisiológico, y según explica el doctor Antonio Damasio en su libro "Self Comes To Mind" [no menciono el título que erróneamente se ha traducido al español porque no tiene que ver con el original] los datos son medianamente claros respecto de la sintiencia de los reptiles:
" (...) siempre que los cerebros empiezan a generar sentimientos primordiales - y es algo que pudo haber ocurrido en una fecha bastante temprana de la historia de la evolución - los organismos adquieren una forma básica de sintiencia. A partir de entonces, pudieron desarrollar un sí mismo como proceso organizado y añadirlo a la mente, facilitando con ello el inicio de mentes complejas capaces de ser conscientes. Los reptiles son un ejemplo de este proceso (...)"
Es necesario señalar dos puntos al respecto:
Primero; exponer estas evidencias no pretende fomentar la idea de que lo que hay que hacer es "mejorar" las condiciones en las que los reptiles, y los demás animales, son esclavizados. No. Lo que se pretende demostrar es la sintiencia - la capacidad de sentir. Las pruebas que se presentan son objetivas. Y demuestran que los animales nohumanos - reptiles en este caso - tienen conciencia de lo que les sucede y experimentan sensaciones (positivas o negativas) al respecto.
Segundo; exponer los resultados de experimentos y estudios en los que han sido utilizados los animales nohumanos no implica ni significa estar de acuerdo con el uso de animales nohumanos para fines científicos ni cualquier otro. Simplemente exponemos la evidencia que ya ha sido publicada y está disponible para consulta. De este modo, las dudas o negaciones, acerca de la sintiencia en los nohumanos, se ven refutadas por pruebas objetivas. Señalar estas evidencias no es diferente de señalar las evidencias que podemos comprobar en cualquier otra actividad, por muy reprobable que sea.
En definitiva, al igual que el resto de animales los reptiles son individuos que tienen intereses, que son conscientes de lo que les ocurre y les importa lo que les ocurre. Por ese motivo son personas. Y como tales deberían ser respetados. Lo cual implica no utilizarlos como medios para nuestros fines. Puesto que esta utilización se hace siempre sin su consentimiento o a costa de violar sus intereses básicos (el interés en continuar existiendo, el interés en ser libre, el interés en evitar el daño).
Violar los intereses de alguien para nuestro beneficio, o tratarlo como un medio para nuestros fines sin su consentimiento, es tratar a una persona como una cosa, como un objeto. Pero los seres sintientes se caracterizan esencialmente por ser sujetos. Por tanto, considerarlos como objetos (como seres que no sienten, que no tienen voluntad propia e intereses) es un error fáctico y moral; es una doble violación del principio de identidad. Ésta es la razón lógica objetiva que convierte en intrínsecamente errónea cualquier explotación de seres sintientes.
Enmendar este error tiene que comenzar por reconocer a los demás animales como individuos, como sujetos, como personas. Dejando de discriminarlos por su aspecto, por no ser humanos. Erradicar el especismo de nuestra mentalidad supone una nueva visión moral acerca de los nohumanos, que lo que tiene en cuenta sobre todo es que ellos son alguien, y no algo.
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