Las ayudas a los países de la zona euro en problemas, como el caso irlandés, se instrumentan a través del fondo de rescate, un dispositivo creado el pasado mes de mayo de 2010 para garantizar la estabilidad del euro.
Y muchas son las preguntas que nos hacemos a cuenta del funcionamiento de este fondo. ¿De dónde sale el dinero?, ¿quién o cómo se lo hacen llegar a los países en problemas?, ¿es un rescate a fondo perdido o son préstamos que se han de devolver?, ¿quién lo debe devolver en este caso?, ¿quién lo tiene que devolver si no lo devuelve el país rescatado?, ¿cuánto nos cuesta a los socios europeos?, ¿nos cuesta más a unos que a otros?, los socios de la UE que no están en el club del euro, ¿también aportan fondos?
Vamos a tratar de responder a estas y a otras preguntas por partes, como se hacía con las integrales en el colegio.
Ya he apuntado que el nuevo mecanismo de ayuda se instrumenta a través del fondo de rescate. Es éste, por tanto, el encargado de hacer llegar las ayudas financieras a los países que lo precisen.
La dotación máxima aprobada para el fondo alcanza los 750.000 millones de euros, importe que se obtiene de 3 fuentes distintas:
• De los países de la eurozona, hasta 440.000 millones de euros, vía préstamos o garantías.
• Del presupuesto de la Comisión Europea, hasta 60.000 millones de euros.
• Del Fondo Monetario Internacional, hasta 250.000 millones de euros.
La mayoría de sus inquietudes, supongo, porque afecta directamente a nuestro bolsillo, vendrán por los 440.000 millones a financiar por los estados miembros del euro, entre los que estamos nosotros, España.
Como es lógico, el reparto de este importe entre los socios del euro es proporcional a la contribución al PIB europeo. Y en este ranking, España, aunque no lo crean, todavía ocupa la 4ª posición, por detrás de Alemania, Francia e Italia. Así que, por prorrateo, nos corresponden unos 52.000 millones.
Lo que pasa es que, como casi siempre que hay finanzas de por medio, la cosa no es tan sencilla como parece. Porque lo lógico, lo que supondría cualquier lector interesado, es que cada país del euro satisficiera su asignación al Fondo, y éste simplemente se encargara de hacer llegar el dinero allá donde se necesite.
Pero, claro, si España, con una deuda pública de unos 600.000 millones, tuviese que endeudarse ahora en otros 52.000 millones para aportarlos al fondo de rescate, lo más probable es que el siguiente país en solicitar el rescate fuésemos nosotros.
Por esa razón la operación se hace de otra manera. ¿Y cómo? Pues apelando a los mercados financieros. Es decir, convenciendo a los inversores internacionales para que aporten el dinero con destino a Irlanda, en lugar hacerlo nosotros.
¿Y cómo se convence a los inversores, que no quieren financiar a Irlanda, para que financien? Pues aportando garantías adicionales. Es decir, asegurándoles que, si Irlanda finalmente no hace frente a sus compromisos, los países miembros del euro lo harán en su lugar.
La instrumentación de la operación es lo de menos. Se realiza mediante la emisión, por parte del fondo de rescate, de bonos garantizados por los países de la zona euro; de esta forma los bonos cuentan con la máxima nota crediticia posible, la triple A.
A la sazón, los bonos son suscritos por los inversores en los mercados financieros, y el fondo le hace llegar al país rescatado el importe pactado mediante la concesión de préstamos.
Es decir, en la fase de financiación inicial, los gobiernos de la zona euro no aportan dinero, sino avales. Ni que decir tiene que la posición de riesgo de los avalistas frente a Irlanda, es la misma que si se financiara directamente la operación. Estamos, por tanto, asumiendo el mismo riesgo de impago y el mismo posible deterioro para las cuentas públicas de nuestro país de una forma que de otra.
(Continuará)