No me lo puedo creer
Los restaurantes más locos:
Una de las cosas que más me fascina del ser humano, es su capacidad para imaginar e inventar. Aunque no siempre las ideas que se nos ocurren son de los más brillante. Pasa con las novelas, con la ropa, con los cortes de pelo… ¡hasta restaurantes!
Por eso hoy me apetecía compartir contigo las imágenes (a veces una imagen vale más que mil palabras) de unos restaurantes en los que la inventiva se ha llevado a extremos inauditos, algunos incluso rozando el mal gusto. Pero no te preocupes, porque he decidido ponerle algo de humor (ya sabes… mi toque personal), para que no se te atragante el menú. ¿Preparada?
Zapatería reciclada:
—¿Loli, has visto que han abierto un nuevo restaurante donde antes había la zapatería?
—Sí, Pepa me ha enviado una foto. Fue ayer, a cenar, con dos amigas.
Afición por los deportes
—María, ¿no crees que tu Roberto está llevando su afición al tenis al extremo?
—Chica, es que es empezar Wimbeldon y se viene arriba…
Aunque siempre los hay de peores…
Cocina Internacional:
—Manolo, cuando me dijiste que me llevarías a un restaurante francés revolucionario no me esperaba esto…
—Pues espera a ver la tabla de quesos de los postres…
—Puri, he decidido que vamos a abrir un restaurante de cocina tradicional rusa.
—Pero Javi, si no tenemos ni p… idea de cocina rusa. Sólo sabemos hacer bocatas.
—Ya se me ocurrirá algo…
La burbuja inmobiliaria:
—La crisis inmobiliaria ha afectado a todos los sectores. Ya no se construye tanto…
—Ni que lo digas. Mi primo tenía una fábrica de ladrillos y ha tenido que reinventarse.
—¿La cerró?
—¡Qué va! Ahora trabaja para la hostelería.
Cambio de profesión:
—¡La hija de la Trini ya ha encontrado trabajo!
—Anda, que bien… ¿Ya la han contratado como enfermera en el hospital?
—No, ha pasado al plan B. Ayuda a su padre en el restaurante. Dice su madre que la chica es muy creativa.
—¡Paqui! Ni se te ocurra pasarte por el restaurante que ha abierto el hijo de la estanquera.
—¿Cuál de ellos? ¿El dentista?
—Ese.
—Parece que a Manoli el restaurante le va viento en popa.
—Mira… ¿Y ya puedo con todo?
—Sí, su cuñado, el fontanero, se quedó en paro y de vez en cuando le echa una mano.
Sólo para vegetarianos:
—La próxima vez que quieras ir a un vegetariano te va a acompañar tu p… madre. ¡Qué mierda de pizza es esta!
—Cari, mejor nos vamos sin pedir los cafés.
—Sí, con el cóctel que he pedido mientras esperábamos la mesa ya he tenido suficiente.
—Sip.
Marketing de guerrilla:
—Pero Pepe… ¿cómo quieres cobrar 30 euracos por una ensalada César?
—Que sí mujer… que la vestimos un poco y nos la quitan de las manos.
—¿Camarero, es fresco el pescado que acompaña la ensalada?
—Más fresco imposible, señora. Confíe en mí.
Emprendedores con/sin recursos:
—¡Estás loco! ¿Cómo vamos a vender cocina de autor si no sabemos ni freír un huevo?
—Mujer de poca fe… Eso lo arreglo yo con unos platos de diseño. ¡Lo vamos a petar!
—Hola, ¿estoy llamando al restaurante American Food?
—Sí. ¿En que puedo ayudarla?
—Verá, quiero hacer una fiesta sorpresa de cumpleaños para mi marido. ¿Ustedes podrían encargarse de la tarta?
—No problemo.
—Okey Makey.
—¡Manolo, que nos hemos vuelto a quedar sin platos limpios! ¿Cómo sirvo la comida a los clientes?
—Espera cari. Termino de hacer el hoyo en el jardín y entro a ayudarte.
—Manolo que te conozco…
…Una hora más tarde
—Problema resuelto.
—Cariño, al niño se le ha muerto el hamster.
—Vale, no tires la jaula. Voy a reciclarla.
Familia y negocio es mala combinación:
—Por Dios Manoli, ¿cuantas veces te he dicho que no traigas a la niña al restaurante…? ¡Que después los clientes se me quejan!
—A ver si lo adivino… ¿Ha venido otra vez la abuela a echaros una mano?
—Sí. Ha dicho que lo teníamos todo muy desordenado.
—Lo sospechaba.
—Puri, ¿qué hago con esto? ¿Lo tiro?
—¡Mira que eres bruto! ¿Cómo vamos a tirar la manualidad que hizo la niña en el cole?
—Vale, me lo llevo al restaurante.
—Mejor.
—Manoli, los clientes se quejan de la cabeza de caballo. Les da «yuyu».
—Es el regalo de boda que nos hizo mi madre.
—Ah, muy práctico.
—Esa es la actitud. Te quiero.
Al pie de la letra:
—Cuando pedí gambas a la plancha no me imaginaba esto…
—Vamos a evitar las «tortas» que tienen de postre. Por si las moscas…
—¿Qué van a tomar, los señores?
—Un batido con un pedazo de bizcocho, por favor.
—Marchando…
—Estoy súper cabreada.
—¿Y eso?
—Mi cari me llevó a cenar a un restaurante.
—¿Y?
—Que me trataron como a una perra.
—Mujer, no será para tanto…
—Acabo de dejar mi «review» sobre el restaurante en Tripavisor.
—Huy, pues eso quiere decir que es una mierda.
—Sí, ¿cómo lo sabes?
Nada como ser práctico:
—Pepe, creo que exageras.
—Que no cari. Que ya nos han birlado varias copas.
—¿Qué nos recomienda de postre?
—El postre de la casa: queso con uvas. Lo hemos bautizado como «A ver si hay huevos».
—¿Y eso?
—Ya lo verá…
—Que sean dos. Nos gusta el misterio.
—Hija, estoy de acuerdo en que no quieras depilarte los sobacos, pero… es necesario ofrecer el nuevo postre para reivindicar el papel de la mujer en la sociedad.
—Mamá, sabes que soy feminista. ¡Abajo el patriarcadooooo….! ¡Mujeres al podeeeer!
—¿Cuando me dijiste que en el restaurante se respiraba ambiente familiar te referías a esto?
—Sip.
—Puta madre. Así da gusto salir con los niños.
¿Tienes hambre?
Si con este post te ha entrado hambre, te aconsejo que comas antes de ver el vídeo que viene a continuación. No sé si el pastel de parto, el waffle con forma de falo, o el pastel de parto pueden quitarte el apetito… Disfruta de las imágenes y no olvides dejar tu opinión más abajo.
¡Gracias por leer hasta el final!
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About the Author
Olga
Adicta al chocolate y soñadora. Me dedico a escribir por placer.
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