El dinero que mueven las drogas
Detroit, 1972. Un variopinto y colorista grupo de gente se está acercando al velatorio de Bennie Lee Sims, un pequeño traficante de drogas, que ha recibido dos tiros en la cabeza por haber cuestionado la jefatura del tráfico de drogas a Willis McDaniel. Algunos de los presentes, como Lennie Jack o Joe Rojo, no están por la labor de mantener el actual status quo, y preparan y llevan a cabo una acción que moleste al gran rey de la droga de Detroit, quedándose con uno de los cargamentos de heroína que le había sido enviado.De esta forma se inicia una descarga de sangrientas acciones, entre las cuales están las pesquisas de la banda de Willis McDaniel para determinar quien les ha robado y castigarles adecuadamente. Así se librará una feroz guerra en las calles de Detroit, por apoderarse del control del tráfico de drogas, teniendo a la policía prácticamente como espectadora de las violentas reyertas y sanguinarias matanzas que se llevan a cabo.El relato de estos acontecimientos nos muestra la dureza de la vida de los guetos más pobres de Detroit, y el sórdido mundo en el que se manejaban buena parte de los adictos a la heroína. Pero además aparece el brillante estilo de vida de los traficantes con sus vistosos y coloristas ropajes, sus pintorescos automóviles, donde el tuneo alcanza cotas pocas veces conocidas, siempre armados hasta los dientes, y dispuestos a cualquier acto con tal de poder participar del río de oro que mueve el tráfico de drogas en la ciudad.una crónica de sucesos llena de acciónDe ahí que los actores de este brutal drama, no conozcan de la piedad por los seres humanos, ni de ninguna cortapisa moral para llevar a cabo todo lo necesario para instalarse en ese dramático juego de rey de la colina, que hace disfrutar a su dueño de un poder, que le permite llevar a cabo sus más delirantes y ocultos deseos, sin que nada ni nadie se le oponga.En esta línea, se nos van alternando escenas de una brutalidad y ferocidad inhumana, con otras que rozan el esperpento, como cuando los invitados al funeral de Bennie Lee Sims asperjan su rostro, no con la habitual agua bendita… sino con cocaína. Toda la acción, pese al aparatoso y un tanto clownesco atrezzo, resulta de una verosimilitud impactante, pues el autor, en su faceta de periodista de investigación, fue un profundo conocedor de gran número de personas y sus acciones en cuanto actores de ese vastísimo y caleidoscópico mundo que significa el tráfico y consumo de drogas. Esta sensación de veracidad hace aún más poderosa una narración que se sale de los cánones de la novela policíaca, y se convierte en una crónica de sucesos llena de acción y tensión que agarra desde su chocante inicio, a su terrible final. Una novela imprescindible.
Sajalín, 2015Compra en Casa del LibroJosé María Sánchez Pardo