Revista Comunicación

Los reyes del whatsappeo

Por Dolega @blogdedolega

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La tecnología punta ha entrado en casa como un torbellino.

La Niña se venía quejando desde hace tiempo que todas sus amigas tenían móviles que whatsappeaban. Así como suena y ella quería un móvil que whatsappeara para no sentirse desplazada en este mundo tecnológico.

Siempre me había opuesto porque teníamos una antigua tarifa familiar que nos permitía hablar sin límite entre nosotros y que en el momento en que todos pasáramos a una tarifa de datos, dejaría de tener vigencia, pero ya se sabe que la Niña sabe lavar cerebros con una sonrisa.

El sábado pasado el Consorte nos llevó a la Niña y a mí a cambiar nuestros antiguos móviles por modernos smartphones que whatsappean de manera compulsiva.

-Pero es que yo no quiero dejar nuestra tarifa plana entre nosotros.

-¡A ver Dolega, si ya no necesitamos llamar! Ahora todo el mundo whatsappea-dice el Consorte.

Yo lo miro con absoluto escepticismo, pero veo la determinación de un padre por darle gusto a su Niña y sé que eso no tiene vuelta a atrás. Así que me encomiendo a todos los santos y asiento resignadamente.

La chica de la tienda de móviles nos conecta nuestros nuevos teléfonos, grandes, blancos y maravillosos. La Niña está a punto de morir de gusto. Le hace preguntas precisas a la señorita de cómo meter su música, sus fotos, como poner su avatar en el whatsapp, le pide que le pase sus contactos…

Luego la dependienta nos dice que si queremos alguna información sobre los nuevos aparatos, los dos decimos que…no… que si ya tenemos los contactos pues… no…

Salimos y yo llevo cara de circunstancias así que Consorte me anima:

-Si es mucho más cómodo, ya verás. ¡Ahora vas a andar todo el día mirando la pantallita!

Yo no contesto. Sé que ahora tendré que aprender otra cosa nueva que no me apetece. Los móviles se me dan muy mal. Es curioso, los ordenadores se me dan de miedo, me encantan, las tabletas también me gustan, son ordenadores cómodos y manejables, pero los móviles no me gustan. Para mí son simplemente teléfonos y el resto de cosas en ellos son muy incómodas para mí y me aburren, pero sé que me tengo que poner las pilas porque ya no hay tarifa plana de llamadas.

El resultado es el siguiente:

La Niña por la tarde está whatsappeando con sus amigas, ya ha personalizado su pantalla de inicio, ha metido su música, sus fotos y cuatrocientas cosas más. Yo apenas estoy empezando a leer las instrucciones del artilugio en PDF porque el manual impreso tiene letra digna de un grabado japonés en un grano de arroz, vamos que no hay Dios que la lea ni con gafas ni con lupa.

El Consorte ha perdido las instrucciones y nos está acusando de que él las tenía en la caja y “alguien” se las perdió.

Llega el lunes y empieza la experiencia whatsappera.

-otrye qwusi llkp pas

-quwe diuces

-

-quwe que divces

-qwue sai llebo pamn

-‘’?’.’.’???

Musiquita de llamada. Veo la pantalla “Consorte”

-¿Por qué llamas?

-Que si llevo pan ¡coño!

-ahhh es que escribes fatal

-¡Pues anda que tú! Además las letras son enanas no hay manera de escribir medianamente bien.

-Es horrible, con un poco de suerte inventamos un nuevo idioma. Bueno, cuelga que ahora esto cuesta y practica.

-Vale, entonces llevo pan ó no.

-No, no traigas que ya he comprado yo.

Barrunto que esta nueva técnica de comunicación va a crear problemas.

Me dispongo a comunicarme con El Niño, ahora que ya soy Dolega 2.0

-pppllor dflomnde cvined

-k dices madre

-wqiue por sdonsde viernes

-lo siento, no te entiendo. Gira el móvil, usa el teclado en horizontal que las teclas son mas grandes

-tyrawe jhirñlo

Musiquita de llamada. En pantalla, Niño.

-¡Porque me llamas!

-¡Porque no se te entiende nada y me pongo de los nervios, joder!

-Que traigas hielo

-Vale, pero te aconsejo que ahora que estas empezando te limites a los monosílabos ¿vale?

-¡Pues menuda mierda! Hemos pasado de poder hablar lo que quisiéramos a tener que escribir monosílabos.

-Yo no tengo la culpa que tu no sepas escribir y cuelga que esto ahora cuesta.

Cuelgo frustrada.

Se me ocurre que puedo comprar un teclado pequeño, conectarlo al móvil, echarlo al bolso y oye, así ya es otra cosa. Cuando se lo comento al Niño me mira fijamente.

-Vale Madre, avísame antes para no volver a salir contigo el resto de mi vida. Yo tengo una reputación que preservar y lo de ir contigo con el móvil pegado a un teclado de ordenador  no es lo mejor para ella.

-Preservar, preservar…Tú lo que tienes es mucha manía de preservar, eso es cierto.

Llega la noche y de repente recibo un whatsapp de la Niña

-Buenas noches mami

Me pongo a contestar. Después de siete minutos tecleando logro esto:

-buenas nochjes prinbcesa

Viene al estudio me planta dos besos y grita entusiasmada.

¡Somos los reyes del whatsappeo!

Si ella lo dice…


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