A finales del siglo XV (Reyes católicos) la Corona exprimió casi hasta la aniquilación la industria textil castellana, creando más de 100 leyes que acabaron congelando a la industria y eliminando toda posibilidad de mejora y eficiencia en el largo plazo.
La nueva industria de la seda que estaba floreciendo en el sur de España también fue arruinada. La población que era en su mayor parte musulmana o morisca sería seriamente atacada por la corona de varias formas. Primero eliminando el uso y consumo interior del mercado de la seda bajo la forma de varios edictos, después en 1550 se prohibió la exportación de seda y además en 1561 se aumentaron enormemente los impuestos a esta industria logrando así acabar con ella.
Durante el siglo XVI (Carlos V y Felipe II) la agricultura española también se vio abocada al fracaso por la mala intervención del gobierno. Debido a que el gremio de ganaderos aportaba enormes cantidades de dinero a las arcas reales, la monarquía favoreció la expansión de las vías pecuarias a costa de las tierras de cultivo, además de prohibir todo cercado que ayudaba a marcar el límite de las plantaciones de cereales. También se grabó a los agricultores con elevados impuestos que se usaban para conservar los caminos y los proyectos reales. También se estipularon precios máximos al grano, lo que hizo se produjera escasez y por si fuera poco, se permitió a todo propietario de tierra anular unilateralmente los contratos de arriendo para poder elevar el alquiler en perjuicio de los agricultores.
De esta forma mientras el estado Español brillaba a lo largo y ancho de todo el planeta tierra, la población Española era pobre y sufría las consecuencias de una monarquía que solo se preocupaba de la recaudación de impuestos y el beneficio personal del rey y sus súbditos.