Revista Cultura y Ocio
"Como alguien nos dejo -hace muchos años ya- que era un tanto dudosa la existencia de los Reyes Magos cabalgando con sus caballos alados y velocísimos con un completo bazar a cuestas, por todos los caminos del mundo, nosotros miramos, pasado el primer momento de estupor, para nuestros zapatos, para nuestros traidores zapatos que, estando en el secreto, tan callado se lo tenían"
Los zapatos de la noche de Reyes
Camilo José Cela
Se acerca la última fiesta de esta marabunta de dulces y luces de colores, de cambios de año y reuniones familiares, de vísperas, bengalas, y colas en las tiendas que nos hacen pensar que tal vez debimos de comprar los regalos hace mucho tiempo. Y con esta fiesta se acerca también la hora de poner la zapatilla, para que los Reyes sepan dónde han de dejarnos los regalos. No vayan a confundirse y dejar a la suegra el regalo de la nieta o peor aún, el que ella misma compró al yerno de turno.
Bromas a un lado, dejar los zapatos para recibir los regalos es una costumbre que hemos importado en España. En realidad se comenzó a hacer en Holanda (justo aquí al lado como quien dice). Allí que celebran San Nicolás un mes antes de Reyes, la gente ponía un zapato en la iglesia la noche del 5 y al día siguiente se repartía entre ellos el dinero dejado por los ciudadanos más pudientes a modo de donativo. Estos a su vez lo tomaron de una costumbre anterior que decía que esa noche se llenaban de monedas los zapatos de los niños de cuatro familias pobres para asegurarles unas buenas festividades y antes... antes no lo sé. Pero ahora se siguen colocando zapatos en muchas casas que indiquen a los Magos dónde dejar su preciado regalo (me han dicho que hay quien incluso los pone en el balcón para que los vean bien), y dentro de los mismos se introducen cartas con peticiones, comida para los camellos... y sobre todo, mucha, mucha ilusión.
Y que no se pierda. Porque no es sólo la edad la que nos la da o nos la quita como nos mostraba Cela en Los zapatos de la noche de Reyes. Es bueno conservar esa ilusión que de niños nos convierte en receptores y de adultos en improvisados pajes. Es bueno que no lo olvidemos y que, lo mismo que nos acercamos a historias de Navidad lo hagamos también a las que nos hablan de los Reyes. No tantas, lo reconozco, pero las hay. Y nos podemos encontrar a una niña que no termina de escribir su carta y que nos presentaba Elvira Lindo en Olivia y la corte de los Reyes Magos. O a Paulo, que nos lo presentó Fina Casalderry para enseñarnos su Última carta a los Reyes Magos. También Valle Inclán nos habló de la Adoración de los Reyes, igual que Verdaguer en uno de sus poemas, o Rubén Darío.
Ahora que lo pienso, si que hay ilusión o deseos, todos tenemos alguno que expresamos en voz más o menos alta. Que compartimos o que pedimos en secreto como si se tratase de una carta personal e intransferible. Exactamente igual que hacen los niños cuando comienzan diciendo eso de... "Querido Rey Melchor o Gaspar o Baltasar", porque en eso también tenemos nuestros favoritos. Así que este año, voy a poner mi zapato para mi rey favorito y a ver si con un poco de suerte... ve la luz el nuevo libro de George R. R. Martin.
Y vosotros, ¿qué le pediríais a vuestro rey favorito?
Gracias
PD. Abstenerse aquellos apodados como Mata-reyes.