Como siempre la historia según la cuenta la religión católica y la realidad, no tiene apenas parecido. Estas historias que durante mucho tiempo fueron consideradas como sagradas, es decir, incuestionables, cada vez los son menos ya que sabemos más de las versiones auténticas o por lo menos sabemos lo que no fue cierto. Es lo que ocurre con los Reyes Magos.
Es comprensible que en lo referente a las historias bíblicas, no se habla de lo que realmente ocurrió sino de cómo se interpretó, ya que existe un componente alegórico y mitológico a través del cual se pretende enseñar, como ocurre en todas las culturas. La historia de los Reyes Magos no es ajena a estas interpretaciones puesto que hay muchos elementos que nada tienen que ver con lo que hoy se conoce de la realidad histórica. Por ejemplo, las fechas fueron cambiadas igual que con otras historias, como la del árbol de navidad, y las leyendas se transformaron hasta el punto de que si hay algún parecido con la realidad, es pura coincidencia.
La tradición más difundida cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, y que iban guiándose por una estrella (conocida como la estrella de Belén ) que les condujo hasta Belén. Allí adoraron al niño Jesús, ofreciéndole oro, presente conferido a los reyes por lo que parece que Jesús nació rico o al menos con cierto poder económico, incienso, que representa su naturaleza divina y mirra, un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús. ¡Menudo regalo!
Antes de llegar, los Reyes Magos encontraron al rey Herodes el Grande en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño; y así, poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los niños inocentes).
La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio. Parece ser que, sólo por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran cuatro, siete y hasta doce.
Hasta aquí la historia conocida ya que la Biblia explica que fueron tres los regalos otorgados por los magos al Niño Jesús.
La primera referencia concreta respecto al número de Reyes Magos la da un conocido escritor eclesiástico, en el siglo IV. En el siglo V, el Papa León I el Magno estableció oficialmente su número en 3 para toda la cristiandad. Número que no se ha vuelto a cuestionar, como no. A mediados del siglo VI, en la iglesia de San Apolinar, en Rávena (Italia) se les asignaron los nombres de “Melchor”, “Gaspar” y “Baltasar”, nombres inventados que estamos obligados a aprendernos desde niños.
Los Reyes Magos de Oriente, es el nombre por el que la tradición denomina a los visitantes que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acudieron desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.
En ninguna parte de los Evangelios se indican sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres, ni siquiera si tenían transporte o vinieron a pie. Estas creencias fueron agregadas varios siglos después y se han mantenido en la tradición popular haciéndolas coincidir con estas fechas para aplastar las religiones paganas que se celebraban por estos días. Así pues la historia de los Reyes Magos que conocemos hoy en día es pura fantasía.
Entradas relacionadas:
La historia del árbol de navidad