Miren ustedes, desde siempre los dioses han necesitado de los sacrificios humanos. Podríamos hacer un recorrido por la historia de la humanidad y en vez de una entrada saldría un ensayo de quinientas páginas. Por eso me remito a hacer un pequeño y personal resumen de los sacrificios que, durante los últimos dos mil años, han existido.
Valga como resumen que todas las conquistas, que todas las guerras han requerido del olor de la sangre y la carne quemada para que se consideraran como tales. Y no sólo las guerras, también los poderes totalitarios, sobre todo los “divinos” han demostrado su poder con la muerte de semejantes que, pretendidamente, les han amenazado.
Así, el circo romano a los cristianos, los pueblos precolombinos a sus enemigos, la Santa Inquisición de la Iglesia Católica a los “herejes”, los nazis a los judíos, etc. Siempre han necesitado de la sangre de su enemigo para glorificar sus victorias, para santificar a sus dioses o colmar su hambre de poder.
Hoy, la sofisticación nos lleva a que los sacrificios humanos son aparentemente más civilizados pero tan efectivos como en otros tiempos. Porque los poderosos no se andan con juegos.
La religión de hoy día, el Capitalismo, ha caído en una crisis, sus agentes terrenales, sus sacerdotes –los gobiernos y los bancos--, les han fallado y ahora pretende recuperar el tiempo perdido. Su máximo enemigo el Estado del Bienestar ha llegado a alcanzar cotas impensables, donde reinaba una denominaba clase media que, con ayuda de su profeta Democracia, pretendía ir ganado migajas de poder, mientras que debía ir cediendo terreno a esos indeseables que le privaban de parte de sus merecidas ofrendas.
Hasta aquí podíamos llegar, El Gran Capital, el dios mayor, insaciable como buen dios, ha decidido recuperar toda su fuerza y para ello ha delegado en su hijo el dios FIM la gestión para la solución del problema. El FIM, junto con su hermano el Banco Mundial, está pidiendo con urgencia sangre, tiene que salvar al dios todopoderoso y para eso necesitan urgentemente ofrendarle “sacrificios humanos”.
Han cambiado las armas contra sus víctimas, aquí no se trata de leones que les puedan comer, no sacan los corazones para ofrecerlos a Huitzilopochtli, ni forman una pira donde asar a las brujas, ni tampoco utilizan el gas letal para asfixiarles.
Es todo mucho más sibilino. Se les va estrujando, se les va ahogando en la miseria, se les arrincona y se les tilda de parásitos.
Se les desposee de su trabajo, se les quita sus casas, se les exige que pidan limosnas, que se entreguen a la causa. Y que no protesten que es peor, que les ha llegado la inevitable penitencia por sus pecados. ¿O alguien pensaba que tenía derecho a una vivienda, a un trabajo, a la subsistencia digna, a la vejez tranquila, a vivir? No, vivir no es gratis, los dioses siempre han reclamado su peaje.Ayer fue Grecia, hoy Irlanda, mañana dicen que Portugal, pasado… Vayan ustedes preparándose para el evento. Los sacrificios humanos continúan. El apocalipsis está a punto de llegar.
Salud y República