El sanchismo está a punto de gobernar de nuevo en España y parece "caballo ganador", pero está medio muerto y agoniza desprestigiado y rechazado por la mayoría de los españoles y los demócratas de todo el mundo. Se han convertido en un modelo de tiranía mundial basada en el engaño, la mentira y el abuso de poder, asesinos sigilosos e hipócritas de las libertades y derechos. Están heridos de muerte y la culpa es de su fundador y líder, Pedro Sánchez, que se ha convertido en un tipo odioso, pesado, rechazado y nocivo, que estorba a todos y no entusiasma a nadie, salvo a los que reciben su cuota del botín. Pero morirán matando. El camino de la soberbia lleva siempre al despeñadero de la estupidez. El "sanchsmo" es ya una enfermedad grave, de la que todos los españoles decentes, demócratas y amantes de su nación huyen como si fuera una pandemia. Sólo se sienten a gusto en él los muchos que están habituados a ordeñar el Estado y a recibir privilegios y beneficios del poder. ---
La caída del sanchismo se avecina y va a ser estrepitosa, pero su agonía será dolorosa para España. Morirán matando y aprobando decretos y leyes que después serán abolidas por sectarias y ajenas al espíritu constitucional. Su herencia va mucho más allá de las amnistías, los indultos, la negociación de referendos y la suavización de los delitos que defienden al país de golpistas y canallas. De Sánchez heredaremos pobreza, atraso, desprestigio internacional, desempleo, división, odios y rencores, corrupción institucional, abuso de poder, rupturas territoriales, impuestos abusivos, ataques al orden constitucional, deterioro de la democracia, inmigración ilegal que infecta el país, inseguridad en las calles, endeudamiento, ruina económica y muchos otros males y dramas, que España tendrá que sacudirse durante décadas.
Lo único bueno del sanchismo ha sido que sus excesos, abusos, arbitrariedades y estragos han convencido a los españoles que el sistema político debe ser reformado para que en el futuro ningún psicópata o mala persona pueda llegar a la Moncloa y que si algún día, por desgracia, llegara, existan mecanismos para limitar su capacidad de destrucción o expulsarle del poder, sin tener que esperar a que agote la legislatura, un tiempo demasiado largo durante el cual la nación puede ser destruida.
El sanchismo ha sido y es una aventura descabellada que no ha surgido de la nada y que anidaba, en estado larvado, en el corazón del PSOE, un partido que nunca logró liberarse por completo de sus orígenes totalitarios y llenos de odio de clase. Su fundador, Pablo Iglesias, Largo Caballero y otros líderes del socialismo español ya dejaron claro que aceptaban la democracia sólo si beneficiaba a sus intereses.
La reconversión de Suresnes y el liderazgo de Felipe González fueron dos espejismos rápidamente diluidos en un océano de totalitarismo y estatismo, por lo menos igual al que exhibieron los bolcheviques en la Revolución Rusa.
El PSOE ha sobrevivido tanto tiempo y ha gobernado, a pesar de los daños enormes que ha causado a España, gracias a dos factores: el ancestral odio a las derechas que anida en parte de España, sobre todo en las familias rurales que tuvieron que padecer el abuso monstruoso de los caciques de la derecha, y al buen funcionamiento de su aparato de propaganda, experto y maestro en mentiras, engaños, ocultaciones y propagación del odio y el rencor, que el partido ha utilizado, junto con el miedo, como arietes para ganar elecciones demoliendo a las derechas.
Pero hoy, después de tres ruinas de España (las de González, Zapatero y Sánchez) y de dos presidencias desastrosas (las de Zapatero y Sánchez), el sanchismo y el socialismo están en bancarrota y caída libre. Su aplastante derrota en las elecciones autonómicas de mayo de 2023 fue el inicio del derrumbe del edificio carcomido y resquebrajado socialista.
Hay tres factores que han ayudado a retrasar la muerte del sanchismo: el primero es la corrupta y estúpida derecha española, encarnada en el PP, un partido que siempre sintió acomplejado ante el poder de las izquierdas y su descaro y que terminó infectado de socialdemocracia, intervencionismo y mentiras; el segundo es la cobardía y corrupción del periodismo español, que se ha dejado comprar por el sanchismo, dueño de gran parte del aparato mediático español, al que ha comprado, junto con cientos de periodistas e intelectuales, con dinero público, publicidad y favores inconfesables. El tercero es la politización de la Justicia y la actitud antidemocrática de una parte de los jueces y magistrados, que han propiciado que el sanchismo asalte el sistema judicial y lo prostituya.
Si el periodismo español y los jueces hubieran resistido a la vileza y hubieran cumplido con su deber, ell sanchismo ya sería un cadáver y los españoles serían hoy más libres, prósperos y felices.
Francisco Rubiales