Y vuelta y dale que te pego, pero es que esto es igual cada año. Perdonen ustedes que comience esta editorial espectorando mi mal carácter, pero es que, como si de un “Deja vu” se tratara, los habitantes de la isla han vuelto a caer en la trampa de la serpiente mecánica de las carreteras, o como es más conocida por el común de los mortales, la caravana típica de Semana Santa.
Al parecer la reincidencia no es un término que esté contemplado en el léxico canario, porque sino díganme ustedes cómo se explica que en estos días de Semana Santa se hayan vuelto a repetir las habituales imágenes de atascos y tapones circulatorios de aquellos que se autoexilian de la capital buscando un rayito de sol en las deliciosas playas del sur de Gran Canaria.
Lo más curioso de todo es que en esta ocasión, la capital de la principal isla del archipiélago, e incluso me atrevería a decir que parte de su zona norte, han tenido un tiempo relativamente soleado, estado meteorológico estable donde los haya para descansar, puesto que ese en fin es uno de los objetivos. Por lo que aún se vuelve más inexplicable esa absurda costumbre de cambiar los aires del centro de la ciudad, por los sureños.
No obstante lo más listos, entre los que lógicamente me incluyo, hemos optado por conocer más de cerca la capital y sus recovecos. Recónditos lugares de obligada visita como pequeñas tiendas o farmacias de guardia que han convertido a más de uno en intrépidos aventureros como “Indiana Jones en busca de la garrafa de agua perdida” o “La misteriosa caja de aspirinas que nunca llegó a aparecer”, porque ya es mala suerte que en estos días en los que todo cierra te quedes sin agua y encima te duela la cabeza.
De todas formas, lo mejor que me pudo pasar fue quedarme en el centro neurálgico de todo el meollo religioso porque de esta forma pude comprobar que aún existe gente poco ociosa y que vive el verdadero significado de la Semana Santa a través de sus procesiones. Pero sobre todo me congratula comprobar que este año la comunidad eclesial estaba particularmente alegre porque al parecer por fin y por primera vez en semana santa, solo se habla del milagro del Cristiano…¿o estaban hablando de fútbol?
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…