Revista Cultura y Ocio

Los secretos de pandora. cairo

Publicado el 30 julio 2015 por Jose Luis

LOS SECRETOS DE PANDORA. CAIROCAIRO (1994, MAGNA CARTA)
Temas:
  1. Conception 2:10
  2. Seasons of the heart 10:13
  3. Silent winter 8:25
  4. Between the lines 9:25
  5. World divided 10:16
  6. Ruins at Avalon’s Gate 22:35
Músicos:Mark Robertson: teclados, sintetizadores, órgano Hammond, piano de colaJeff Brockman: batería y percusión eléctrónicaAlec Fuhrman: guitarras y vozBret Douglas: vozRob Fordyce: bajo y voz
Del sello norteamericano surgieron, en los noventa, muy buenos grupos progresivos. Entre ellos estos Cairo que debutaron con un magnífico trabajo en el que los componentes funcionaban a la perfección y demostraban su capacidad compositiva e interpretativa a la hora de sacar adelante su creatividad sinfónica.El grupo, por aquel entonces, estaba Mark Robertson, Jeff Brockman, Alex Fuhrman, Bret Douglas y Rob Fordyice.El CD se abría, se abre, con un instrumental sinfónico que dejaba entrever la grandeza de la música de Cairo, para dar paso a una de las joyas del disco, “Season of the heart”, donde planeaba el espíritu de Yes gracias a los inconmensurables ejercicios de guitarra y teclados. “Silent winter” mostraba descarados aires solemnes, juegos de voces, complejos ritmos y un impresionante solo de teclado. En “Between the lines” se realzaba el uso dinámico de un incansable y omnipresente Hammond, en un ejercicio con total compenetración sinfónica. Los solos wakenianos se hacían patentes, más aún si cabe, en “World divided”, con una gran guitarra y excelente sección rítmica. En conjunto, se construía un complejo tema dominado, de principio a fin, por unos teclados gloriosos. Pero el plato fuerte era “Ruins at Avalon’s Gate”, más de veinte minutos impactantes, por su carácter emersónico majestuoso, donde los extensos desarrollos instrumentales, llevados principalmente por bajo, batería y Hammond, se sucedían continuamente para derivar a posturas Yes cuando el protagonismo era cosa de la guitarra.Cairo fueron el aire fresco que renovó el sinfónico americano y, pese a su juventud, demostraron una madurez que estaba fuera de lo habitual. Sus posteriores trabajos así lo atestiguaron. 

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