Revista Música

Los Secretos ponen el broche de oro a las fiestas de Coslada

Por Alberto C. Molina

→El listado de temas fue  variado y ofreció desde rancheras hasta riffs rockeros

→El concierto duró dos horas y fue el primero de la banda en la ciudad

→El espíritu de Enrique Urquijo estuvo muy presente durante toda la noche

→Las últimas canciones “sorprendieron” tanto que hubo gente que se las perdió

Parece mentira, pero en esta vida las cosas no siempre funcionan como las votaciones en Eurovisión. A veces también se acaba haciendo justicia. Aunque el sentido común daba a entender que la banda Los Secretos debía ser cabeza de cartel del programa musical de las Fiestas Patronales de Coslada, según dicho programa no era el mítico grupo de los 80 el encargado de actuar el sábado, ese día que toda la vida ha sido el “grande”. Como ya se apuntó por aquí, esa responsabilidad recayó sobre Canteca de Macao. Pero con lo que no contaba cierto Concejal de Cultura era con que, además de responsabilidades de ningún tipo, en la noche del sábado podrían “recaer” chuzos de punta  sobre el municipio madrileño. Sucedió, la tradición de fiestas pasadas por agua volvió a cumplirse, y con la lluvia se precipitaron por la alcantarilla sus planes y la actuación  mencionada.

Y así pasaron los fuegos artificiales,  las borracheras, los empujones, los ligues de las cinco de la madrugada, los churros y el chocolate del desayuno y con un par de horas dormidas, si es que se durmió alguna, los hay que tampoco dudaron en plantarse en el campo de fútbol La Vía. La naturaleza, que es sabia, había firmado una tregua para que Los Secretos pudieran tocar por primera vez en Coslada y ofrecer a vecinos y demás curiosos el espectáculo que merecían, un nuevo capítulo de su gira 2010. No se hacen de rogar —al contrario que esta crónica— y, apenas un par de minutos pasadas las 22:30 horas, Álvaro Urquijo (voz y guitarra), Ramón Arroyo (guitarra) y Jesús Redondo (teclados), aquéllos que en tantas situaciones de estas se vieron con el hermano de Álvaro, Enrique, pisan un escenario flanqueado con el nombre de la banda y presidido por una pantalla gigante. Allí les acompañan Juanjo Ramos (bajo) y Santi Fernández (batería), y todos ellos dan forma al primer tema de la velada. Pero a tu lado suena sin la preocupación de tener que romper el hielo. A las primeras de cambio se pone la piel de gallina, y no precisamente por el fresco del ambiente. Escuchar en directo por primera vez a una formación tan importante en la música española, y que por si fuera poco arranque con una de sus canciones más célebres, tiene estas cosas.

Continúan con ese ritmo lento en La calle del olvido, ésta en concreto con aires de ranchera, y Qué solo estás, para animarse más con la cual, según el propio Álvaro, les costó ser “invitados” a salir de una discográfica en el 83, No me imagino. Entre las menos conocidas de la banda también nos encontramos con la siguiente, No sé si se acuerda, que recupera los aires más melancólicos. Y justo después Urquijo da paso al primer tema de Los Secretos en el que fue la voz principal, cuando Enrique era el  alma del grupo, Hoy no. Especialmente bien recibieron nuestros oídos Sólo ha sido un sueño, quién sabe si por esas guitarras eléctricas tan del gusto de, por ejemplo, U2. Entonces vuelven las acústicas y el toque a ranchera para interpretar Quiero beber hasta perder el control, y aquí Álvaro demuestra sus dotes como músico porque debido a un problema técnico toca sin “pinganillo”, de oídas. Tras otro de sus temas más conocidos, el sabiniano Ojos de gata, llega el turno de Cambio de planes, y de la última grabación de Enrique Urquijo Hoy la vi. Una nota emotiva que se sumaba a un concierto de por sí muy sentido, pues, como explica su hermano,  está dedicado a la memoria del músico fallecido 10 años atrás.

Con permiso de Buena chica, el sonido más eléctrico y el ritmo más alegre vuelven a tomar el protagonismo con Nada más, Amiga mala suerte y El primer cruce. Se suceden las canciones como lo hacen los aplausos, y en este sentido arranca un buen número Por el bulevar de los sueños rotos, otra “sabiniana” por aquéllo de que fue compuesta entre Enrique Urquijo y Joaquín Sabina. Pero no tantos como los que se lleva la que va después de Te he echado de menos hoy, y quizás su más famosa pieza: Déjame.

Fin del concierto pero de ahí no se mueve nadie porque falta Gracias por elegirme, y porque a nadie se le pasa por la cabeza que puedan despedirse con otra que no sea esa. Efectivamente vuelven al escenario. Primer bis, Agárrate a mí, María, tampoco podía faltar; segundo bis, Ojos de Perdida y un tercer bis que se alarga más de la cuenta para que el bajista se marque un solo y demuestre que no es tan fácil su instrumento,  que el batería se marque otro solo, que Ramón Arroyo nos enseñe cómo es capaz de cantar, que Jesús Redondo también se luzca un poco. Y ahí  vuelven a desaparecer del escenario y poco le falta al público para hacer lo propio. Pero cuando más de dos y de tres ya andaban de camino a casa en busca de una cama después de tanta noche sin dormir, se hace la luz una vez más. Falta algo más, y si lo dice Álvaro por algo será. Volver, volver, versión de la ranchera de Vicente Fernández, y, ahora sí, Gracias por elegirme.

Los agradecimientos entre público y músicos son mútuos. Ha sido un grandísimo concierto de dos horas de duración y mejor colofón para las fiestas de Coslada. Desconozco si se podrá decir lo mismo acerca de esta crónica, pero no estaría de más tener en cuenta que fue redactada en un interminable sms y con una buena dosis de sueño encima…


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